
Una lesión impide jugar a la italiana del Xuvenil de Teis, que este año dirigirá al equipo vigués
11 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Federica Farabegoli (Bolonia, 1986) aún se siente jugadora de voleibol y confía en volver a ejercer. Pero mientras sigue pendiente de pruebas por una dolencia en la cadera que le impide jugar, la italiana ha dado el salto a los banquillos tres años después de casarse con un vigués y llegar al Xuvenil de Teis. «Si me lo dicen entonces, no me lo hubiera creído», comenta.
Sin embargo, se han dado todas las circunstancias para pasar a ser la responsable del equipo. En primer lugar, la lesión. «Hace más de un año que tengo dolores, primero en la pierna. Pensé que eran las sobrecargas normales en cualquier deportista de más de 30, pero el dolor iba a más», recuerda. Hasta que comenzaron las pruebas, se descartó el problema muscular y se detectó que estaba en la articulación. «Vieron que tenía la cadera desgastada y rotura de cartílago. Durante toda mi carrera apenas tuve lesiones y las pagué todas juntas».
Pendiente de una posible operación a la que no es seguro que se someta -podría perder la movilidad original-, el año pasado paró y en verano retomó el volei, pero en la playa. «Cuando probé en la pista comprobé que al rebotar contra el suelo el dolor es insoportable», lamenta. Y esto coincidió, por un lado, con el año sabático del entrenador del equipo, Celso Veloso, que tras acumular varias temporadas siempre se toma una libre, y con la renuncia del equipo a su plaza en Superliga 2, con lo que competirán en autonómica.
«El club es como una familia, necesitaban una mano por falta de gente y acepté», relata Federica. A diferencia con otros deportistas que mientras juegan ya lo compaginan con llevar equipos de base, para ella es una faceta casi nueva. «Eché una mano este verano a un grupo de amateurs que me lo pidieron, pero es toda mi experiencia como entrenadora y para mí es un reto nuevo», explica.
Optimista por naturaleza y con una sonrisa siempre en la boca, reconoce que después de 23 años ininterrumpidos practicando voleibol no es fácil dejarlo aunque de momento sea temporalmente. Pero tener un diagnóstico tras mucho tiempo sin conocer el origen del dolor le ha dado tranquilidad y asumir los mandos del equipo le ha supuesto un estímulo nuevo. «Al principio estaba agobiada, porque yo soy jugadora. Está claro que llevo muchos años en esto y he sido colocadora, atacante, receptora... Hay cosas que sé y puedo enseñar, pero no seré entrenadora hasta que acabe la temporada», comenta.
Con la renuncia a Superliga 2 se han reestructurado. «Tenemos el grupo que ya competía en esta categoría, que eran cadetes y ahora son juveniles, algunas cadetes y las sénior que quedan», dice sobre Melisa Kerman -que vive la segunda campaña en el equipo como su pareja, Okay, en el Celta- e Irina Angelova. «Nos juntamos con un grupo de 18 o 20 y es complicado entrenar en dos campos. Menos mal que tengo la ayuda de Alberto Bao y de Rebeca Villar, que es una señora central con mucho que aportar», dice sobre la exjugadora que también tuvo que dejar de jugar por importantes problemas físicos.
Federica reconoce que entrenar a las chicas es una experiencia enriquecedora. «En realidad me produce más satisfacción ver cómo las pequeñas van aprendiendo y creciendo que nuestra competición del año pasado, que no la había», señala sobre una liga en la que, mermadas por las lesiones y las ausencias, a duras penas sumaron algún punto.
La marcha de muchas jugadoras les llevó a autonómica. «No quedaba otro remedio. Quizá podíamos haber competido en nacional y no en un nivel tan bajo, pero así el objetivo será ascender». Para ello cuenta con un grupo «muy majo, con mucha pasión». Y de eso a Farabegoli no le falta: «Me gusta tener una relación cercana, ser amigas y transmitirles todo lo que puedo. A veces les explico cosas de volei en italiano y ya se acaban llamando así para todas». No descarta jugar esporádicamente: «Si hay necesidad, lo que haga falta».