Cúrcuma: donde el menú verde es femenino por goleada

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

Tras la baja del pionero Gálgala, se coloca Cúrcuma como el vegetariano con más solera de Vigo y una carta saludable por la que apostaron hace un cuarto de siglo los gemelos Areal de Mondariz y su paisano Manolo

23 jul 2021 . Actualizado a las 14:01 h.

Cuando los gemelos Armindo y Javier Areal, junto a su vecino Manolo Vázquez -todos ellos de Mouriscados (Mondariz)-, decidieron embarcarse en la aventura de poner en pie en Vigo un restaurante vegetariano, ya intuían que tenían por delante una travesía por el desierto que todavía era lo verde despojado de carne en las cartas. Pero a la vez sabían que solo había que surfear las olas de la orilla para estabilizarse en esa tabla con aroma a especia exótica a la que ya llevan subidos un cuarto de siglo: Cúrcuma.

La senda vegetal ha estado salpicada de tramos de hierba seca, matorrales y alguna ortiga, pero acaba de volver a brotar con fuerza tras un largo período de reforma: cuatro meses de cierre que se sumaron a los de la pandemia, para regresar reforzados y preparados para un panorama de espacios seguros que llegó con el covid y se quedará por mucho tiempo. Los Areal empezaron con 17 años, uno en el Timón y otro en el Cosmos y luego en cruceros en Estados Unidos. El Cúrcuma fue el segundo vegetariano que abrió en Vigo. El pionero fue Gálgala, aunque el reciente cierre definitivo de este último los resitúa en lo alto del podio olímpico de las comidas donde triunfan los frutos de la tierra y de rebote, gana la salud del comensal y del medio ambiente.

Pero el historial en el gremio no comenzó allí, sino muy cerca. Fue en el barrio de Casablanca, pero en la calle Paraguay, con su otro hermano, Manuel, donde se estrenaron con el Bar Areal, en un local de 35 metros cuadrados, hace 34 años. Un lustro después inauguraban Tapas Areal en la misma ubicación donde hoy sigue (México, 36), en una fecha muy señalada. «Abrimos el día que tocaron en Balaídos los Dire Straits, el 20 de agosto de 1992», recuerda con cariño el hostelero, que no ha tenido el gusto de tener sentado a Mark Knopfler en sus locales, pero sí a otros grandes, como el fallecido Franco Battiato, cuando tocó en la ciudad en 2015.

Cúrcuma fue antes el Bodegón Areal. Y el proyecto fue consecuencia del fracaso del primero. «No alcanzó el ritmo deseado, lo cerramos y Manolo Vázquez planteó poner en marcha en el mismo local un vegetariano, porque le veía futuro y porque la oferta era mínima», recuerda añadiendo que al trío de socios hasta les sorprendió recibir el beneplácito de Matilde, la madre de los gemelos, una mujer del rural gallego, supuestamente tradicional, que aplaudía una iniciativa difícil cuando era la elección de unos pocos jipis y otra gente algo rara y nunca se rindieron pese a los difíciles comienzos cuyo récord tiene grabado: día y medio sin que entrara ni un solo cliente por la puerta. «Nosotros hemos buscado siempre hacer una cocina para todo el mundo, vegetarianos y clientes que también comen carne, pero no siempre», explica.

Como al principio no tenían ni idea contrataron a una cocinera vegetariana y poco a poco, ya con otros profesionales en los fogones, han ido conformando un repertorio sabroso en el que mantienen clásicos como la lasaña vegetal o la musaka de berenjena, pero cambian o añaden recetas un par de veces al año para ofrecer variedad, que es algo que practican también cada día con platos fuera de carta.

A lo largo de este cuarto de siglo de experiencia, Armindo, que ahora en pandemia anda de arriba para abajo, del Tapas Areal al Cúrcuma, donde se le necesite más, ha concluido a base de vivirlo, que las mujeres, aplastante mayoría en su restaurante, lo son por inteligencia. Su teoría añade con humor que «es por los camareros», pero argumenta en serio que «son más abiertas a probar cosas nuevas, pero en todo, para vestir, para experimentar, para comer, y más preocupadas por llevar una alimentación saludable. Que abusamos de la carne es algo que hoy todo el mundo sabe, lo diga el ministro o no». Y como ejemplo pone el ejemplo más gráfico posible: la limpieza de las cocinas de sus dos restaurantes, donde lo cuentan los residuos de grasa que quedan para retirar en uno y en el otro. Lo de siempre, que el algodón no engaña.

El Cúrcuma vivió tres reformas. En la primera creció engullendo la tienda anexa Modas Paco y ahora ha vuelto con más amplitud entre las mesas, un sofisticado sistema de ventilación y control del CO2 y un vestíbulo más cómodo.

Paralelamente participan en el Vacaburra, otra aventura que pilota con destreza Daniela Capote tras dar carpetazo al italiano Matilde en el local donde estuvo otro clásico alpino vigués, el Tartufo.