Pontevedra es la única provincia sin el mínimo de camas que exige Sanidad

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

La Xunta dijo al Gobierno que contempla trasladar pacientes a A Coruña

03 ago 2020 . Actualizado a las 19:51 h.

La provincia de Pontevedra es la única de Galicia que no llega al mínimo de camas exigido por el Ministerio de Sanidad en su plan para el control de los rebrotes. Desde que el Gobierno central, todavía con el estado de alarma activo, empezó con la desescalada por fases, ha requerido a las comunidades autónomas que se doten de planes para que cada provincia pueda disponer en menos de cinco días de entre 37 y 40 camas por cada diez mil habitantes. Finalizada la desescalada, esa cifra aparece en el documento pactado entre el ministerio y las comunidades en la reunión del Consejo Interterritorial de Salud del 16 julio, conocido como plan de respuesta temprana para el control de la epidemia por covid-19. Pero Pontevedra no llega a las 37.

Así consta en los documentos oficiales que la Xunta fue remitiendo al Ministerio de Sanidad para que este autorizase los sucesivos cambios de fase en los meses de mayo y junio, que permitían cada vez más movilidad, más reuniones, más actividades económicas y, finalmente, el levantamiento del estado de alarma. En esos documentos, el Gobierno gallego reconoce que tiene disponibles 36 camas por cada 10.000 habitantes y que, por lo tanto, está por debajo de las 37 requeridas. Ni siquiera la construcción del Álvaro Cunqueiro, abierto en Vigo hace cinco años, ha paliado este déficit. A Coruña tiene 43, Ourense dispone de 40 y Lugo cuenta con 39.

Las cifras oficiales del Catálogo Nacional de Hospitales, una publicación con datos recopilados por el Ministerio de Sanidad, indican que en la provincia de Pontevedra hay 3.183 camas de hospital. Esta cifra tiene en cuenta todas las camas que existen en los trece hospitales registrados en la provincia, públicos y privados, incluyendo los centros psiquiátricos para estancias de larga duración. Las últimas cifras oficiales de población constatan que en Pontevedra viven 942.665 personas. Según esos datos, en la provincia hay algo menos de 34 camas por cada diez mil habitantes, un indicador que está incluso por debajo de lo que el Sergas ha trasladado al Ministerio de Sanidad.

Durante la etapa dura de la crisis del coronavirus, todos los hospitales gallegos diseñaron planes de contingencia que permitían incrementar la dotación de los hospitales instalando más medios materiales. Así que podrían crecer. También en su día se estudió la opción del Instituto Ferial de Vigo (Ifevi) y hasta se diseñó un plan de traslado, con unas 200 camas. Puede ser con esas camas como se alcanzarían las citadas 36 por cada diez mil habitantes. Aun así, son insuficientes.

Pero el Ministerio de Sanidad fue validando los planes del Sergas, aunque reconociesen que no cumplía los mínimos. ¿Por qué? Porque la Xunta le dijo al Gobierno central que tiene una solución para la falta de camas en la provincia. «El plan de contingencia de asistencia hospitalaria prevé la posibilidad de llevar a cabo movimientos de pacientes entre centros sanitarios», rezan varios documentos oficiales del Ministerio de Sanidad, que hacen referencia a los argumentos de la Xunta. «Por lo tanto, si faltaran camas en Pontevedra, se podrían derivar los pacientes a la provincia de A Coruña», explica.

De esta manera, la Xunta agrupa la dotación de camas de las dos provincias y concluye que hay 38 plazas por cada diez mil habitantes sumando las dos provincias, suficiente para entrar en las ratios marcadas. Entre ambas tienen 7.959 plazas para hospitalización. De nuevo, según el Catálogo Nacional de Hospitales, en la realidad hay menos, pero se compensan con los planes de contingencia para dotarse de camas extras. 

El caso de Deza y la movilidad

En realidad, el movimiento interprovincial es algo habitual en la sanidad gallega y en la provincia de Pontevedra en particular. Los 50.000 habitantes de las comarcas de Deza y Tabeirós, así como los 7.000 de Valga tienen su hospital de referencia en Santiago de Compostela. La realidad sanitaria gallega trasciende el ámbito provincial, ya que se organiza por áreas sanitarias, con un reparto geográfico centrado en los entornos de las siete grandes ciudades de la comunidad.

Con todo, en los documentos oficiales no se hace referencia a esto, sino que se da a entender que se prevé el traslado de personas ingresadas. Esto es lo que hace distinto este escenario, porque un habitante de Lalín, nunca ingresaría en un hospital de Pontevedra, sino que iría directamente a Santiago, de modo que no habría realmente ningún traslado. Y la Xunta sugiere que los hará.

Las plazas de críticos sí llegan al estándar fijado

Aunque el número de camas convencionales con las que cuenta la provincia de Pontevedra está por debajo del estándar que exige el Ministerio de Sanidad, esta situación no se repite en las camas de cuidados críticos. El plan para atajar los rebrotes exige a las autonomías que cada provincia tenga capacidad de disponer en cinco días de entre 1,5 y 2 camas de críticos por cada diez mil habitantes. Dentro de este paquete se incluyen las camas de uci y también las de las salas de reanimación anestésica, donde se ingresa durante unas horas a los pacientes que salen de una operación con anestesia general y también a aquellos que necesitan cuidados críticos después de haber sido intervenidos.

En Pontevedra hay 1,9 camas de este tipo por cada diez mil habitantes. En Lugo y en Ourense son 1,7 en ambas provincias. A Coruña está por delante, con 2,1 camas. Esto supone que en Pontevedra hay 179 camas de críticos. En principio, si se hace caso a la filosofía del plan contra los rebrotes, todas esas plazas de hospitalización deben disponer de ventilación mecánica (respiradores) para ayudar a los pacientes a hacer el trabajo de los pulmones cuando estos ya no dan más de sí.

En este caso, la Xunta no dice nada de movilidad interprovincial de pacientes críticos. De nuevo los habitantes de Deza y Tabeirós que tienen que entrar en una uci son tratados en la capital de Galicia y, por tanto, en otra provincia. 

Ingresos en quirófanos

Durante la época dura de la epidemia del coronavirus, uno de los principales miedos de los gestores era que las ucis se colapsasen. Al ritmo que crecía la epidemia, se intuía que esto podía suceder en el mes de abril. Era un miedo fundado en la situación que se vivía en Madrid y en Cataluña, donde las ucis estaban a rebosar. Por eso, cada hospital diseñó planes de contingencia que preveían la expansión de las ucis hacia otros lugares. Se utilizaron las salas de reanimación de anestesia. Pero incluso se llegó a plantear la posibilidad de ingresar a los pacientes en quirófanos, lugares donde jamás se hospitalizaría a nadie en condiciones normales, pero que están dotados de respiradores y que, por lo tanto, tienen capacidad para mantener con vida a los pacientes más delicados.

Finalmente, no fue necesario utilizar estas instalaciones, ya que a partir del 5 de abril el número de personas ingresadas en las ucis comenzó a remitir de manera constante.