La maldición del fútbol femenino vigués

a. E. Ingelmo / m. V. F. VIGO / LA VOZ

VIGO

CESAR QUIAN

El Matamá competirá en autonómica tras haber ascendido a la segunda categoría de fútbol femenino

06 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El fútbol femenino vigués parece ir a contracorriente. En el momento en el que la disciplina más está creciendo y adquiriendo relevancia en España, los últimos años han sido nefastos para los equipos de la zona, que han visto como tras el éxito llegaban los batacazos. Le pasó al Olivo, el único equipo vigués que ha militado en la máxima categoría, y le ha ocurrido al Atlántida de Matamá, que tras ascender a Segunda Pro, ha acabado no solo renunciando al ascenso, sino dando un paso atrás para competir en autonómica. El Erizana de Baiona vio morir su sección femenina hace varias temporadas cuando militaba también en nacional.

¿Qué está pasando en el fútbol femenino vigués?

El presidente del Matamá, último equipo vigués que se ha dado de bruces con una realidad adversa, César Casás, cree que el problema radica en «no haber sentado unas bases de cómo querer funcionar y potenciar» el fútbol femenino vigués. Para Víctor González, entrenador del Sárdoma femenino, el principal error ha sido a nivel federativo, pues considera que «se ha dado muy poco plazo para cumplir unos requisitos que son muy exigentes para equipos humildes» como el caso del Matamá. Gabi Couñago, preparador del Valladares, apunta en la misma dirección: «En Vigo no somos profesionales, somos equipos humildes. No podemos pretender que crezca todo antes de tiempo, todo tiene que ir a su ritmo», expone.

¿Cuáles han sido las causas para llegar a esta situación?

El entrenador que guio al Matamá al ascenso que no se consumó, Edu González, lo tiene claro: «Lo que ha ocurrido con el equipo se debe a la falta de apoyo económico. Eso ha sido lo que ha impedido dar el paso a la élite», desgrana desde su propia experiencia. Víctor entiende que «desde fuera es fácil buscar culpables», pero considera que se trata de un problema de planteamiento que también ha afectado tanto al fútbol masculino. Edu lo ve igual y recuerda que se ha visto en otros deportes, ya fuera en sus vertientes de hombres o de mujeres. «¿Cuántos equipos vigueses hay en la élite? Solamente el Celta. Hemos visto cómo les sucedían cosas parecidas al Octavio de balonmano o al Celta de baloncesto, que tuvo que descender voluntariamente», recuerda.

¿Puede ocurrirle a otro club vigués lo que ha sucedido al Matamá?

Casás ve «muchas posibilidades» de que se pueda volver a dar una situación semejante en otros equipos vigueses. «Somos clubes que vivimos muy al día y si no se tienen los apoyos necesarios, no seremos los únicos», argumenta. González explica que en su caso en el club ya se ha hablado de que en caso de lograr un ascenso valorarían desde el primer momento si hacerlo efectivo es una posibilidad real para no crear expectativas que luego no puedan ser satisfechas.

¿Existen paralelismos entre el caso del Matamá y los de Olivo y Erizana?

«A toro pasado es fácil hablar, pero El Olivo tenía un equipazo que con más ayudas probablemente habría aguantado», dice Edu González, que también entrenó a aquel equipo. En el caso del Erizana fue más una cuestión de un cambio de directiva y una apuesta que no incluía el apartado femenino. ¿Sigue viéndose el fútbol femenino como algo accesorio de lo que prescindir en primer lugar? «Puede ser que las empresas o las instituciones que ponen dinero no lo vean como algo rentable y no se decidan a invertir». El también ex de Olivo y Matamá David Ferreiro comentaba hace unos días a La Voz que «hace falta que se apueste por el fútbol femenino, pero que se apueste de verdad». Couñago, por su parte, cree que «ahora es más fácil encontrar apoyos de fuera que cuando sucedió lo del Olivo».

¿De qué salud goza el fútbol femenino vigués en la actualidad?

El preparador del Valladares se muestra convencido de que «a nivel deportivo, que es el crecimiento real», el fútbol femenino está «creciendo bien». «Las jugadoras cada vez tienen más nivel y se trabaja mejor. El fútbol femenino está creciendo mucho y está centrando todas las miradas», reflexiona rechazando la idea de que en Vigo haya una tendencia diferente a la generalizada. En lo que sí hay camino por recorrer, coinciden todos, es en lo relativo a la profesionalización. «No es lo mismo un club como el Sporting femenino que un Matamá a la hora de adaptarse a las exigencias de una nueva categoría, que no se supieron hasta mayo. Tendrían que haberse aplicado en la siguiente temporada», valora Víctor González.

¿Por dónde pasan las soluciones para el fútbol femenino vigués?

César Casas cree que «el fútbol femenino es muy joven y hay que saber cuál es la mejor forma de potenciarlo». La conclusión que saca de estos años es que «si no ha funcionado es porque no se ha hecho bien», por lo que insta a «hacer un análisis y buscar una solución entre todos». Víctor González también habla de unir fuerzas y cree que la falta de mercado pesa mucho a los equipos. «No hay tantas jugadoras de ese nivel como se necesitan para tener un equipo en la élite ni posibilidades de traerlas de fuera. Al haber tres equipos es aún más difícil», opina. Couñago no duda sobre la necesidad de que el Celta saque equipo: «La manera más normal de hacerlo es juntar a los equipos que están a mayor nivel», señala dejando claro que no cree que haya que culpar a la entidad que preside Carlos Mouriño. «Está en su derecho de sacarlo como quiera y cuando quiera. Mientras, hay que intentar que los clubes puedan seguir creciendo», apunta. Edu desea que llegue a haber un proyecto potente, aunque dice no saber «de dónde puede venir» y recuerda que con Olivo y Matamá «se han perdido dos trenes de los que pasan pocas veces y no se pueden dejar escapar».