Maite Isla: «Vas a los campamentos saharauis y oyes a niños hablando en gallego»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Conoce a las más de 300 familias acogedoras por su nombre. En 25 años han viajado a Galicia 9 mil niños del programa Vacaciones en Paz que este año se ha suspendido

11 jul 2020 . Actualizado a las 22:24 h.

«La gente me pregunta si el momento más feliz es cuando los niños saharauis llegan a Galicia, yo siempre digo que el momento más feliz para mí es cuando se van, y veo que pueden regresar sanos a sus hogares y abrazar a sus familias». Maite Isla (Mondariz, 1954) es el nexo que acorta los 2.000 kilómetros que separan Galicia del Sáhara, como presidenta de Solidaridade Galega co Pobo Saharaui. El pleno aprobó ayer dar a la asociación el galardón de Viguesa Distinguida por su labor durante más de 25 años. Un cuarto de siglo en el que más de 7.000 familias gallegas han abierto sus casas a más de 9.000 menores del programa Vacaciones en Paz. Unas vacaciones en las que los niños alivian el calor del desierto pero también descubren un nuevo mundo, distinto de los campamentos en los que viven, donde aprenden lo que es un paraguas o un árbol. «Allí ahora están a más de 50 grados, en pleno desierto. A día de hoy ya todos tienen referencias de la vida aquí pero al principio se sorprendían con una escalera o con un grifo de agua», explica Isla.

Esta mujer, nacida en Mondariz y residente en Ponteareas, se ha convertido en una experta en el conflicto saharaui desde que acudió a una charla en Vigo sobre el Sáhara Occidental. La causa le llegó al corazón y se hizo familia acogedora. En las últimas décadas, 13 niños han pasado por su hogar, menores a los que considera hijos y a los que visita en los campamentos africanos en los que Maite se siente «como en casa»: «Llegas a los campamentos y te encuentras a niños hablando en gallego y diciéndote los nombres de las localidades donde viajan cada verano».

En Galicia estos niños aprenden, pero también enseñan a sus familias de acogida el valor de las pequeñas cosas, como tener comida en el plato, el agua corriente o poder cobijarse bajo la sombra de un árbol. «El niño saharaui es de todo el entorno, no solo de la familia», explica Maite. El programa recibe ya a niños de tercera generación, saharauis que viajan cada verano al mismo destino que ya lo hicieron sus padres y abuelos. Este año el covid ha obligado a cancelar el programa por segunda vez en la historia, la otra fue en el 2008 por el alto el fuego. En esta edición, había 325 familias preparadas para acoger a los pequeños que ahora tendrán que esperar otro año para poder viajar a Europa.

Maite Isla se afana en recaudar fondos para poder enviar ayuda humanitaria a los campamentos que están sufriendo las consecuencias del cierre de fronteras. «Ellos llevan más de 45 años confinados pero ahora la ayuda humanitaria no pudo entrar al estar las fronteras cerradas y los almacenes están vacíos». En diciembre llevarán un cargamento de medicamentos y alimentos que están recabando entre las familias acogedoras y las administraciones colaboradoras. El Concello de Vigo ya ha aportado 30.000 euros y la Xunta 100.000 euros.

ARCHIVO FAMILIAR

Solidaridad que viene de cuna

Tiene como mascota un gato. No sería nada especial si no se tratara de un animal sordo. La vocación de ayudar a los más vulnerables la mamó en su Mondariz natal. Su madre murió cuando ella era recién nacida, sus abuelos se convirtieron entonces en sus padres y de ellos aprendió lo que es la solidaridad. «Mis abuelos tenían una tienda en Mondariz, al lado del río. Era tienda, ferretería, farmacia, juguetería... Cuando la gente venía a comprar, muchos de ellos con muchos hijos, se apuntaba en una libretita lo que llevaban para luego pagarlo cuando pudieran. Mi padre iba a la libreta y arrancaba hojas de lo que se debía para ayudar a estas familias».

Durante la pandemia, ese afán por ayudar la llevó a capitanear desde el taller de costura de sus tiendas de ropa, Berminelli, un ejército de 487 personas que estuvieron cosiendo gratis durante dos meses, confeccionando batas y mascarillas. «El gerente del área sanitaria de Vigo estuvo en nuestra tienda. El área sanitaria nos pagaba las telas y nosotros cosíamos. Incluso llevaron una bata para analizar en medicina preventiva y les encantó. Nos pidieron que modificáramos el patrón para que les protegiera más en el cuello. Fue así como nos dedicamos a coser batas de protección para el Sergas».

En plena pandemia llega el galardón a la asociación, el reconocimiento de Viguesa Distinguida que entregará el Concello de Vigo, probablemente en septiembre. «Nos alegra mucho, es un reconocimiento a los más de 25 años de trabajo del colectivo, que nos agradezcan el trabajo es de valorar. Me alegro mucho por las familias acogedoras, cada vez que hacemos un llamamiento pidiendo 20 nos responden 25», confiesa con orgullo.

Maite Isla no desaprovechará la oportunidad para seguir haciendo bandera de la causa saharaui. «Creo que voy a ver a la presentadora Carlota Corredera en la entrega del galardón, a ver si puedo hablar con ella para que nos ayude», confiesa Maite con una energía que no conoce límites.

Su canción

«Libre», de Nino Bravo. «Sin libertad no hay nada. Además, como mujer que soy, tengo la oportunidad de poder valorar ahora mucho más esa palabra. Yo lo tengo claro: Libertad, libertad y libertad. Y Sáhara libre. Nosotros podemos echar una mano con ayuda humanitaria pero el pueblo saharaui necesita una solución».