Comedor convertido en gimnasio para Rodrigo Conde

X. r. c. / m. v. f. VIGO / LA VOZ

VIGO

CEDIDA

El moañés y otros tres remeros son los únicos huéspedes de su hotel en Banyoles

18 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La declaración del estado de alarma sorprendió al remero moañés Rodrigo Conde, clasificado para los Juegos Olímpicos, concentrado en Banyoles. El viernes les comunicaron a él y a su compañero en el doble scull, Manel Balastegui, que el de ese día había sido su último entrenamiento en el lago y que como el resto de los deportistas, solo podrán ejercitarse en tierra en las próximas semanas. Son días de entrenar en casa, pero el caso es que para la pareja de remeros, su casa ahora es el hotel L’ast, su lugar de confinamiento y donde viven una situación peculiar.

«Lo mantienen abierto solo por nosotros. Se cancelaron las reservas y estamos cuatro: un doble scull pesado que peleará en la repesca por estar en Tokio, Manel y yo», desgrana Conde. Cuenta que una trabajadora acude a diario a hacerles la comida, la cena y el desayuno y que el comedor del hotel se ha convertido en su particular gimnasio. «Nos trajeron pesas, ergómetros y bicicletas y montamos todo allí. Se están portando muy bien, si no fuera por ellos, no sé qué estaríamos haciendo», reflexiona.

Reconoce Rodrigo que la sensación de verse solos en un lugar con capacidad para acoger a un buen número de huéspedes es «extraña». «No se ve un alma. Tenemos piscina y jardín, todo para nosotros solos», recalca. Lo compara con sus concentraciones en Sierra Nevada, donde tampoco salen al agua y también están en cierta medida «aislados» como ahora. Pero no tanto. «Allí tampoco se puede salir mucho. Tenemos experiencia de vernos encarcelados bastante tiempo, pero aquello es gigante, como un mini-pueblo», indica comparando ambos escenarios.

Esas concentraciones en altura también hacen únicamente bicicleta y ergómetro, con la diferencia de que el plan que tenían ahora con vistas a los Juegos era pasado por agua y no tenía nada que ver con esto. «Nos quita tiempo de preparación, pero no me preocupa en exceso porque Manel y yo tenemos facilidad para cogernos luego en el agua. Debemos mentalizarnos de que va a ser duro y trabajar para ponernos fuertes físicamente a la espera de poder remar», apunta.

Confía en que les perjudique lo mínimo de cara al sueño olímpico. «No creo que nos vaya a afectar en gran medida a no ser que al estar encerrados nos saturemos mentalmente y no seamos capaces de entrenar con la calidad que tendríamos que hacerlo en las máquinas». En su caso, admite que no le gusta «para nada» estar encerrado. «Pero también soy tranquilo y sé llevar los problemas, creo que me puedo adaptar», añade. Reconoce que habrá que esperar a que pase el tiempo para comprobarlo.

Charlas, vídeos y cuidado de barcos para Nico Rodríguez en Santander

Finalmente el CAR de vela de Santander se convirtió en el lugar de confinamiento de Nico Rodríguez y Jordi Xammar, el tándem olímpico de la clase 470

«Estamos tentando facer todo o que se pode. Estamos en modo illamento, non podemos saír non temos ningún tipo de comunicación co exterior. Non saímos das instalacións e aínda que non é como un día a día normal, polo menos podemos seguir traballando», comenta el vigués. La rutina diaria pasa trabajo en el gimnasio y en el barco pero en tierra. «Aproveitamos o día para facer charlas, visualizar vídeos, exercicio físico e traballo de mantemento de material», relata Nico, que en el confinamiento por la alerta sanitaria una oportunidad para trabajar en otro tipo de aspectos «que igual non son tan técnicos e que non lle das tanta importancia no día a día». También mantienen charlas con la psicóloga, que trabaja desde su casa.

Todo con el objetivo de que esta situación pase el menor coste posible: «Hai que seguir traballando para que a roda non pare para chegar aos Xogos nas mellores condicións». El vigués confía en que se celebren.