Cuando Galicia batía récords de vacunación para viajar a los trópicos

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

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Sanidad Exterior de A Coruña, imagen de archivo de vacunación a viajeros con destinos tropicales
Sanidad Exterior de A Coruña, imagen de archivo de vacunación a viajeros con destinos tropicales CÉSAR QUIAN

Sanidad Exterior atendió a 15.000 personas en A Coruña y Vigo en el 2001

24 ago 2021 . Actualizado a las 18:19 h.

Hace veinte años, miles de gallegos también reservaban cita para vacunarse, pero, a diferencia de lo que estamos viviendo hoy en día, el motivo era preservar su salud antes de iniciar viajes a zonas tropicales por motivos turísticos o laborales. La Voz de Galicia recogía la noticia en el mes de agosto del 2001. Las previsiones apuntadas eran altas, y se indicaba que más de quince mil personas pasarían por los centros de vacunación internacional dependientes del Ministerio de Sanidad en Vigo y A Coruña. Se hablaba entonces de récord.

Durante la última década del pasado siglo, los hospitales gallegos comenzaron a reflejar en sus estadísticas enfermedades hasta poco antes muy desconocidas por estas tierras y que casi siempre habían afectado a marineros, personal diplomático o miembros de oenegés. El crecimiento experimentado era la consecuencia del aumento de viajes a zonas tropicales, especialmente por motivos turísticos. El paludismo o la fiebre amarilla comenzaron a hacerse notar entre algunas personas procedentes de destinos tan exóticos como el África subsahariana o la América amazónica. Quizá por ello, el responsable del centro de vacunación en Vigo manifestaba entonces que algunos viajeros no tenían una idea exacta del peligro al que se exponían viajando a determinadas zonas del planeta.

«Este verano se está vacunando más gente que nunca; solo durante el mes de junio atendimos 640 consultas», explicaban a este diario desde el centro de vacunación de A Coruña. En las oficinas de Vigo, las consultas se duplicaban.

En el 2001, la única vacuna obligatoria para todos los viajeros con destino a los países intertropicales de África o ciertas regiones de América era el preparado contra la fiebre amarilla y, al igual que ocurre hoy en día, los vacunados recibían una cartilla para mostrar en los países de destino. Era el pasaporte sanitario, tan imprescindible como el otro. «El consejo que damos a una persona puede no ser adecuado para otra, aunque viajen al mismo lugar, por eso es muy importante que la consulta sea personalizada y que se realice como mínimo un mes antes de la partida», explicaba el responsable de vacunación de Sanidad Exterior en Vigo para significar la importancia de realizar un trato individualizado a todas las personas que acudían a estos despachos sanitarios.

Paludismo

Los centros de vacunación internacional abarcaban otras cuestiones para las que la ciencia sigue sin tener hoy en día vacunas, como es la malaria o paludismo causada por la picadura de un mosquito. En este caso, en estos centros se prescribía una medicación que tenía que empezarse a tomar una semana antes del viaje y no interrumpirse hasta un mes después del regreso. El proceso es similar hoy en día.

«También vacunamos o aconsejamos que acudan a su médico de cabecera para vacunarse contra las hepatitis A y B, tifus, tétanos, difteria, cólera, poliomielitis, rabia y encefalitis centroeuropea y japonesa», explicaba el entonces responsable del centro de vacunación de la ciudad de Vigo.

Desde estos centros se aconsejaba a los viajeros sobre una serie de cuestiones relacionadas con la salud en los países de destino. La regla básica entonces y ahora era no beber agua sin embotellar. A partir de ahí, se les recordaba no mezclar las bebidas con hielo, pelar la fruta o no comer alimentos comprados en puestos callejeros.

Las dos sedes gallegas dependientes del Ministerio de Sanidad ofrecían gratuitamente a los usuarios el libro La salud también viaja, en el que se incluía un apartado relacionado con las enfermedades de transmisión sexual. Se relacionada este capítulo con el entonces denominado turismo sexual. Al igual que en el caso del agua embotellada, en este asunto, el libro recordaba la necesidad del uso de preservativos.

Aun con todas estas precauciones y advertencias, durante el año 2001 a dieciséis personas les fue diagnosticada la enfermedad de la malaria en Galicia. Seis de ellas eran marineros, mientras que otras cuatro eran turistas; solo había un inmigrante y el resto estaba catalogado bajo el epígrafe otros. En el propio centro de vacunación explicaban a los viajeros que los síntomas de la malaria eran fiebre muy elevada y, de forma secundaria, anemia y alteraciones hepáticas.

A comienzos del presente siglo, en los centros de vacunación internacional coincidía una misma reclamación: la falta de medios para afrontar su trabajo. En el 2002, explicaban que dos enfermeras y dos médicos era todo el personal existente para hacer frente a las avalanchas de peticiones, especialmente en los meses previos al verano.

Poca gripe

Curiosamente, entre el otoño del 2000 y el invierno del 2001 tuvo poca incidencia la gripe en Galicia. Para el área sanitaria de Vigo se decía que había tenido la mitad de impacto respecto al año anterior.