Dos nuevas niñeras confirman abusos en el piso de Castrelos, en Vigo

E. V. PITA VIGO / LA VOZ

VIGO

OSCAR VAZQUEZ

Ratifican que sufrieron tocamientos en la entrevista de trabajo

18 feb 2020 . Actualizado a las 23:16 h.

Dos mujeres más confirmaron ayer que fueron víctimas de abusos sexuales por parte de un matrimonio que residía en la avenida de Castrelos y que reclutaba por anuncios de Internet a niñeras e internas que cuidasen de su hija de seis años. Por el momento, siete víctimas cuentan la misma historia: durante la entrevista de trabajo el hombre, que fingía ser médico o enfermero, las hacía desvestir en el sofá del salón y las sometía a tocamientos vaginales para verificar si tenían enfermedades que contagiasen a su hija. Su esposa estaba presente y se quitaba la ropa para animar a las candidatas a secundarla.

El hombre falleció al arrojarse desde un noveno piso tras ser detenido por la policía. Su viuda está ingresada en prisión provisional a la espera de juicio por retención ilegal, abusos y revelación de secretos.

La jueza de Instrucción número 7 de Vigo dirigió ayer el interrogatorio desde una sala de audiencias en la que estuvieron presentes varias letradas. Las dos testigos citadas declararon por videoconferencia desde otra ciudad española y confirmaron lo mismo que otras cinco. Aseguraron que la pareja hacía lo mismo con todas las mujeres. La tesis de la defensa es que puede ser un caso de agresión sexual porque las mujeres quedaban en una situación de alta vulnerabilidad.

La investigación del caso cierra así el capítulo de toma de declaraciones a las siete perjudicadas pero la policía sigue buscando más víctimas porque el matrimonio puso anuncios en un portal de compraventa de Internet desde mayo a octubre del 2019. El caso saltó a la luz cuando una aspirante tuvo que posar en tanga en la casa y se sintió retenida. Escapó, vagó por la ciudad y, al pedir ayuda a una oenegé, le animaron a denunciar. Es testigo protegida junto a otra mujer.

El perfil de las víctimas es el de una inmigrante ilegal en busca de trabajo que proceden de remotas aldeas de Centroamérica, en Nicaragua o Guatemala. Al parecer, una de ellas era recién llegada a España y solo subía por las escaleras del edificio por miedo al ascensor. Todas tienen entre 35 y 40 años.

El matrimonio, supuestamente, se aprovechó de la vulnerabilidad de las inmigrantes en paro pues veían poco probable que denunciasen los abusos. Algunos relatos también coinciden en que la pareja les dijo que formaban parte de una organización que les iba a ayudar en todo, pues ellas trabajarían para dicho grupo en el que acababan de entrar. Les prometían que les iban a conseguir papeles para su estancia regular en España, les ayudarían a traer a sus hijos y les buscarían un chalé para vivir. No consta que filmasen las entrevistas en vídeo porque las cámaras web que había en el piso no grababan.