Un proyecto hostelero en Vigo que nace en el peor momento del mundo y rodeado de obras en la zona cero

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

El chef Alberte Gutiérrez y la sumiller Pilar González inician juntos un inédito camino juntos, un maridaje perfecto de cocina y vino que aúna sus respectivos saberes en El Buen Vivir, en el entorno de la estación

03 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Detrás de las vallas que impiden el paso de peatones hacia la calle Alfonso XIII, un atrevido proyecto de hostelería da sus primeros pasos sin miedo al ruido ni al trasiego de vehículos y operarios que atienden a las cuatro grandes obras que tienen delante: el centro comercial Vialia, el túnel de Lepanto, la estación de autobuses y la remodelación de la plaza de la estación. Sin miedo. «En vez de deprimirnos, decidimos tomárnoslo como un reto y aquí estamos. Aprovechamos para reinventarnos en lugar de frustrarnos», señala el chef vigués Alberte Gutiérrez, que tras dejar atrás una etapa con su restaurante Hierba Luisa, se ha unido a la experta en vinos Pilar González para formar un tándem imbatible en el establecimiento de ella, la vinoteca El Buen Vivir.

El Buen Vivir by Alberte Gutiérrez, a la derecha, en medio del despliegue de obras pero con acceso habilitado para llegar (andando) al local en la rotonda de Alfonso XIII con Lepanto
El Buen Vivir by Alberte Gutiérrez, a la derecha, en medio del despliegue de obras pero con acceso habilitado para llegar (andando) al local en la rotonda de Alfonso XIII con Lepanto XOAN CARLOS GIL

El que forman es un dueto poco visto que une la excelencia en la cocina con el conocimiento exhaustivo del sector, de las uvas a las bodegas, de las catas a los maridajes perfectos. Pero hay una tercera pieza en el engranaje que tiene un poco de los dos, aunque en eso Alberte no tiene nada que ver. Es Jessica Sampedro, la hija de Pilar. La joven sigue a su madre en esta nueva aventura en la que ya estaba embarcada. Ahora, además, con la oportunidad de seguir acumulando conocimientos que mamó desde niña en casa, pero como su progenitora afirma, ya le venía de serie porque desde pequeñita olía los vinos y a los 6 años hacía tartas por su cuenta», revela.

Jessica está ahora entre los dos, absorbiendo saberes de uno y otro lado para construir experiencias con la comida y la bebida. «Son dos mundos que van de la mano», reflexiona el cocinero, que recuerda que, aunque de una manera vaga, empezaron a darle vueltas a la idea desde el 2017, cuando ya colaboraban, aunque de otra manera: ella le proporcionaba buena parte del vino que servían en su restaurante y «me asesoraba, porque mi fuerte es la cocina y yo en eso cojeo», reconoce añadiendo que era uno de sus puntos débiles en Hierba Luisa. «Aunque algo he aprendido y he hecho cursos, ahora tengo la oportunidad de mejorar cada día al lado de una maestra que sabe muchísimo y me da confianza y tranquilidad». Del otro lado, sin embargo, el chef no está tan por la labor de que su socia, aunque fue cocinera en el mítico Síbaris, entre alegremente en su territorio. «Cuando sea necesario, por supuesto, pero en principio queremos darle un sello muy personal a los platos y eso requiere un rodaje que se irá viendo», matiza y Pilar asiente ya que seguirá centrada en lo suyo, prestando atención a todo lo que se mueve en el sector.

En el nuevo proyecto que queda bautizado como El Buen Vivir by Alberte Gutiérrez, lo que estaba bien no se modifica. Como su concepto de tienda bar de características especiales. La clientela acude porque sabe que va a encontrar referencias distintas que las que tienen las grandes distribuidoras y que va a salir aprendiendo un poco más de vinos con la sumiller que siempre asesora. Y porque además de comprar botellas para llevar, tienen la posibilidad de degustarlas en el local, pero a precio de tienda, y acompañarlas con algo de picoteo. Eso se mantiene, pero la oferta culinaria aumenta en variedad. «La carta depende mucho de los productos de temporada. Hoy (por ayer) tenemos, por ejemplo, tenemos codornices en escabeche, salmón marinado y jarrete de ternera, y la idea es hacer patés, escabeches como el de mejillones con el que estamos ahora, boquerones en vinagre...», enumera explicando que se sirven en platillos en poca cantidad, para tomar en plan picoteo. «Y también para llevar, envasados al vacío», añade. «Lo que no damos son vinos por copa. Se piden por botella, pero lo que sobra, te lo llevas. Como si viene una persona sola», explica. Además, desde que abren a las 10 de la mañana, dan desayunos, brunch y comidas. «Por ahora abrimos hasta las 6 de la tarde de lunes a viernes y hasta las 4.30 los sábados y más adelante ya veremos», aventuran.

Mantequilla de Chantada, espinacas y hasta vajilla propia

Otra de las características del proyecto de Pilar, Alberto y Jessica es la búsqueda de productos de proximidad pero no solo por su cercanía sino por su excelencia. Así, rastrean por la comarca hasta dar con las mejores espinacas, andan detrás de una mantequilla que hacen en Chantada con leche de vacas Jersey o sirven el tapeo en una vajilla que hizo el mismo Alberte como aprendiz de ceramista. Con la vinoteca, el cocinero deja atrás el restaurante Hierba Luisa, que cerró en el confinamiento y nunca más abrió. «Volvía a abrir el 14 de marzo del 2020 tras un par de semanas de vacaciones , el 15 pasó lo que ya es historia y ya no reanudé la actividad. Hacía tiempo que pensaba dejarlo», reconoce.