Los furanchos del área metropolitana avisan del peligro de extinción

María Jesús Fuente Decimavilla
maría j. fuente REDONDELA / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

Unos locales optaron por cerrar y otros acumulan vino de la temporada anterior

14 nov 2020 . Actualizado a las 21:43 h.

Los furanchos, el último eslabón de la cadena hostelera, corren peligro de extinción. Les pilló la primera ola del covid y ahora les pillará la segunda. El 1 de diciembre empieza la temporada y todo indica que se verán con la manos atadas para abrir la puerta. Muchos del área metropolitana cerraron en la anterior campaña, otros se reconvirtieron y algunos ya avisan ahora de que están dispuestos a no abrir más si las cosas se tuercen y se siguen complicando. Buena muestra es que en municipios como Redondela, de los 46 locales federados solo abrieron 12 la temporada pasada.

Para empezar, algunos que solían estrenarse a modo de ensayo por San Martiño, este año han tenido que hacer de tripas corazón y esperar al próximo santo. Con mucha suerte podría ser San Blas.

El comité de la Federación de Furancheros de la provincia de Pontevedra se reunirá la próxima semana para abordar los problemas. En total, en los municipios del área hay en torno a un centenar de furanchos federados, al margen de los que van por libre o son ilegales. En toda Galicia los asociados suman entre 350 y 400.

«Mientras estemos en plazo, como sucede hasta ahora, no hay problema. Lo malo es que empiece la temporada, que va del 1 de diciembre al 30 de junio, y no podamos abrir. El año pasado se autorizó también el mes de julio, aunque intentamos que fuera más tiempo, pero no nos lo concedieron», comenta el presidente de la federación, José Luis Videira.

En algunos furanchos muy típicos, como el Pichirico, en Cangas, admiten que la cosa no pinta nada bien. «Está complicado, el año pasado conseguimos vender todo el vino, pero porque era una cosecha pequeña y pudimos abrir en verano», explica su responsable. En un sentido similar se explican los propietarios de A Garonda, de Redondela. «De momento está todo en el aire», dicen. Más tajantes se muestran en O Furancho de Nieves, también de Redondela. «La temporada pasada no abrimos, vendí solo para casa, pero se embotelló y ahí está. Como siga así, no abro, porque lo primero es lo primero, somos mayores», indica la dueña.

También ve muy mal el panorama el Pedrapinta, en Mos. «Está todo en el aire este año, muy fastidiado, igual no puedo abrir, la vez anterior ya fue solo para clientes allegados».

O Alternativo, en su día muy conocido en Mos, cerró hace tiempo el furancho y lo reconvirtió en tapería, que también ha optado por cerrar.

Lo que tienen claro la mayoría de los furancheros es que no pueden seguir acumulando vino de un año para otro, una situación provocada, bien por tener los locales cerrados, o por no poder venderlo, dadas las circunstancias, al no ser capaces de contactar con particulares. José Luis Videira advierte que hay muchos locales ilegales y que es a esos a los que ellos, no solo no defienden, sino que creen que es necesario controlar.