Canadelo Bajo, el barrio donde el uso de Internet es una auténtica proeza

Luis Carlos Llera Llorente
luis carlos llera VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

A pocos metros del Círculo de Empresarios de Galicia, se corta la fibra óptica y hay telecomunicaciones del siglo pasado

02 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«¿Sabes cuál es la fibra más rápida?», pregunta un cartel en el nudo de Isaac Peral. A poco metros de allí, los vecinos tienen muy claro cuál es la más lenta. El barrio de Canadelo no existe como tal oficialmente, pero sí en la práctica. Y en esa zona las telecomunicaciones del siglo XXI todavía no han llegado, al igual que otros servicios que están anclados en el pasado.

Los conductores que toman la autopista AP-9 a la altura del nudo de Isaac Peral apenas reparan en una calle que parece morir a pocos metros a mano derecha. El vial que comienza con unos edificios se va estrechando y linda con el talud de la autopista. Allí encajonada, se prolonga la calle Canadelo Bajo, que se bifurca más adelante en otros callejones estrechos como Eira o Callao.

El despliegue de fibra óptica solo llega a mitad de la calle. Así que el resto del barrio no dispone de fibra óptica. La respuesta del anuncio de Yoigo parece un chiste a las puertas de un conjunto de casas tradicionales que apenas se ven porque se encuentran entre el talud de la autopista y los grandes edificios de García Barbón. Entre las torres de Ífer, donde se ubica el Círculo de Empresarios de Galicia, y la vía de alta capacidad viven varios cientos de personas aisladas tecnológicamente. Lo cuenta un portavoz vecinal, Adrián Seijo, un joven que trabaja en una importante empresa pero que en su casa no puede casi ni hacer consultas por Internet por lo lento que va.

En la zona abundan las viviendas unifamiliares, algunas de factura relativamente moderna y otras con más de cien años de historias. Muchas están rehabilitadas y otras se encuentran en proceso de reforma porque a pesar de las deficiencias de infraestructuras el barrio constituye un remanso de paz frente al tráfico de la autopista y el de García Barbón. A lo largo de la calle se pueden ver las cajas de registro de la fibra óptica que han instalado diferentes empresas de telecomunicaciones. Pero a partir del número 50 de Canadelo desaparecen. «La fibra óptica solo llega a la mitad de la calle. El resto de vecinos tenemos que conformarnos con el ADSL o con el cable coaxial, así que nuestra velocidad de conexión apenas llega a cinco o seis megas, lo cual es ridículo hoy día. Hemos hablado con las principales operadoras, Vodafone, Telefónica y R, y nos dicen que el plan de despliegue está parado», señala Seijo.

No solo hay falta de fibra óptica, sino que los cables convencionales forman un entramado por las fachadas. «Parece una tela de araña», dice José Fernández, propietario de una de las casas tradicionales bonitas que hay en la zona. «Yo tuve que llamar en su día a Fenosa porque me habían puesto otros cables por la fachada», cuenta Fernández, que lleva cincuenta años viviendo en el barrio y explica que «la mitad de los cables no tienen servicio. Señala también que, además de los problemas con las telecomunicaciones, las calles son estrechas y no se puede aparcar. Los coches mal estacionados constituyen un problema si hay emergencias.

La falta de condiciones óptimas hace que mucha gente no disponga de tecnología en su domicilios. «No tengo Internet en casa», relata Pilar Gil. Los vecinos se quejan de que «aquí no hay fibra óptica y en otros barrios como el de Las Flores la tiene desde hace tiempo».

Rosa María Cabaleiro tampoco tiene algo tan básico como acceso a la Red en casa y se queja no solo de la falta de buenas comunicaciones sino incluso de que los apagones. «Hay días que tenemos poca luz y hay zonas que están muy oscuras», señala en dirección a la calle Callao, situada detrás del nuevo edificio de la Seguridad Social. El inmueble está en obras y toda la parte posterior se encuentra sin asfaltar y sin iluminación. «Hay jóvenes que hacen botellón ahí», apunta.