La empanadilla que enamora a generaciones

VIGO

M.MORALEJO

El Bar Carballo atesora una receta que ha generado consenso durante cuatro décadas. «No vendemos menos de trescientas unidades al día», presume Alberto Estévez

20 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Harina, sal, huevos y levadura. Y luego aceite, cebolla, pimiento y ternera gallega. Como sugerencia, la cebolla debe estar finamente picada y la carne debidamente desmenuzada. Cualquiera podría intentarlo, pero no sabrían igual. Cuando se le pregunta a Alberto Estévez Álvarez, uno de los socios del Bar Carballo, por el secreto de sus empanadillas, no sabe muy bien a qué remitirse. «No es más que la receta de toda la vida», confiesa el responsable del establecimiento. «La masa la hacemos en el propio local, a la vista de todo el mundo, y el sofrito podría verse potenciado por el hecho de freír las cebollas y los pimientos en cantidades de quince kilos a fuego lento. Además, no son horneadas, son fritas», detalla el hostelero, intuyendo por qué gustan tanto.

Cuesta creer que no exista algún secreto de las reinas de la carta del Carballo. Imponentes e hipertrofiadas de aire en un plato blanco sin mayor adorno (porque no les hace falta), lo cierto es que de ellas gustan hasta los bocados de masa que apenas llevan condimento. Por la forma en la que su carne picada deleita al paladar, les suelen perdonar, incluso, que impregnen de olor las manos y la ropa con la que los clientes entran en el local.

Por poner etiquetas, que están muy de moda, las empanadillas de este bar de los ochenta se han ganado, durante cuatro décadas, el sobresaliente de pijos, intelectuales, perroflautas, gais, heterosexuales, ejecutivos, abuelas, abuelos, adolescentes, vigueses y turistas. Son uno de los pocos elementos capaces de crear consenso y poner de acuerdo a la sociedad actual. Todo un don.

A día de hoy, son tres los establecimientos de Vigo que comparten, con orgullo, el nombre de Bar Carballo. El del centro, situado en el número 3 de la calle Manuel Núñez, es el que lleva más años abierto, «el Carballo de referencia». Junto a Estévez Álvarez, lo regenta Antonio Alonso Alonso.

El de al lado de la Farola de Urzaiz, como dirían los locales, nació en el año 1982 y la historia de su carta «es un asunto curioso», dice con gracia Estévez Álvarez. «Llevamos 38 años con los tres productos de siempre: la tortilla, los calamares y las empanadillas», explica. Estas últimas son el producto que más venden.

«Todos los socios amasamos y cocinamos empanadillas», alega Estévez Álvarez para admitir que la clave de su sabor no depende de ningún tipo de cocinitas experto. «Y los equipos de cocineros con los que contamos también conocen el proceso».

Aunque al socio le resulta difícil cifrar una cantidad exacta de cuántas unidades de este pedacito de cielo venden cada día, apunta a que «nunca menos de 300». «Hay gente que viene y que, de una sentada, se come ocho. Es cierto que son pequeñas, pero hay que tener estómago», dice el responsable. «También recuerdo a una pareja de chavales que, siempre que vienen, se piden una tortilla entera para cada uno», añade ante el asombro que sabe que puede causar.

El Carballo 3, situado en la avenida da Florida, es el más solicitado cuando juega el Celta.

A medida que Galicia avanzaba en la desescalada, un detalle que llamó la atención a muchos vigueses fue el hecho de encontrarse al Bar Carballo cerrado. Durante todo este tiempo, los socios no se unieron a la moda del servicio a domicilio. «Ofrecemos la posibilidad de prepararlo para llevar, pero no disponemos de un sistema de entrega en el hogar y tampoco creo que nos vayamos a aventurar en este mundo», confiesa uno de los gerentes del centro.

De invierno a primavera, es difícil encontrar mesa en el Bar Carballo en hora punta. Un asunto incluso algo más complicado ahora por haberse visto obligados a reducir la cantidad de mesas a la mitad para garantizar las medidas de protección entre comensales. Igualmente, las cartas que solían ofrecer a los comensales, también han sido sustituidas por códigos QR para acceder a los menús digitales.

Producto que ha enamorado a clientes de toda España.

La experiencia les ha demostrado que los vigueses son clientes fieles, pero Alberto Estévez Álvarez también destaca una cantidad considerable de turistas como comensales. «El boca a boca sigue funcionando. Los visitantes preguntan a gente de aquí por un sitio en el que degustar comida rica, de aquí y a buen precio, y los envían hasta nuestro local», agradece el socio.

Como tendencia, apunta que la mayoría de turistas son del resto de España y que, por su ubicación, suele ser el establecimiento del centro de la ciudad el que recibe mayor cantidad.