Vigo se queda sin albergues para el Camino portugués por la costa

María Jesús Fuente Decimavilla
María J. Fuente VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

Las asociaciones de vecinos de Saiáns y Freixo no abrirán este verano sus puertas

05 ago 2020 . Actualizado a las 22:31 h.

Los albergues de las asociaciones de vecinos de Saiáns y Freixo (Valadares) resolvían la falta de este tipo de oferta en Vigo para los peregrinos del Camino portugués por la costa. Ambos cerraron sus puertas en marzo a consecuencia de la pandemia, como lo hicieron el resto de establecimientos. La diferencia es que las entidades vecinales de estas dos parroquias viguesas han decidido no levantar el cerrojo este verano, como por el contrario han hecho otras iniciativas privadas e incluso públicas.

«Estuvimos mejorando algunas cosas que faltaban, pero no vamos a abrir hasta que esto no se arregle. Y eso que nos llama gente todos los días y últimamente, más. Ayer mismo nos llamaron tres chicas portuguesas que querían reservar para diez. También anteayer lo hicieron unos holandeses. Llaman, sobre todo, extranjeros; desde que abrieron las fronteras, muchos portugueses», comenta el presidente de la asociación de vecinos de Saiáns, Xurxo González. Él mismo se sorprende de que con la situación actual aún haya gente que se anime a hacer el camino. «Cuando se lo digo, me responden que no se enteran, que se olvidan de todo. Me extraña, porque la cosa no es broma», dice. La demanda no impide que la asociación tenga muy claro que no abrirá este verano para garantizar la seguridad de los peregrinos.

 Freixo

Como el anterior, también cerró sus puertas en marzo el albergue de la asociación de vecinos de Freixo, en la parroquia de Valadares. Y también como el anterior, no tiene idea de abrir este verano. «Hasta que no se calme la cosa seguiremos cerrados. Llama todos los días un mogollón de gente, la mayoría españoles, también portugueses y algún francés. Se quejan de que les cueste tanto encontrar algo para dormir en Vigo. Tengo el teléfono en silencio porque no para de sonar y me vuelven loco. Alguno hasta me falta al respeto. Cuando les digo que está cerrado me responden que entonces para qué les cojo el teléfono», explica el presidente de la asociación de vecinos, Jesús Rodríguez.

Dudas de que el centro que se construye en O Berbés esté terminado en enero

A estas alturas y dada la trayectoria de la obra, tendría que producirse un milagro para que el albergue público de peregrinos que proyecta la Xunta en O Berbés esté terminado el 1 de enero del 2021 con la llegada del Xacobeo.

Desde la administración autónoma aseguran que la obra no está parada, pero desconocen el retraso que lleva. Si bien es cierto, nunca se especificó el mes de la conclusión, solo el año.

No hay más que repasar los plazos para dudar de su finalización. El anuncio de la cesión de los terrenos del consorcio del Casco Vello a Turismo Galicia se produjo en mayo del 2018. Un año más tarde llegó la presentación del proyecto y el inicio de la licitación. En agosto del mismo 2019 recibió la licencia del Concello y en octubre se iniciaron las obras. Apenas un mes después se enfrentó al primer traspiés, el desplome del muro de un edificio contiguo, lo que obligó a reforzar más los trabajos. Desde entonces la actuación ha pasado por altos y bajos y se diría que discurre a cámara lenta. También se está tomando su tiempo el Concello en la señalización del Camino portugués por la costa a su paso por Vigo. Criticado por los responsables de la Consellería de Cultura por no dar permiso para colocar las señales, el gobierno municipal respondió que la señalización era un proyecto propio en el que estaba trabajando el Concello. De momento las únicas señales que aparecieron el pasado junio fueron improvisadas, no oficiales, y salpicadas por algunas calles.

 Características

El albergue incluye el número 5 de O Berbés (donde se situaba el antiguo restaurante O Pescador) y el 9 de Peñasco, aunque conforman un solo inmueble. Tendrá cerca de 90 plazas y Turismo de Galicia se encarga de la rehabilitación del edificio y del mantenimiento, en lo que se invertirá en torno a un millón de euros.

En total, la parcela suma 258 metros cuadrados entre las dos edificaciones con sus frentes y conectadas por la planta baja y el primer piso, de ahí que en el proyecto del albergue se trate en conjunto.

El edificio fue adquirido en su día por 350.000 euros por el consorcio del Casco Vello, participado en un 90 % por la Xunta y en un 10 % por el Concello.

En toda el área metropolitana solo existe un albergue público para el Camino portugués por la costa, situado en el municipio de A Guarda. El establecimiento acaba de abrir sus puertas de nuevo tras el paréntesis de la pandemia con estrictas medidas de seguridad y solo 16 plazas de las 36 que acostumbra a ofertar. De momento la llegada de peregrinos ha sido insignificante, incluso ha habido días de no pernoctar nadie. Al margen de los anteriores existen alternativas privadas con buenos precios en este mismo Concello y en otros.

«En julio caímos en picado, hemos retrocedido casi 20 años en el número de peregrinos»

La ruta portuguesa, tanto por la costa como por el interior, ha experimentado un desplome en lo que va de año, según indican las cifras de la Asociación de Amigos del Camino Portugués. El pasado julio hicieron el recorrido por ambas alternativas solo 347 peregrinos, nada que ver con los 2.800 del mismo mes del 2019. Como dato curioso, el albergue de Pontevedra redujo su oferta de 72 a 22 camas para garantizar la seguridad de los peregrinos y solo logró llenar un día.

«El año pasado sacaron la compostela del Camino portugués 95.000 peregrinos y para este año esperábamos llegar a los cien mil antes de que se produjese la pandemia. Con esta situación, a ver si llegamos a los 16.000, las cifras del 2004. Hemos retrocedido casi veinte años», comenta el presidente de la entidad, Celestino Lores.

Las medidas extremas de seguridad y la oportunidad que se ofrece de reservar en agosto a través de una aplicación de la Xunta, algo que hasta ahora no se podía hacer, no se traduce de momento en afluencia de peregrinos. «Al llegar, se les mira la temperatura antes de entrar. Si está un poco alta se espera a que se les pase el sofoco del sol y de la caminata y se les vuelve a tomar. Si es alta, no entran. Se reserva hasta las tres de la tarde y de cinco en cinco personas», añade Lores. Confía en que la gente le pierda el miedo al Camino al ser una expresión de libertad y poder andar sin problema.

Los peregrinos que se acercan por el albergue de Pontevedra son españoles, portugueses, algún que otro alemán e italiano.