Las «redes fantasma» acechan a las especies marinas

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO

Las artes de pesca que pierden los barcos son una trampa mortal para los peces

26 nov 2019 . Actualizado a las 12:17 h.

Hoy queremos pedirles que se detengan un momentito viendo la imagen que acompaña este artículo. Por situarles, se trata de una foto tomada en los fondos marinos (teóricamente protegidos) de las islas Cíes. Y es que, con permiso del gran fogonazo luminoso universal navideño, queremos hablarles de lo que se conoce como «redes fantasma». 

Se trata del conjunto de artes de pesca que, o bien porque se pierden accidentalmente o porque directamente se abandonan, continúan a la deriva en el mar o enredadas en los fondos, capturando peces y cefalópodos y todo tipo de especies marinas. El efecto multiplicador de las capturas de estas artes de pesca abandonadas permanecerá tanto tiempo como su existencia, que tratándose de plásticos se puede cifrar en centenares de años hasta que se vayan fragmentando y dejen de ser una trampa mortal.

 Las nasas, por ejemplo, atraen a muchas especies que acuden al cebo de restos de cefalópodos o crustáceos para alimentarse sin sospechar que, ellas mismas, se convertirán en el cebo de las siguientes cuando descubran que no pueden salir de allí y mueran de inanición, y así sucesivamente. Para que se hagan una idea imaginan que una sola embarcación pierda accidentalmente (dependiendo de su tipo pueden utilizar entre doscientas y ochocientas nasas en nuestra zona de pesca) una sola nasa mensual. Calculen que, solamente dedicadas al pulpo, contamos con unas 1.400 embarcaciones. No es exagerado extrapolar que, solamente esta arte de pesca, deja más de 16.000 artes de pesca fantasmas anualmente que seguirán produciendo capturas accidentales en el mar.

Y es apenas la punta del iceberg si le añadimos todo tipo de redes de arrastre y deriva. No es un problema menor si lo vemos a nivel global. Un informe del programa ambiental de naciones unidas Pnuma cifraba en 640.000 toneladas anuales la cantidad de artes de pesca perdidas o abandonadas en los océanos del mundo, aunque esta cifra (del año 2009) muy probablemente ha sido ampliamente superada. Y por cierto, no olvidemos su impacto también en la navegación al enredarse en las hélices.

Sin salir de la ría de Vigo, estos restos de artes de pesca representan alrededor de un 10 % de todos los residuos plásticos que navegan a la deriva y terminan, solo una parte, llegando a la costa. Esa parte es la menos mala, porque al menos en tierra pueden recuperarse con mayor facilidad y depositarse en su correspondiente contenedor de reciclaje (aunque prácticamente nada de ese tipo concreto de residuos plásticos será reciclado y terminará en vertederos o incineradoras, pero por depositarlas en el contenedor amarillo que no quede) o bien separados para fabricar un 15 % de las tan de moda a precios desorbitados prendas de ropa de lujo ecofriendly, que a su vez producirán unas 30.000 microfibras de plástico por lavado (si, 30.000 cada vez que las metan en la lavadora) que, incontenibles por los filtros de las lavadoras y depuradoras, volverán otra vez al mar, pero eso sí, procedentes de una camiseta o un forro polar con el lema save the sea, salvemos los mares.

Cada vez más profesionales de la pesca artesanal, la sustentable y con futuro (la pesca industrial ni se lo plantea), son conscientes del problema y nunca abandonan en el mar sus artes de pesca inservibles y se esfuerzan por recuperar las perdidas. Pero nos referimos, por supuesto, a los pescadores conscientes y que cumplen las leyes. A la parte furtiva e ilegal (que se incrementará todavía más a medida que se acerquen las fiestas navideñas), como comprenderán, poco podemos pretender concienciarles. A esa parte furtiva e ilegal que está esquilmando también nuestra ría, amenazando la supervivencia de todos y de todo, se les combate de una manera tan eficaz, o más, que la vigilancia y las multas: no siendo cómplices del expolio marino comprándoles sus capturas.

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