Fallece Macamen Blanco, un referente de la lucha feminista desde los años 80

Begoña Rodríguez Sotelino
b. r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

Fue una de las fundadoras de Alecrín, farmacéutica y defensora del legado del arquitecto Bar Boo

23 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El feminismo se despertó ayer de luto por el fallecimiento de Macamen Blanco, una de las pioneras del activismo en Galicia cuando defender los derechos de las mujeres era sospechoso y dotaba inmediatamente de cuernos y tridente a las que se posicionaban por la igualdad como si no fuera lo lógico. Y aunque fue una de las pioneras del feminismo en Galicia, a Macamen Blanco Gracia no le importaba ser conocida como «la viuda del arquitecto José Bar Boo». Ella siempre aprovechaba para defender su rico universo creativo cuyo legado, consideraba, no había sido demasiado promocionado aunque estaba segura de que «la siguiente generación de arquitectos lo valorará más».

Militante de la Junta Democrática de Vigo, fue galardonada en el 2006 como Viguesa Distinguida. En realidad ella era aragonesa, de la localidad zaragozana de Cariñena, pero a veces los de Vigo, como los de Bilbao, nacen donde les da la gana y Macamen era una mujer que se conocía su urbe de adopción como la palma de su mano. Se ganó a pulso la ciudadanía desde que se estableció en 1959 junto a su marido tras recibir el encargo de proyectar el edificio Plastibar. Ella disfrutaba de las imaginativas edificaciones del autor ya que finalmente residirían en ese inmueble en la calle Marqués de Valladares que albergó durante muchos años el Colegio de Arquitectos. «Es una casa muy vivida, donde crie a mis tres hijos y a dos perros», confesaba en una entrevista en La Voz.

Farmacéutica de carrera y analista clínica por oposición, en 1977 se presentó a unas plazas del Servicio Nacional de Salud y ganó la suya en el ambulatorio de Coia, donde estuvo hasta jubilarse en el 2000. Fuera del entorno laboral se situaba en el ala progresista (vivió intensamente la política activa como militante del PSOE en los 70) y se definía como feminista por convicción. «Soy feminista desde que a los 6 años le oí a mi abuelo decirle a mi padre que a ver si le daba algún nieto, que las niñas no servían para nada», decía. Ese malestar se acrecentó en su etapa universitaria al ver cómo las estudiantes eran marginadas de la investigación. Estuvo trabajando a principios de los 80, desde su creación, en el desaparecido Grupo de Estudios sobre la Condición de la Mujer, Alecrín, donde tuvo cargos de responsabilidad en un colectivo referente en la lucha. Su labor propició la creación del actual Centro de Estudios Feministas en la Biblioteca Central, la Casa de Acollida para maltratadas, la Casa de Día para mujeres prostituidas, los premios Alecrín Alacrán y cientos de actos culturales y sociales.