La funcionaria del Sergas que espió el historial de su hija: «Me dio permiso»

e. v. pita VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

Vuelve a enfrentarse a cuatro años de cárcel tras anularse su absolución

21 jul 2023 . Actualizado a las 20:55 h.

La quinta sección de la Audiencia de Pontevedra, con sede en Vigo, repitió ayer el juicio a una administrativa del Sergas acusada de husmear en el historial clínico digital de su hija a través de la red informática del hospital Xeral-Cíes entre el 2012 y el 2014. Fue absuelta en un juicio en el 2019 pero el TSXG revocó la sentencia porque el tribunal vigués no explicó sus argumentos. En esta ocasión, la sala de Vigo estuvo integrada por tres magistradas de Pontevedra, presididas por Nélida Cid, que se desplazaron a la ciudad a reemplazar a su colegas, retirados del caso.

La madre, M.J.O.A., se sentó ayer en el banquillo para enfrentarse a cuatro años de cárcel y 9 de inhabilitación para su oficio como supuesta autora de un delito de descubrimiento de secretos. Su hija pide más pena y 15.000 euros de indemnización.

La Fiscalía acusa a la madre de 68 accesos ilegales al sistema informático para husmear en el expediente de su hija mientras esta vivía en Canarias con su pareja. La progenitora tenía acceso en calidad de funcionaria del Sergas, pues tramitaba las listas de espera en el servicio de admisiones del hospital y podía entrar en la base de datos con su tarjeta digital. Solo podía leer pero no borrar ni cambiar nada.

La madre alegó que realizó las consultas a petición de su hija, la cual vivía en Canarias pero tenía su expediente en Galicia y necesitaba pedir citar o que le prescribiesen recetas o medicamentos para ir a la farmacia. «Me dio permiso», dijo. Veía «mal» de salud a su hija porque tuvo un aborto, sufrió malos tratos, cayó en el consumo de cocaína, padecía ansiedad, estaba a tratamiento y tuvo trastornos alimentarios. Achacó la denuncia a una «persona peligrosa» cercana a la hija.

La hija, por contra, negó que tuviese relación alguna con su madre desde el 2012 ni que consintiese las consultas. Asegura que a los 19 años se fue de casa con su novio, con el que sigue y tiene una hija. Definió a su progenitora como «controladora» y «manipuladora». Negó que sufriese malos tratos y acusó a su familia de querer internarla. Mientras declaraba incurrió en posibles contradicciones y dos hombres del público gritaron: «¡Mentira!». El abogado de la madre mostró una entrevista a la hija en La Voz como víctima de malos tratos pero ella lo negó.

La joven contó en el juicio que descubrió que alguien husmeaba en sus expedientes porque faltaban documentos, vio anotaciones al margen con la letra de su madre y «enfermedades que yo no tenía». Por la calle, la gente le preguntaba por dolencias que solo ella sabía y sospechó.

Una inspectora del Sergas confirmó en el juicio que hubo accesos irregulares porque la madre firmó las entradas a la base de datos como una consulta profesional cuando en realidad tenía un fin personal. El Sergas archivó el caso porque no hubo divulgación de los datos ni quedó probada la falta de consentimiento, ya que la hija no acudió a la cita para ratificar su denuncia.

La madre cree que la querella contra ella se debe a que su hija volvió a caer en el consumo de drogas y necesita más dinero.