«Pasar de tu cuarto a pasear los perros es una diferencia bestial»

x. r. c. VIGO / LA VOZ

VIGO

CEDIDA

Después de un duro viaje desde Azerbaiyán, Fernán Ferreiroa estuvo 15 días confinado en su habitación al ser su padre persona de riesgo

17 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Fernán Ferreiroa (Nigrán, 1995) vivió una pequeña odisea de dos días para llegar desde Bakú a Vigo y cuando llegó a casa se metió en su habitación como precaución durante dos semanas al ser su padre persona de riesgo. Ahora ya pasó de su cuarto al salón, se pasea por el balcón y saca el perro a pasear. «Parece una tontería, pero pasar de no salir de tu cuarto a pasear los perros es una diferencia bestial», comenta categórico.

Formado en el Celta, el fútbol le llevó esta temporada a Azerbaiyán después de pasar por Compostela, Choco, Segoviana y Barakaldo. En el FK Qabala estaba viviendo sus mejores días a nivel particular cuando pararon la liga y, ante el cariz que tomaron los acontecimientos y en previsión de lo que pudiera pasar, decidió volver. «Lo único que hicieron fue cancelar la liga. Había restricciones, no cuarentena, pero me olía que la podía haber también y que esto se pudiera alargar y decidí venirme antes de quedar encerrado allí yo solo. Hablé con el club, se portaron muy bien y me dieron permiso». Pocos días después, se instauró la cuarentena.

Para entonces ya había salido de Bakú tras elaborar un minucioso plan. «Primero organicé qué destinos eran seguros (para volar) para no caer en un país en donde tuviera que pasar la cuarentena y en ese momento Londres era lo mejor porque aún no había tomado medidas», comenta. Aun así, admite que fue un viaje «complicadete» en el que invirtió dos días. Voló de Bakú a Londres en uno de los dos aviones semanales que antes había, pero en la capital británica estuvo ocho horas tirado antes de poder enlazar con Madrid y desde allí a Vigo en tren. «En Madrid el aeropuerto estaba vacío, pero luego fue bastante normal todo. Llevaba la maleta y no me dijeron nada en ningún momento».

El primer impacto se lo llevó al llegar a su ciudad. Era de noche y le fue a recoger su padre «y todo estaba desierto, no había ni un coche y eso me sorprendió». Y una vez en su domicilio comenzó la segunda odisea, el confinamiento en su alcoba. «Hice dos semanas de cuarentena solo en mi habitación porque mi padre es persona de riesgo y por seguridad me pasé dos semanas sin tener contacto con ellos para prevenir. Ahora ya las pasé y ya hago cuarentena normal. Ahora ya pasé al salón, al balcón y a pasear al perro», comenta como una liberación.

Durante este tiempo, y pese a contar con una esterilla, pesas y poco más, no ha dejado de entrenar. «En Segovia tenía un amigo que tenía un centro de rendimiento y a partir de ahí me manda trabajos a todos los sitios que voy y aquí también me manda. Trabajo seis días a la semana y el séptimo solo estiro», explica.

También desde su domicilio de Vigo mantiene el contacto con el FK Qabala. «Cada dos días me habla el traductor o el director deportivo para ver qué tal estoy y ellos me cuentan cómo está allí la cosa. Estamos pendientes de una reunión de la Federación para ver qué pasa». A la liga azerí le quedaban pendientes ocho jornadas y además estaban clasificados para las semifinales de Copa.

Y el deseo de Fernán es volver y completar la faena. Comenta en clave personal que «allí me encontré una liga profesional, con campos de hierba, un ritmo más alto que Segunda B. Al principio me costó, pero lo he jugado todo, he hecho goles y asistencias», si bien en lo colectivo la cosa fue más difícil: «El equipo comenzó con altibajos y cuando cogimos la forma y tiramos para arriba, nos quitaron a tres jugadores importantes, dimos un bajón, pero ahora estábamos de nuevo recuperando». Su idea es seguir creciendo y dar pasos hacia delante por aquellos lares cuando el coronavirus lo permita.