La patinadora con varita mágica

Xosé Ramón Castro
x. r. castro VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Nerea Estévez, subcampeona del mundo en show, Nerea Estévez hizo del Arealonga-Chapela un club de referencia en tres años

04 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando apenas era un bebé, Nerea Estévez Fernández (Vigo, 1993) hizo natación; a los seis años, se calzó unos patines por primera vez en las actividades extraescolares del colegio Santiago Apóstol en Arcade; pasó por el atletismo saltando vallas con facilidad y demostrando aptitudes para la velocidad e incluso dedicó unos cuantos veranos al esquí náutico tras ser reclutada por un profesor del colegio. Pero en ningún momento se descalzó los patines y, con un espíritu de trabajo encomiable, alcanzó los campeonatos de España a nivel individual y se colgó la plata mundial en la modalidad de show con el CPA Gondomar.

De un modo paralelo, comenzó su carrera de entrenadora, pero lo quiso hacer a su manera y para cubrir un vacío. Cuando era niña y comenzó a tomarse en serio la disciplina, en su localidad no había un club de referencia y tuvo que desplazarse a Vigo para patinar en el Carpa. Por eso montó el CPA Arealonga-Chapela con apenas una veintena de niñas y un trienio después, supera el centenar y ha convertido su proyecto en un club de referencia.

«Empecé dando clases en Gondomar con David Figueroa y me gustó. Luego fui a entrenar a algunos centros y monté una escuela de verano en el ayuntamiento. Quería que la gente del pueblo en donde nací tuviera la oportunidad que yo no tuve, porque cuando hice patinaje me tuve que desplazar a Vigo».

Ahí nació su club, que acaba de cumplir tres años y que se ha convertido en una especie de meteorito en el patinaje artístico gallego, por resultados y por número de patinadores. «Comenzamos con unos 25 y ahora debemos ser 110, este verano tuvimos un auge en el patinaje», dice Nerea, que lo achaca en gran parte a las retransmisiones por streaming de los campeonatos, un recurso generado por el cerrojazo de la pandemia y que llegó para quedarse. Reconoce que los inicios no fueron fáciles y califica de importante el apoyo del Concello de Redondela para que el proyecto fuese una realidad.

Pese a su fulgurante despegue, Nerea Estévez huye del calificativo club de éxito. «No lo somos, pero no pensé que fuese a conseguir que hubiese tantos niños en el club», precisa. Metódica, trabajadora, perfeccionista -«como entrenadora me queda mucho por aprender y por recorrer»- y profesional sobre el parqué, achaca a la implicación del trinomio patinadores, entrenadores y padres la clave para que los resultados aparezcan. «Desde el principio se inculcó que es algo serio, que se va a entrenar, que luego ya tendremos jornadas para pasarlo bien, pero la hora de entrenamiento que se hace hay que aprovecharla al máximo, porque si vas tres horas y al final entrenas una, es completamente imposible».

Desde su prisma, el prototipo de patinador debe ser elástico, con potencia para saltar, con resistencia para aguantar la coreografía y fuerte y maduro psicológicamente, «y que no tenga miedo a caerse ni a probar cosas nuevas». Y que cuando comience en un deporte tan sacrificado lo haga con ilusión, energía y ganas de aprender. «Con actitud positiva».

Pendiente del TFG para ser Licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, polifacética, el trabajo de Nerea Estévez no se queda solo en el Arealonga. También ejerce de entrenadora en la modalidad de show en el Club Aehde carballiñés, imparte clases en las escuelas de patinaje de la Diputación de Pontevedra en Fornelos y Pazos y continúa en activo como patinadora en el CPA Gondomar formando parte del grupo de show más laureado de la disciplina en Galicia.

Con los patines y las correspondientes mallas puesta, Nerea ya estuvo en tres campeonatos del mundo y del último salió con la medalla de plata al cuello. «No nos esperábamos llegar hasta ahí, fue toda una experiencia», dice del podio de Barcelona mientras analiza sus tres pasos mundialistas: «En el primero estaba como más nerviosa, fue una novedad, y en el tercero yo iba con muchas ganas. Quería darlo todo, era una sensación distinta. En un mundial compites de una forma totalmente diferente».

Con semejante currículo, no hay ninguna duda de que el deporte, y el patinaje en particular, es su vida, algo que tuvo claro bastante pronto: «Me gustaban todos los deportes, aunque practicaba cuatro me gustaba ir a ver otros y en verano, si podía, hacía más cosas», aunque nunca se movió de la casilla de salida: el patinaje es para Nerea su forma de vida: «No la concibo sin el patinaje». 27 años sobre ruedas y a toda velocidad.