Iluminar 100 edificios consume 7,3 millones de vatios al año

Antón Lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO

M. MORALEJO

La propuesta lumínica del Concello supondría un despilfarro energético aun usando luces leds

12 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Hoy queremos recordar el anuncio de hace unos meses que pasó un tanto desapercibido: la intención del Concello de iluminar las fachadas de cien edificios singulares de la ciudad, un centenar nada menos, más la muralla de O Castro. Hay preguntas que tienen una respuesta sencilla: ¿Cuál es la forma ecológica de iluminar decorativamente la fachada de un edificio por la noche? Fácil: No iluminarla. Si descartamos esta opción todo se complica. A estas alturas algunas cosas ya las vemos venir, así que curémonos en salud ante el previsible anuncio recurrente de que «son luces LED que consumen prácticamente cero».

Con una media de cuatro proyectores por edificio a iluminar y, a su vez, un consumo medio de 50 vatios por proyector, nos salen 5.000 vatios, que siendo optimistas pensando que solo estarán encendidos durante unas cuatro horas diarias ofrecen un bonito resultado final de 20.000 vatios diarios, 7.300.000 vatios al año. El siguiente anuncio previsible será «utilizarán energía verde». Para empezar eso tendrá que verificarse, pero si pensamos que por ser de origen renovable podemos seguir derrochando energía no hemos entendido absolutamente nada. Conste que este cálculo se refiere exclusivamente a nuevas instalaciones ornamentales, por lo que no se incluyen los edificios actualmente iluminados.

Vamos ahora con el siguiente aspecto: la fachada de un edificio se puede iluminar de muchas formas que, por resumir, podríamos decir que son de arriba a abajo o de abajo a arriba. Parece que no tiene importancia un modelo u otro pero la tiene. Iluminar la parte baja de un edificio emblemático es una redundancia, pues todos esos edificios tienen delante sus correspondientes farolas que ya iluminan su base y primeros pisos. La gracia está en que luzca su parte superior, y aquí llega el problema: es imposible afinar con precisión milimétrica la superficie iluminada, por lo que inevitablemente una buena parte de esa luz se desperdicia proyectándose hacia el suelo, o hacia el cielo.

Requisitos imprescindibles

Aquí tenemos dos problemas de compleja solución. Para iluminar un edificio de arriba a abajo, que sería lo menos malo, se necesita instalar en su parte más alta unas estructuras que separen los focos de la pared sobre la que se va a proyectar la luz. Parece sencillo pero hablamos en su mayoría de edificios protegidos patrimonialmente, cosa que incluye la prohibición expresa de alterar sus fachadas incorporando nuevas estructuras (a menos, claro, que se trate de anclar, frecuentemente sin permiso, sujeciones de lucecitas de navidad o toldos permanentes de terrazas de hostelería, que en ese caso la normativa se aplica poco).

Por lo tanto nos queda la opción de instalar los focos en la acera y proyectar la luz hacia arriba, y aquí llega nuestra vieja amiga, la contaminación lumínica, porque inevitablemente una parte significativa de la luz proyectada hacia la parte alta de los edificios se desperdiciará iluminando el cielo y esto, además de un evidente derroche energético, con su traducción climática, se traduce en efectos nocivos directos, y ya medidos, sobre nuestra salud y sobre el resto de los seres vivos. Estamos infrautilizando el potencial que nos ofrece, por ejemplo, la Red Española de Estudios sobre Contaminación Lumínica.

Gracias a ellos y ellas tenemos a nuestra disposición la mejor información científica disponible sobre estas cosas ¿es tan complicado consultarles y aplicar sus conocimientos? Quizás el motivo para no hacerlo sea que sencillamente muchos alcaldes sospechan que no les gustará lo que van a escuchar, porque a veces tener muchas luces no es señal de inteligencia, pero los datos científicos son irrefutables. Somos conscientes de que estamos arriesgando. Esperemos que esta crítica razonada no se traduzca en una decisión municipal anunciando que ya no serán cien, que ahora por criticar se van a iluminar doscientos edificios. No sería la primera vez que reaccionan así. Nuevamente nos tememos que la declaración de emergencia climática aprobada por el Concello se va a aplicar, pero al revés.