Contra el olvido colectivo de nuestro planeta rural

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Tras popularizar las galeguesas, hamburguesas de vacuno autóctono, Aser Álvarez coordina un proyecto audiovisual de rescate y difusión de la cultura tradicional que la soberbia urbanita dejó atrás

07 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque dar a conocer las hamburguesas de carne de vacas «do país» es la tarea más conocida y sabrosa de este embajador del agro gallego que es el productor y periodista Aser Álvarez, su labor va mucho más allá de Casa Galeguesa, que puso en marcha en Vigo su hermano Roberto y que se expande tan lentamente como todos sus proyectos, a modo, para no contrariar a la naturaleza y sus ritmos vitales.

Carro tirado por vacas en Forcadela, Tomiño (Pontevedra, 1980)
Carro tirado por vacas en Forcadela, Tomiño (Pontevedra, 1980)

El penúltimo, Anacos do rural, lo presentó esta semana en la Feira do Libro de Vigo. La obra, un libro con dos deuvedés que complementan la parte gráfica con el audiovisual, es el resultado de años de investigación sobre el rural de Galicia. Como recuerda el director de la productora Arraianos, «a raíz de un trabajo que hicimos para el Ministerio de Agricultura, descubrimos unos archivos muy valiosos que tenían allí, tanto de material documental fotográfico como cinematográfico sobre ese tema. Nos sorprendió mucho y nos pareció muy necesario divulgarlo. Desde Arraianos ya habíamos hecho alguna pieza, pero era poco para semejante tesoro». Así arrancó el primer proyecto monográfico y pionero de rescate de imágenes del rural, fundamentalmente de los años 30 y en blanco y negro, pero que abarca hasta los 80, y que, según asegura, «ha gustado tanto en el ministerio que lo ven exportable a otras comunidades autónomas», advierte.

Sega de prado. Chapela (Pontevedra, 1966).
Sega de prado. Chapela (Pontevedra, 1966).

Álvarez explica que la obra quiere propiciar «una reflexión contemporánea sobre la crisis del mundo rural, que es global, y lo pudimos hacer a través de la Asociación Galega de Cultura y Desenvolvemento Rural, Agader, el colectivo rural Acude, la mediateca del Ministerio, la Filmoteca Nacional y el apoyo de instituciones como la Xunta». En ese camino de indagación apareció «una colección maravillosa, en color, la de los ingenieros agrónomos Jaume Lloveras y Juan Piñeiro Andión, en la recogen su recorrido por Galicia estudiando las rotaciones de cultivos en las aldeas gallegas entre finales de los 70 y principios de los 80, época que certifica la muerte de un sistema tradicional de explotación agrícola en la que el arado romano y el carro de vacas convivía con la primera mecanización de las explotaciones agrarias».

Recolleita de algas para abono. A Guarda (Pontevedra, 1951). Foto: Francisco Ponti.
Recolleita de algas para abono. A Guarda (Pontevedra, 1951). Foto: Francisco Ponti.

El productor, cuyo papel en este caso es el de divulgador, resume el contenido como «un recorrido por la enorme riqueza de los territorios rurales de Galicia, teniendo en cuenta que esa etiqueta lo simplifica demasiado ya que contiene una diversidad enorme y una problemática diferente», advierte. Como ejemplifica, la realidad de la montaña de Lugo no es la misma que la del paisano de O Baixo Miño, «por eso se trata de hacer un homenaje a las generaciones de gallegos que trataron de sacar a sus familias adelante en un contexto muy complicado y un ejercicio de memoria contra el alzhéimer colectivo que hace que nos olvidemos de nuestras verdaderas raíces, de dónde venimos y lo que era Galicia hace nada», subraya.

Para Álvarez, que firma la presentación de la edición del proyecto en forma de libro con fotos, textos y extras audiovisuales, señala que es también una relectura contemporánea de ese espíritu comunitario que siempre hubo en las aldeas en un momento en el que, recuerda, «hay una crisis climática y de sostenibilidad a nivel planetario y si hay una salida es a través de una reactivación del rural, pero sin idealizarlo como una arcadia perdida. Tiene que haber un debate plural sobre ello y esta publicación multimedia para tratar de propiciarlo es nuestra pequeña aportación sobre ello,», indica añadiendo que «si no hacemos nada, en 20 o 30 años esos territorios serán un desierto humano», lamenta. El material, que se divulga también en los colegios y la exposición A vida lenta, que recorre Galicia con Afundación, y deja estampas curiosas del Vigo marinero de O Berbés, la recogida de algas en A Guarda, y estampas agrarias en Chapela, Lalín, Barro, Ponte Caldelas, Salcedo, Paraños, O Razo, Salcedo, Vilaxoán y un largo etcétera.

Construción do camiño a Santa Tegra. A Guarda (Pontevedra, 1914).
Construción do camiño a Santa Tegra. A Guarda (Pontevedra, 1914).

El propio Aser Álvarez ha vivido muy de cerca esta realidad. En su tierra, Celanova, su familia creó una empresa de hamburguesas que hacen con carne de ganadería propia, criando dos razas de vacuno en libertad «que pastan en un monte recuperado, que ardía año tras año y ahora es un enorme pastizal que da de comer al ganado familiar», repasa.

Una obra sobre mujeres rurales de la Galicia del XXI

«La pandemia nos puso los pies en la tierra, nos quitó esa soberbia estúpida y nos devolvió a lo esencial», reflexiona Aser Álvarez sobre lo vivido en el último año y medio. Esa circunstancia impidió presentar y dar más difusión el proyecto como hubieran querido. Eso ha hecho que lo estén llevando a cabo ahora, cuando en realidad el producto ya está en otra película. Sobre el mismo tema que le apasiona en todas sus vertientes, y esta vez, centrado en una veintena de mujeres de la Galicia contemporánea, de nuevo con el Ministerio de Agricultura: «Son perfiles muy diversos de mujeres que hoy viven y trabajan en el rural, donde todavía hay mucha dificultad para hacerlo».