Una valla destartalada trunca el futuro laboral de un futbolista aficionado

manu otero VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vázquez

Daniel Simóns perdió fuerza y movilidad en los dedos por un choque en un partido en el campo vigués del Meixoeiro

29 abr 2019 . Actualizado a las 07:45 h.

Era un duelo más de los cientos de partidos de fútbol aficionado que se disputan cada fin de semana en Galicia. Eso pensaba Daniel Simóns, jugador del CD Nieto que en una pugna por un balón dividido en el campo del Meixoeiro acabó dejándose no solo parte de los dedos de su mano izquierda en una de las vallas publicitarias que rodean el terreno de juego, sino también sus aspiraciones laborales. «La mano la tengo mal, no tengo fuerza y tengo los dedos en un ángulo de 90 grados. Trabajaba en el Puerto de Vigo como mecánico, me iban a hacer fijo y me quedé sin chollo», lamenta este amante del deporte dos años y medio después de aquel fatídico lance.

Daniel no pudo acabar el partido, fue trasladado en ambulancia al hospital para ser operado de urgencia y tratar de recomponerle la mano. Empezó ahí una batalla médica y administrativa que todavía no ha terminado. «Pasé cuatro veces por el quirófano, pero si el médico me dice que me puedo operar otra vez para ganar movilidad en la mano, lo haré», relata esperanzado Simóns, que a sus 25 años se gana ahora la vida como carretillero y entrenador de fútbol base.

Pero es la contienda administrativa la que más le preocupa. No fue necesario acudir a juicio porque el Concello de Vigo asumió la responsabilidad que le cargó el Consello Consultivo de Galicia al aceptar pagar una indemnización de 55.562 euros por los daños ocasionados en su extremidad provocados por el mal estado de una instalación municipal. Sin embargo, todavía está pendiente de cobro. Con lo que no está conforme la víctima es con el grado de discapacidad recogido en el dictamen. Alega Simóns que apenas tiene movilidad en su mano y que no podrá ejercer su profesión de mecánico de la misma forma en que lo hacía antes de la lesión. Aun así, solo le conceden una discapacidad del 6 %, muy lejos del 33 % necesario para recibir algún tipo de paga o contraprestación por parte de la Administración. «Es como pelearse contra nadie y hasta dentro de dos años no puedo reclamar», explica indignado.

La valla, el día del accidente
La valla, el día del accidente

El informe relata que al tratarse de la mano no rectora -la víctima es diestra y la lesión fue en la izquierda- las lesiones quedan tipificadas como leves en lugar de graves, que era lo que solicitaba en su reclamación.

En su argumentario para obtener un grado de discapacidad mayor aporta una prueba de fuerza que le practicaron en sus manos consistente en agarrar un aparato y apretarlo con toda su energía. En la derecha, la sana, el rendimiento fue del 77 %, mientras que en la izquierda se quedó en un 0,3 %.

Las secuelas no son solo físicas, también estéticas. Daniel Simóns es incapaz de estirar los dedos por completo, el meñique y el anular son los más afectados, y su mano izquierda presenta diversas cicatrices por las cirugías a las que fue sometido. «En la primera operación aprovecharon el corte que me hice contra la valla para intervenir u me dieron 22 puntos; y en la siguiente, 37», detalla el jugador, que pasó un año y tres meses de baja médica y que no pudo volver a jugar al fútbol hasta la temporada pasada.

En su memoria está todavía grabado a fuego el momento en el que se produjo la herida. «Íbamos en un uno contra uno, chocamos y me fui contra la valla. Eché las manos y ya noté que me quedé enganchado. En el momento no sentí dolor, pero vi los huesos. En el vídeo se oyen los gritos, pero era más por la impresión que por el dolor», confiesa Daniel.

Las pruebas de vídeo y el relato de los testigos fueron claves para que el Consello Consultivo fallase a su favor. En la resolución se recoge que «constan suficientemente acreditadas las lesiones sufridas así como un deficiente estado del vallado publicitario del campo de fútbol del Meixoeiro». La resolución tampoco cierra la puerta a la concesión de una incapacidad que deberá certificar la Seguridad Social.