Un confinamiento sin descanso

x. r. c. / m. v. f. VIGO

VIGO

cedida

Exprimir los recursos y establecer rutinas son las claves de los deportistas para llevar la cuarentena

01 mar 2020 . Actualizado a las 05:05 h.

La situación de confinamiento no es una realidad sencilla para los deportistas, acostumbrados en muchas disciplinas a salir a diario a entrenar al exterior y en casi todos a contar con unos recursos que en casa no están a su alcance. Sin embargo, todos buscan la manera de seguir trabajando sin descanso. Dos semanas después de comenzar el confinamiento Tania Castiñeira, Gustavo Rodríguez, Antonio Serrat y Ester Navarrete narran sus experiencias con un denominador común: el aspecto psicológico es más duro que el físico. Ninguno de ellos sabe cuando volverán a competir.

Antonio SERRAT

«El desgaste mental en casa es mayor»

Dentro de que «no es fácil para nadie estar en esta situación», el triatleta vigués Antonio Serrat cuenta que lo lleva «con mucha filosofía». «Aprovecho para continuar de la mejor manera posible los entrenamientos. Aunque no puedo nadar, tengo un rodillo, que no es lo mismo que la carretera, pero salva perfectamente los entrenamientos de la bicicleta y luego Máis que Auga me cedió una cinta para correr», agradece.

Procura entrenar entre dos horas y media y tres y apunta que «al ser todo dentro del casa es más complicado, sudas más y estás todo el rato mirando a un punto de la pared». Intenta ocupar las mañanas con bici y cinta, reservando la tarde para abdominales y estiramientos, entre otras cosas, dice. Tampoco descuida los estudios, para los que durante la temporada no tiene «tanto tiempo».

Serrat comenta que «el entrenamiento es mucho de cabeza y el tiempo que estés haciendo ejercicio estás en el mismo sitio, no corre el aire, sudas más y estás todo el rato mirando al mismo punto», lo que hace que «psicológicamente sea más duro». «Físicamente no son tan duros, pero tienes el desgaste mental, que es mayor. No me noto tan dolorido de piernas como si estuviera entrenando normal, pero sí más vacío», describe.

ester navarrete

«Tengo miedo que llegue un día que pueda romper a llorar, pero es normal»

La atleta viguesa Ester Navarrete cuenta que «por ahora» está llevando bien la situación, aunque es consciente de que la situación puede dar un vuelco cuando menos lo espere. «En cualquier momento me puedo venir abajo», admite. Para tratar de que no suceda, recurre a «una rutina con horario de entrenamiento y estudio», ya que cursa un ciclo de emergencias sanitarias, y al mismo tiempo por las tardes sigue las charlas de psicología deportiva de Joaquín Dosil a través de la Xunta. «Estoy haciendo las tareas que mandan y creo que algo también estará ayudando», dice.

Navarrete dispone de una cinta de correr que le facilitó Máis que Auga. Así, está haciendo «cinta y gimnasia aeróbica en casa y también un poco de fuerza con cosas de casa», como garrafas. «Tengo miedo de que llegue un día de romper a llorar, que también es normal, pero por ahora lo voy llevando bien», comenta. Aunque constata que «cada vez están suspendiendo muchas cosas», por lo que intuye que «esto va a ir para largo» y asume que «antes del verano no habrá competiciones y los objetivos cambian».

tania castiñeira

«La parte psicológica es la más dura»

Tania Castiñeira cree que el hecho de vivir en una casa es una tabla de salvación para ella en este confinamiento. La taekuondista moañesa se volvió de Barcelona cuando cerró el CAR, donde reside, y ahora ha creado una nueva rutina que procura seguir a rajatabla. «No es que necesite mucho material, entreno sobre todo con mi cuerpo. Lo que más busco son las sensaciones del combate, meterme en el papel», revela. A eso añade «pesas con una mancuerna» como único elemento adicional.

«Marcándome unos horarios, se me hace más fácil. Por las mañanas hago un entreno más corto y físico y por la tarde uno más largo y técnico-táctico, como en la residencia», explica. Tiene muy presente que «si viviera en un piso sería todo más complicado», pero agradece que el jardín le permite moverse con bastante libertad, lo que provoca que «la sensación de encierro sea menor».

En contacto casi permanente gracias a las tecnologías tanto con su entrenador como con los compañeros, constata que todos están «igual», «con ganas de volver, pero intentando llevarlo lo mejor posible». La mayor dificultad, en su caso, reside en lo psicológico pero no tanto por el encierro como por no poder visitar al resto de familiares más allá de sus padres, con los que comparte confinamiento. «Casi nunca estoy en Moaña y es duro estar aquí y no poder ver a mi abuela, mi hermana, mis sobrinos y mis amigos», lamenta.

gustavo rodríguez

«Es como si entrenara castigado contra la pared»

Gustavo Rodríguez se agarra al hecho de que no tiene a nadie cercano afectado y a que hay gente que lo pasa mucho peor para sobrellevar su situación. Y se queda con lo positivo. «Estamos descubriendo un mundo que no utilizábamos, recursos a los que nos sacábamos todo el rendimiento. En ese sentido realizamos un curso intensivo», dice sobre, por ejemplo, el rodillo, del que no era muy partidario y que le está resultando útil.

El tudense vive en un piso y subraya que «el aspecto psicológico es el más duro». «Será un mes como entrenando castigados de cara a la pared. Las horas de rodillo son más tediosas, pero tampoco es tan desagradable. Le coges el gustillo y se va llevando».

Con unos horarios establecidos, Gustavo admite que hecha de menos el contacto con la gente y la libertad de moverse al aire libre con la bicicleta. Pero a la vez cree que sacarán cosas positivas: «Con las alternativas que tenemos podemos salir bien físicamente e incluso mejorando cosas que trabajamos menos como la fuerza, la prevención de lesiones o la movilidad».

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