«Si no separas bien trabajo y ocio, acabas comiendo delante del ordenador»

m. v. f. VIGO / LA VOZ

VIGO

CEDIDA

La analista viguesa Haydée Agras, que lleva años trabajando desde casa, da las claves para que funcione

17 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La analista de fútbol Haydée Agras (Vigo, 1984), residente en Bangkok (Tailandia) por motivos personales, lleva años trabajando desde casa, la nueva realidad a la que se enfrentan miles de españoles estos días por la crisis del coronavirus. La también exjugadora de fútbol sala se gana la vida a base de ver partidos, una labor que realiza online y a distancia, lo que le permite organizarse como quiera y desempeñar sus tareas desde su domicilio.

«A mí no me ha cambiado la vida nada», constata Agras, que aunque relata que allí ya se vive una fase diferente con respecto a la pandemia, en ningún momento ha llegado a ver demasiado trastocados sus planes por este motivo. «Tenía pensado ir a Vigo en junio y he tenido que esperar para comprar el billete», explica como el principal inconveniente que le ha supuesto por el momento, algo que confía en «poder resolver pronto».

También ha cambiado en parte el trabajo que realiza, debido al cese de la mayoría de las competiciones. «Al estar paradas casi todas las ligas, tengo menos carga. Me han puesto con la ucraniana y la australiana, que han seguido adelante», detalla. Pero más allá de eso, sigue «pasando casi todo el tiempo en casa» como antes de la alerta sanitaria que ha sacudido al mundo.

La analista, que no niega que le costó en su día acostumbrarse al teletrabajo, tiene claras cuáles son las claves para que funcione y las lleva a rajatabla. «Para mí, aunque suene raro, vestirse y ducharse es como si fuera salir a trabajar. Estar todo el día con pijama o ropa de casa es un error de principiantes. Te cambia cómo afrontas el día con solo vestirte», revela.

Otra clave es tener unos horarios estipulados de la misma manera que si tuviera que acudir a una oficina. Son sagrados para ella. «Si no lo haces así, no funciona. Siempre hay una lavadora que poner o bajar a la compra. Eso te corta el ritmo y entonces tardas más en hacer el mismo trabajo», profundiza.

En su caso, las mañanas son para trabajar desde las 9.00 y la jornada suele prolongarse -parando un par de horas entre medias- hasta alrededor de las 18.00 horas. Prohibido terminar más tarde. «A partir de esa hora, nada de trabajo. Si no, como saben que estás en casa con el ordenador delante, siempre piden cosas aunque sean las 22.00», apunta.

Partiendo de que la manera de organizarse y afrontarlo es algo personal, ha comprobado que su receta funciona. «Entiendo que va con cada uno, pero si no divides las horas de trabajo de las de ocio se convierten todas en horas de trabajo con ocio por el medio que no disfrutas», plantea. Además, también advierte de que «si no te das cuenta, acabas comiendo delante del ordenador y cosas así».

Pensando en el actual encierro de muchos españoles, también se le ocurren unos cuantos antídotos de los que también ella echa mano. «Si lo llevan mal, que aprovechen las nuevas tecnologías para seguir hablando con los amigos vía Skype, o que intenten aprender algo nuevo que les motive. Yo tengo una pila de libros para leer pendientes que espero que baje estos días. ¡Nunca paso mucho tiempo en casa sin nada de nada que hacer!», dice en referencia al hecho de que ahora tiene menos trabajo de lo habitual.

En los inicios, reconoce que no se acostumbró rápido a esta dinámica. «Hasta que no entendí que había que separar las horas de trabajar de las del vivir, lo estuve haciendo todo mal», constata. Si tiene que elegir, se queda con estar rodeada de compañeros. «Hay pros y contras, pero sin duda prefiero trabajar con gente. En casa está muy bien, pero durante muchos años es complicado, necesitas hablar/comentar, por eso tienen tanto éxito los coworking», finaliza.

«En Tailandia, la psicosis se vivió hace mes y medio»

La situación que ahora se vive en España con respecto al coronavirus es pasado para Tailandia. Haydée Agras calcula que fue hace «mes y medio o dos meses» cuando en su país de residenciase produjo «el pico de psicosis» ahora ya superado.

Comenta que en la actualidad prácticamente todo el mundo continúa haciendo la misma vida de antes de esta crisis con una única excepción que le afecta ella para las vacaciones que tenía previstas en Vigo: «En el aeropuerto las llegadas están limitadas. Colegios, universidades, centros comerciales y demás están todos abiertos», indica. Aparte de que allí la mascarilla es mucho más cotidiana: «Lo normal en Asia es llevarla cuando uno está enfermo, así que no se ven más de las normales.

Confiesa que ella, como buena parte la comunidad de extranjeros en su conjunto, cree que «los datos oficiales no son del todo fiables». «Hoy (por ayer), por ejemplo, se han declarado 33 casos nuevos cuando llevaban muchos días sin casos nuevos. Es decir, que puede ser que estemos peor que en España, pero la sensación es de vida normal», concluye.