¿Empiezan a agotarse por saturación las banderas azules?

Antón Lois AMIGOS DA TERRA

VIGO

M. MORALEJO

Empezaron siendo un distintivo que garantizaba la calidad de las aguas, pero ya no tienen nada que ver con eso

16 jun 2020 . Actualizado a las 01:38 h.

Como la gripe, que vuelve puntual a su cita, ya tenemos, un verano más, la noticia de las banderas azules que, como de costumbre, siguen aumentando. Si vemos el mapa de la costa española con sus respectivos municipios abanderados, prácticamente todo el litoral es de un bonito color azul.

Existe una curiosa paradoja en esto: a nivel estatal hemos perdido el 80% de los ecosistemas litorales; paralelamente, las banderas azules en las playas no dejan de aumentar. Otro dato que llama la atención en nuestro caso particular es que Galicia tenga más banderas azules que Baleares y Canarias juntas, y no será porque ambos archipiélagos no tengan abundantes playas y un potente sector turístico basado en ellas. Solo la comunidad Valenciana nos gana.

Acercándonos a lo local tenemos un récord absoluto: Sanxenxo comparte ser el municipio con mayor cantidad de banderas azules con estar en una ría que figura entre las denunciadas por la Unión Europea por sus altos niveles de contaminación; otra llamativa paradoja. Y finalmente llegamos a Vigo, que no pudiendo presumir del récord absoluto, lo matiza por volumen de población: somos otra vez la ciudad con mayor número de banderas azules.

Recordemos que en su origen las banderas azules fueron un instrumento de la Unión Europea para promocionar la aplicación de la directiva europea 76/160 CEE sobre la calidad de las aguas. Era una forma de poner en valor la necesidad de la depuración de las aguas residuales que era y sigue siendo muy deficiente. Seguramente recordemos su vieja denominación de banderas europeas, pero quizás no reparemos en que hace muchos años que desapareció el distintivo oficial europeo de las banderas y que fue sustituido por el logotipo de una entidad privada que se denomina sin ánimo de lucro.

En 1999, tras años recibiendo centenares de denuncias ecologistas por la falta de concordancia entre el estado ambiental de las playas y la concesión de las banderas, la Unión Europea decide retirar su aval institucional y la financiación a las banderas azules. Las palabras de la entonces comisaria europea de Medio Ambiente, Margot Wallstrom, fueron elocuentes: «Los criterios que se siguen para otorgar dichas banderas carecen del suficiente rigor».

El problema es que las banderas azules fueron gradualmente dando mayor peso a los criterios turísticos y las infraestructuras que a los ambientales, de ahí la paradoja de encontrarnos playas con sus bancos marisqueros cerrados por contaminación; o con su entorno natural destrozado; o directamente playas artificiales, o como en la ría de Vigo, con unos niveles altísimos de plomo… y llenas de banderas azules. Si esa contaminación no afecta a la calidad de las aguas para el baño pueden tener su bandera. Con los años han ido ganando peso aparcamientos, paseos marítimos, duchas, instalaciones sanitarias, bares y restaurantes y, por supuesto, servicios de socorrismo, que este aspecto es especialmente controlado.

La bola de nieve

Como la bola de nieve ya estaba rodando y los distintos ayuntamientos y comunidades abrazaron de manera entusiasta la idea, viendo en ella una oportunidad de promoción turística, ¿por qué detenerse solo en las playas? Y así llegaron los puertos deportivos con bandera azul, los senderos, los museos, las escuelas y en definitiva todo aquello susceptible de instalar un mástil donde izar la bandera.

¿Y la ecología y la conservación de los ecosistemas? Podemos resumirlo con un ejemplo: las playas de Nosa Señora y Figueiras, en las Cíes, no tienen bandera azul. A Punta, en Teis, y Samil sí la tienen. ¿Se va comprendiendo de qué va la cosa?

En cualquier caso estamos observando una interesante evolución en esto de las banderas: el número creciente de concellos (varios en nuestro entorno) que han decidido renunciar a solicitarlas. ¿Estará empezando a agotarse, por saturación, ese modelo de desarrollo turístico? No olviden que el conjunto de las organizaciones ecologistas no solo no respaldan las banderas azules sino que son muy críticas con sus criterios e indicadores que, en no pocos casos, no solo no ayudan a la conservación sino todo lo contrario.