Las restricciones trastornan a las palomas y obligan a «comer el pincho rápido» en los bares

María Jesús Fuente Decimavilla
m. j. fuente VIGO / LA VOZ

VIGO

mjg

La dependencia de las aves de la alimentación que les proporcionan los humanos hace mella

28 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Parece una denuncia recurrente, pero esta vez la diferencia es que tiene unas connotaciones distintas. Las palomas se agolpan en torno a algunas terrazas de hostelería del centro de la ciudad de una forma un tanto agresiva, según explican empresarios y clientes. «Nunca habían estado como ahora, incluso antes eran mucho peor las gaviotas», indican.

«Vienen más a mediodía, a la hora del aperitivo y los trabajadores se estresan porque tienen que estar continuamente vigilando para que no tiren todo lo de la mesa», comentan en el Cosmos, en la plaza de la Princesa.

«Estamos continuamente sacudiendo la sombrilla y espantándolas», añaden en el Lagarto Pintado, en Rosalía de Castro.

Ecologistas y veterinarios coinciden en que las palomas no son ajenas a la pandemia y sufren las consecuencias. «Cada vez hay más asfalto y menos zonas verdes y de esta forma no tienen donde comer; un ejemplo es la rúa Don Bosco, donde antes había muchas palomas y ahora es cemento, al contrario de lo que pasa en O Castro, donde hay muchas picoteando grano y vegetales», comenta Julio Valeiras, biólogo de la Asociación Galega de Historia Natural.

Para Antón Lois, de Amigos da Terra, está claro que hemos convertido a las palomas en dependientes al dejar de ser la base de su alimentación natural y tenerse que adaptar de forma desesperada a lo que caiga. De esta forma, dice, el cierre de los bares y la restricción horaria les ha afectado igual que lo ha hecho en los humanos, porque tienen menos tiempo para abastecerse.

También ha repercutido el hecho de que la gente salga menos de casa, incluida la que le daba de comer, sobre todo, niños y personas mayores. «En el momento que han recuperado ese recurso de alimentación en los bares se lanzan a la desesperada, no queda más que cortar el recurso artificial y comer el pincho rápido, es un error hacerlas dependientes», explica.

En un sentido similar se expresan en la clínica veterinaria Gallaecia. «El cierre de la hostelería les tuvo que afectar porque les faltaba una fuente de alimentación, no se acostumbran a mantenerse solas al estar en la calle, muchas veces con personas que les dan de comer. Hay palomas que ya no están acostumbradas a buscarse el alimento», comentan.

La Federación de hostelería cifró en su día en unos 500 euros mensuales las pérdidas que pueden causar al sector las incursiones de palomas y gaviotas.

Los empresarios reconocen que las aves tienen que buscarse la vida, pero sospechan que algo falla cuando se buscan el sustento en las mesas de las terrazas, fuera de su hábitat natural, máxime como ahora que lo hacen de forma desesperada.