La hostelería abierta no es un coladero

María Jesús Fuente Decimavilla
maría j. fuente VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

Universidad, hospitales, empresas y organismos públicos controlan accesos

28 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Si alguien piensa que las escasas cafeterías y comedores abiertos podrían convertirse en un coladero para todo tipo de clientela, está equivocado. Facultades y escuelas universitarias, hospitales, empresas como Citroën y organismos públicos como Hacienda, controlan el acceso.

Al contrario de lo que cabría esperar, las cafeterías del centro comercial del campus han perdido clientela. Un vigilante de seguridad no quita ojo a la entrada. «Comparado con lo que había antes, no hay mucha gente. Para llevar se vende poco, porque los que vienen se quedan aquí», dicen los responsables de Di la Mamma. «Se nota menos afluencia, los funcionarios están al 50 % y a la gente que le queda lejos se queda en la facultad», corroboran en Lamarita Café. «Hay menos gente, suben menos los estudiantes», comentan en Tuypan.

La misma impresión da la cafetería de Escuela de Telecomunicaciones, poco concurrida y con una advertencia seguida tras otra en sucesivos carteles: «O uso da máscara é obrigatorio», «En cumplimiento de la normativa de la Xunta de Galicia relativa al covid-19, las cafeterías y comedores de la Universidad de Vigo tendrán acceso restringido a los miembros de la comunidad universitaria», «Solo está permitido una persona por mesa», «Mantengan la distancia y no se apoyen en la barra».

Apenas cinco personas consumen en otras tantas mesas con la única compañía de los ordenadores. Hay más ambiente en la sala de la delegación de alumnos. «No me planteo utilizar la cafetería en el tiempo libre. La necesitas para comer por si tienes un examen y no te da tiempo a ir a casa y volver, porque echas 40 minutos en el trayecto», comenta Alfredo González, portavoz eventual de los compañeros que en ese momento se encuentran en la delegación. En la actualidad les permiten llevar el táper de casa a la cafetería. «Antes mucha gente comía en el vestíbulo, pero ahora no se puede al tener que estar con mascarilla».

Los universitarios de Teleco no detectan gente de fuera en la cafetería, ni tampoco a los compañeros, «porque la gente está muy concienciada de que no es un servicio para pasar el tiempo, aunque teniendo en cuenta las peculiaridades del campus, las cafeterías son necesarias», indican. Sobre la situación con motivo de la pandemia, explican que «en dos ocasiones quisieron cerrar las cafeterías, después dijeron que eran para profesionales del sector público, lo que significaba permitir el acceso a los profesores; pero, la Universidad pensó que formamos parte de la comunidad universitaria y se nos permitió el acceso. Hubo denuncias, vino la policía a la Universidad, se celebraron reuniones con la Xunta, que aceptó el criterio, volvió la policía y decía que no había un texto oficial, se volvió a solicitar y así están las cosas», comentan.

M.MORALEJO

«Tomamos un café mientras operan a mi madre de cataratas»

Igual que en la Universidad, tampoco las cafeterías de los hospitales son un refugio para los nostálgicos de la hostelería. Y eso que no solo prestan servicio al personal, sino también a la clientela externa. El objetivo es atender a los familiares de pacientes que acuden de los distintos municipios del área sanitaria de Vigo, a los que causaría un gran perjuicio encontrarse con la puerta cerrada. Muchos se ven obligados a comer en los centros hospitalarios.

Luis y Rosario son de A Guarda y hacen tiempo en la cafetería del Meixoeiro. «Tomamos un café mientras operan a mi madre de cataratas», comentan. Otros, como Benito Rodríguez y Carmen Saavedra, de Vigo, aprovechan la cita del oftalmólogo: «Se agradece poder tomar un café». Lo mismo dicen María Fernanda y Lourdes, quienes, por separado, hacen tiempo para las consultas externas.

En el Nicolás Peña la cafetería solo abre de lunes a viernes, mientras que en el Álvaro Cunqueiro y el Meixoeiro el servicio se presta toda la semana. Povisa aprovechó el espacio de la cafetería para la realización pruebas.

En Citroën mantienen el comedor abierto con estrictas medidas de seguridad: mesas marcadas para uso individual. Las áreas de descanso están señalizadas y en el caso de la exterior, los bancos guardan la distancia estipulada. Las fuentes de agua potable han sido protegidas de tal forma que solo se puede hacer a ellas con vaso y pisando un pedal para impedir beber directamente del caño.

En la cafetería de la delegación de Hacienda, a la que habitualmente acuden los trabajadores de ese organismo y sus vecinos de los juzgados, ahora no se permite la entrada a personas ajenas. De ello se encarga el personal de vigilancia, quien requiere la identificación en la entrada.