Vecinos de Coruxo reclaman playas para perros rotatorias

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

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Protesta en la playa de Calzoa
Protesta en la playa de Calzoa Alejandro Martínez

La mayoría de los residentes han dejado de acudir a los arenales de A Calzoa

01 ago 2020 . Actualizado a las 08:42 h.

«Ya que hay que sufrirlas, que sea de forma compartida». Así se expresa, Carolina, vecina de Coruxo, recogiendo el sentir general de los vecinos, que ya han transmitido al Concello sin obtener respuesta. Los vecinos del entorno de la playa de A Calzoa están mayoritariamente cansados de que el arenal más próximo a sus casas se abra cada año a los perros y piden un desahogo.

«Es una aberración tener una playa así tan cercana a las casas, que supone una molestia de la mañana a la noche. Despertarse con ladridos de perro y acostarse con ladridos de perro», afirma Lucía otra vecina de la zona, que reconoce que ya no puede llevar a sus hijos a esta playa. «Te atacan por todas partes. Tenemos niños pequeños y les corren encima y si bajan hinchables, se los muerden. Creo que las playas para perros deberían estar más apartadas y no esta, que es familiar y es inviable y una molestia continua para los vecinos», añade. Por eso ven con buenos ojos poder descansar alguna temporada y que el testigo pase a otros arenales. «Que haya tres o cuatro playas y se vaya rotando», insiste también Iago Fernández, otro vecino del entorno.

Muchos residentes de la zona han dejado de acudir a esta playa que formaba parte de sus vidas.

«Hay gente que resiste porque es luchadora y se niega a que la echen de aquí. El alcalde no tuvo en cuenta a los vecinos que viven aquí, ni obedeció a criterios medioambientales», señala otra vecina de la zona, que participó recientemente en una concentración vecinal en contra de tener la playa para perros de todo Vigo y su área. «Soy nativa de Coruxo de toda la vida. Tengo 69 años y me parece fatal que esta playa, con la biodiversidad que tiene, sea para perros. Dejé de venir aquí por eso, señala.

Carolina reconoce que también dejó de acudir a los arenales. «Hace dos años que no vengo porque no hay manera. No puedes poner un cartel a un perro para indicarle por donde no puede pasar. El impacto es bestial y nos encontramos totalmente desprotegidos», señala. Esta ciudadana critica que desde el Ayuntamiento no se les ha dado ninguna opción. «El concepto de playa no solo es tomar el sol, es venir a relajarse y eso es imposible. Se hacen pis, caca y hay dueños más responsables que otros», afirma.

Los residentes piden una mayor conciencia cívica a muchos dueños de perros que no cumplen las normas. «La gente hace lo que le da la gana. Ve los prohibidos y pasan igual. También los duchan. Es un desmadre», afirma Neli.

«A mi nieta le rompió un labio un perro», señala Conchi. Otro padre de familia señala que un perro le rompió el balón a su hijo y quedó traumatizado. Otra ciudadana señala que su madre tiene Alzheimer y que esta situación no le ayuda en nada. Los vecinos están cansados de quejarse por las molestias que les ocasionan los perros en la playa.

Espacio perdido

Los residentes de Coruxo sienten que han perdido este espacio. «Llevo 53 años aquí. Mis hijos se criaron en esta playa y ahora no se puede venir. Los perros molestan porque son más que personas. Se meten debajo de las piernas. Tengo miedo. No guardan distancias ni normas», señala también María del Carmen.

Esperanza afirma que siempre ha acudido con los niños a la playa, «pero ahora es un Cristo, porque los perros cagan, la gente no recoge la caca, te pasan por encima de la toalla y no dejan descansar a los vecinos», señala. Los vecinos de A Calzoa reciben el apoyo de Ecologistas en Acción. Su portavoz, Cristóbal López, señala que el Concello hizo una mala elección aprobando este arenal para los perros. Considera que tiene que recapacitar porque relacionar a los perros con el medio marino «está cogido con alfileres porque no es su entorno natural». Podrían tener su zona en el medio del monte y no en una playa que tiene un alto valor ecológico junto a la desembocadura del Lagares y en la que «había pájaros, hasta nutrias y ahora huyen porque no lo ven un lugar seguro».

La bióloga Ana Prado Comesaña señala que la presencia de los perros ha afectado a la fauna y a la fauna de la playa. «A día de hoy es raro ver gaviotas o cormoranes, que era lo más típico. Disminuyó el número de especies y de individuos», afirma.

Los vecinos piensan agotar todas las vías para que el Concello reconsidere su postura y les libere de ser la playa para perros.