El miedo a nuevos envenenamientos se instala entre los dueños de perros

e. v. pita VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Los vecinos de Coia pasean con correa a sus mascotas para evitar la comida-trampa

04 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Las recientes muertes de perros que ingirieron cebos con veneno han alarmado a los vecinos del barrio de Coia aunque también hay casos en O Calvario y el paseo del río Lagares. Los dueños de canes que pasean por la avenida de Castelao vigilan de cerca los movimientos de sus mascotas y las llevan sujetas con correa para evitar que coman carne tóxica tirada en el césped de los parques.

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«Todo el mundo anda con miedo, es difícil dar con la gente que hace esto, es increíble que haya tanto odio a los perros», afirma Josefa Diz, Pepi, la cual lleva atada a su mascota a la altura de los Volcanes, frente a un instituto de bachillerato. «Ya van varios perros muertos, yo no lo bajo siempre pero todo el mundo te avisa, andamos con miedo», dice. No entiende tanto odio. Recalca que los canes del barrio no son agresivos.

Otro paseante, José Manuel Pregones, resalta que «yo ahora lo llevo siempre con una correa desde que me enteré que murieron dos perros. Les echan alfileres. Por culpa de todo esto, lo tengo que llevar atado y tiro del perro si come algo del suelo. Hay que andarse con ojo».

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Un joven llamado Miguel pasea a un border collie por una senda de la avenida. «Lo vigilo pero él solo coge palos del suelo. No me parece normal lo que está haciendo esta gente. Hay que tomar medidas al respecto porque no sé que objetivo tiene poner cebos. ¿Matar al perro?», se pregunta este usuario.

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En la misma zona pasea Clara Camilla con un pastor alemán negro. Aunque reside en el Casco Vello se acerca a Coia a recoger a esta mascota. «Me fijo en que la perra no coma nada. Me avisaron en una clínica veterinaria de que están envenenando a perros y que hubo más casos», dice.

Otra vecina, Jessica, lleva atada a la correa a una caniche. Cuenta que «vas paseando y la gente te avisa de que hay veneno». Desde hace tres semanas, «miro bastante y evito soltarlo». No encontró cebos pero «voy fijándome».

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Otro residente, Luis Rodríguez, no espera mientras su can de compañía merodea suelto cerca de un árbol. «La gente anda pendiente, si una mascota se te muere, ya te puedes imaginar el disgusto. Creo que están echando en veneno en varios puntos de Vigo. Lo hacen de noche. ¡Ay amigo, si supiéramos quién es!».

Incidencias en el Lagares

Las noticias de nuevos incidentes circulan de clínica en clínica veterinaria, a donde llegan los dueños de los perros envenenados. En el paseo del Lagares, hubo un caso hace tres meses, cuando alguien dejó comida con agujas. Una experta señala que la antigua generación de raticidas tardaban 15 días en dar síntomas mientras que los nuevos actúan en uno o dos días, generando fatales hemorragias internas y con una orina que es «pura sangre». A ello se suman otros desaprensivos que dejan salchichas con agujas. «Hay gente que se dedica a esto, deja suelto el raticida en zonas accesibles a las que pueden ir los niños, que se lo pueden llevar a la boca. Los efectos son los mismos si se lo tragan», advierte una veterinaria de O Calvario, que atendió, al menos, un envenenamiento en los últimos días.

La oenegé Libera pide que las autoridades tomen medidas pues es un maltrato animal que también se da en Ourense y A Coruña. La vecina Josefa Diz, de Coia, no entiende tanto odio hacia el mejor amigo del hombre: «Nos juntamos varios, juegan entre ellos, no son agresivos, nos hacen compañía».

Una clínica de O Calvario: «Murió una perrita mayor que tomó raticida, fue intencionado»

El último caso de envenenamiento fue en O Calvario el 28 de enero. Un dueño llevó a su mascota a la clínica Cruz Verde, que regenta Noelia Rodríguez. «Nos trajeron un perro con síntomas de intoxicación por raticida y el paciente murió. Era una perrita mayor que tenía una hemorragia interna, estaba muy decaída y las analíticas dieron intoxicación severa», afirmó. El amo contó que habían estado paseando por Samil y que allí no comió nada, por lo que tuvo que ser en su zona habitual de O Calvario. «Hubo otros casos. Es algo intencionado, alguien lo puso ahí, no es un despiste porque una trampa para ratas está protegida en una caja aunque también les huele muy bien a perros y gatos y los atrae», afirma Rodríguez.

Otra veterinaria, Belén Amil, de la clínica Menciña, en Coia, tuvo algunos casos de perros envenenados el pasado verano pero este año no. «Era un perro de la avenida Castelao, que apareció con raticida y que no coagulaba. El dueño trajo una bolsita. Otro, hace tiempo, vino tras tragarse salchichas con agujas», cuenta la profesional. «Empiezan a volver los casos otra vez. Hace unos días, unos vecinos se pusieron de acuerdo en el barrio e hicieron batidas de vigilancia y vieron a un sospechoso que colocaba veneno. Avisaron a la policía, que lo identificaron y le cogieron los datos», dice la veterinaria. Pero aclara que, bien podrían ser bolsas de raticida colocadas por alguna campaña municipal de desratización. «Son para matar ratas pero se las comen los perros, o estos se comen a los ratones. La muerte es bastante hardcore, muy fuerte», añade.