Pablo Graña, el rey del C2 200 metros

la voz VIGO

VIGO

cedida

El cangués, en compañía de Alberto Pedrero, añade al oro mundial el europeo en la distancia después de estar un año y medio parado por la pandemia

08 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Pablo Graña es un ganador nato. Se colgó el oro mundial en el C2 200 metros en el 2019 y dos años y una pandemia después, añadió a su palmarés el título continental en la misma distancia redondeando un círculo que había comenzado con la plata sub-23 (en un barco individual). Una carrera llena de éxitos para el cangués, que no podrá estar en Tokio al no ser su distancia olímpica, pero en París se incorporará al programa olímpico el C2 500 metros y a esa distancia se va a dedicar en cuerpo y alma a partir de ahora.

El Europeo de Polonia era todo un reto después de año y medio sin competir y entrenando con las limitaciones del confinamiento. «Después de un parón tan prolongado, no sabíamos cómo iba a estar la gente. Nosotros estábamos haciendo buenos tiempos, pero no sabíamos cómo estaban los demás», comenta el palista del Náutico de Rodeira.

Pese a todo, el oro era el objetivo en Poznan. «Sabíamos que iba a ser una final bastante apretada porque había barcos de nivel y salimos bastante rápido, siempre tratamos de salir delante en los primeros metros, pero después, viendo la regata, no fue tampoco eso. Pensamos que habíamos hecho una carrera de más a menos, pero al final fue más constante de lo que habíamos pensando», comenta Graña, que formando tándem con el madrileño Alberto Pedrero, no tenía claro si habían ganado cuando cruzaron la meta. «Fue por una décima. Llegamos a meta y no sabíamos si habíamos quedado primeros, segundos o terceros». Al final se hicieron con el oro y además, con unos tiempos muy parecidos a los que atesoraban antes de la pandemia.

El tránsito entre el triunfo de Hungría y el Polonia no fue nada fácil para la pareja. Primero les tocó entrenar en casa por el confinamiento, que se alargó más de lo esperado, y llegado el verano todo fue «un poco extraño», precisa el cangués al tiempo que explica que «ya podíamos entrenar, pero en realidad nuestra forma no era la mejor».

Todo cambió cuando tuvieron constancia del calendario. El primer gran reto era superar el selectivo de 200 metros —«ante un barco muy fuerte con medallas en copas del mundo»— y el principal problema era la distancia de la pareja. Pablo, que cursa Ingeniería de Tecnologías Industriales aunque está centrado en el piragüismo, vive en Pontevedra, y Alberto Pedrero, en Madrid. La solución que fue el cangués viajase cuatro días a la capital y el madrileño le devolviese después la visita a la ría de Vigo. La apuesta funcionó, el barco se acopló de maravilla y llegado el selectivo, no fallaron. «Lo superamos para poder salir fuera».

Con el pasaporte preparado, volvieron a repetir la historia y con ese aprendizaje se plantaron en Polonia para ganar el oro en una final de los más apretada.

El C2 500 metros

El regreso hubiese sido redondo si el C2 200 fuese distancia olímpica y se plantasen en Tokio, pero ya sabían que no era así. «Es un poco injusto para los más velocistas que solo haya 1.000 metros, pero ya sabíamos de antes que iba ser así», dice Pablo sin pizca de resignación.

Porque también sabe que en París 2024 habrá un cambio y el C2 500 metros sí que tendrá la vitola de olímpico, y en esa distancia se pondrá a trabajar a partir de ahora. En dos semanas le espera una cita sub-23 y a continuación preparará con Pedrero el selectivo para el mundial absoluto de la distancia. «Parece que queda más, pero para clasificar el barco ya no queda tanto», comenta de unos Juegos Olímpicos que están a tres años vista, una visión real que quizás esté un poco distorsionada porque aún no se celebraron los Juegos de Tokio, una cita que seguirá a distancia, pero con dos medallas de oro absolutas al cuello.