Javier de la Fuente: «Hay cosas que no se van a perder: la distancia, la mascarilla, los guantes»

VIGO

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El internista llama a la vigilancia sobre posibles rebrotes, aunque cree que el sistema está listo y no serán tan graves

10 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El jefe de servicio de medicina interna de Povisa procura adelantarse a los acontecimientos. Hace dos semanas, Javier de la Fuente (Madrid, 1961) comentaba que le preocupaban mucho todos los enfermos no relacionados con el coronavirus. Ahora que la epidemia decae, ya está pensando en anticiparse al otoño.

—Las cifras de ahora no tienen nada que ver con las de hace mes y medio.

—Llevamos diez días sin detectar ni un solo caso nuevo, solo sospechas que luego se descartan. Sí hemos tenido algún reingreso de pacientes, pero no por el covid, sino por sus enfermedades de base. El reto es mantener una vigilancia muy activa sin que se escape ningún caso.

—¿Y eso cómo se consigue?

—Sobre todo, haciendo muchas pruebas. Si hubiera algún caso, habría que estudiar rápidamente todos los contactos. En situación de confinamiento es sencillo localizarlos. Habrá que estar muy vigilantes hasta que tengamos vacuna.

—¿Habrá casos nuevos?

—Es una incógnita. Pero nada va a ser igual. Ya sabemos de primera mano cómo aparecen los enfermos y cómo se disemina el virus. Tenemos pruebas y medidas eficaces. Pueden aparecer brotes, pero con esta enfermedad nunca van a ser de la dimensión que han tenido en Madrid o Cataluña.

—¿Cómo va a quedar Povisa?

—En urgencias, seguirá habiendo una zona para sospechas. En hospitalización va a haber una planta reservada para sospechas.

­—Ya están recuperando actividad clínica. ¿Cómo la organizan?

—Estamos retomando la cirugía y las consultas. Mantenemos la teleconsulta en lo que se puede, pero hay cosas que hay que ver presencialmente. Como nosotros ya teníamos actividad de mañana y de tarde, podemos espaciar los tiempos y extender las agendas para evitar aglomeraciones.

—Hace unas semanas, mantuvo una videoconferencia con 500 ejecutivos americanos para asesorarles sobre la preparación de sus empresas. ¿Qué les recomendó?

—Las recomendaciones tienen que ver con mantener el distanciamiento entre personas, de 1,5-2 metros. Cuando no sea posible, hay que usar mamparas. Y mascarillas si se puede. La mascarilla es una medida bidireccional, como de etiqueta, de respeto a los demás, porque si uno está infectado y no tiene síntomas disminuye la posible transmisión del virus. Las empresas tendrán que adaptar sus horarios para evitar aglomeraciones en las entrada y salidas.

—¿Y los guantes?

—Hay que saber utilizarlos. Si se puede, deben ser de un solo uso. Pero hay que seguir lavándose las manos con mucha frecuencia y evitar tocarse la cara. Se sabe que virus vive en superficies de contacto mucho tiempo.

—¿Cuánto tiempo estaremos así?

—Hay cosas que no se van a perder. La distancia, la seguridad, la limpieza, la mascarilla, los guantes... deben tardar tiempo en desaparecer. No tenemos inmunidad en la población. Es fundamental concienciarse. Y en caso de tos, ir al médico. Hasta que tengamos una vacuna, esto es necesario.

—Han pasado poco más de dos meses. ¿Ha cambiado su visión sobre el covid-19?

—Al principio nos guiamos por el relato de China, pero ahora tenemos un relato propio. Povisa pertenece al Grupo Ribera Salud, que ha tratado a más de mil pacientes. Teníamos una o dos reuniones clínicas semanales y estábamos sobre aviso. Torrejón [hospital del grupo en Madrid] nos abrió los ojos. Cuando tuvimos nuestro primer caso en Povisa, el resto del grupo llevaba más de cien. Nuestro primer caso provenía de Madrid. Y cuando empezó a haber transmisión, aquí fue mucho menor que allí. Sabemos que el 100 % de los pacientes pasan por una fase asintomática en la que contagian, y que la tercera parte, aproximadamente, no desarrollan síntomas.

—¿Cómo es la evolución de los pacientes?

—La enfermedad tiene una parte producida por el virus, con unas cargas virales disparadas. Después, el organismo intenta reaccionar y lo hace de forma exagerada. Suele ser al sexto o séptimo día de la infección. Hay una respuesta inflamatoria del organismo para tratar de controlar el virus que provoca un deterioro funcional del pulmón, de ahí la importancia de controlar la respuesta inmune.

­—¿Cómo se controla?

—A ese proceso lo llamamos tormenta inflamatoria o tormenta inmune. Hemos visto que desde que modulamos la respuesta inmune con inmunosupresores bajó el número de pacientes que llegaban a la uci.

—Y luego hay otros pacientes en los que la enfermedad cursa leve. ¿Hay algo que les indique por dónde va a ir cada caso?

—La fiebre y la tos son frecuentes, pero para nosotros la disnea suele anunciar un mal pronóstico.

«Hay que guardar el suero de inmunes como el oro»

De la Fuente preside la Sociedad Gallega de Medicina Interna.

—¿Cómo han tratado algo que no conocían?

—Los internistas estamos acostumbrados a manejarnos en la incertidumbre. Estamos aprendiendo continuamente. Una de las cosas que más nos ha llamado la atención es la sensación de que el covid-19 es una enfermedad superdebilitante, como una miopatía o una neuropatía extrema. Estamos aprendiendo todo el día, consultando artículos científicos sin parar.

—Y los pacientes se curan.

—La mortalidad gallega ha sido muy baja a pesar de que la población es muy envejecida y que tenemos muchos pacientes con baja reserva funcional. No tenemos la posibilidad de comparar con tratamientos anteriores, pero nuestra sensación es que los pacientes van saliendo. Esto tiene mucho que ver con el soporte respiratorio y con que en ningún momento hemos estado colapsados. Se ha planificado bien en toda Galicia.

—En otros lugares sí han estado colapsados.

—Hablo con gente de todos los hospitales. Aquí no ha habido limitación de espacios. No se ha tenido que enfrentar ningún dilema ético por razones de edad.

—Pero sí se ha hablado mucho de la edad. ¿Hasta qué punto es determinante?

—Nuestro primer caso en uci fue de una mujer de cerca de 90 años que se recuperó. Lo que condiciona es que la reserva funcional sea baja. Los pacientes con enfermedades de base muy graves tienen menos respuesta.

—¿Están en algún ensayo clínico?

—Diseñamos uno con suero [plasma] de pacientes hiperinmunes dentro del Grupo Ribera Salud, pero ahora no tenemos pacientes que tratar. Hay que hacer abastecimientos de sueros inmunes y conservarlos como el oro. Es un arma que no hemos tenido la oportunidad de probar pero que tiene muchas potencialidades.