Durmiendo en el Ifevi: «Somos unas locas de Pablo Alborán»

Begoña Rodríguez Sotelino
Begoña R. Sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

M.Moralejo

Ocho grupos de chicas montan un campamento ante el Ifevi y se organizan para guardar sitio en las primeras filas a sus amigas para el concierto de mañana

26 abr 2019 . Actualizado a las 18:50 h.

El sistema de funcionamiento de las fans de Pablo Alborán -que mañana ofrece un concierto en Vigo- es una de las mejores organizaciones que existen hoy en día, una especie de trabajo colaborativo que minimiza el esfuerzo a base de compartirlo. Así llevan haciéndolo a las puertas del Ifevi un grupo de mujeres en un amplio espectro de edades (desde estudiantes de secundaria hasta madres trabajadoras), y un chico. El chaval fue de los primeros en llegar, desde Madrid, pero ayer, al fin, se animó a dejar su choza y se aventuró a salir de las inmediaciones de Cotogrande y se fue a conocer la ciudad.

Las «alboranistas», que así se autodenominan, empezaron a llegar el domingo. En realidad, llegaron dos al mediodía del 21 de abril, seis días antes de la actuación. Y eso «obligó» a las demás a adelantar sus planes. La versión de la mayoría coincide en que guardar cola desde dos días antes es lo habitual. «Al menos, en el norte», afirma una, acurrucada bajo una manta y bendecida por unos rayos de sol que hacía tiempo que no aparecían. El frío en Invernalia obliga a que las cosas que ocurren a la intemperie funcionen de una manera más relajada que en Poniente. Y realmente, acampar delante del Ifevi desde el domingo hasta ayer se convirtió en una batalla contra caminantes blancos que tomaron forma de granizo king size. Pero las que están allí defendiendo el fuerte no se lo toman tan mal ya que solo unas pocas hacen guardia de 24 horas. Las viguesas Mónica (que guarda turno también para su madre) y su amiga Jenny, son las campeonas que no se han movido del campamento alboranista desde el miércoles ni para ir a ducharse. «Pero fue peor la tarde de ayer que todas las noches que hemos pasado», revela Jenny recordando la lucha contra los elementos, empapadas hasta el alma, para que no les volara todo. El resto vienen y van a hacer su vida y cuando les toca el turno, cumplen. Mientras, van a clase, acuden a sus trabajos, se vuelven a dormir a sus casas, las de aquí; o a los hoteles que tienen contratados, las de fuera. Y no son pocas, ya que hay fans que han llegado desde Mallorca, Valladoid, Guadalajara, Gijón Salamanca, Albacete y otras ciudades españolas, junto a otras de otros puntos de Galicia, como Laura, de Lugo.

M.Moralejo

Cristina, de Valladolid, guarda turno para un grupo de doce. Llegó hoy y hará una sola noche según lo pactado con sus compañeras, algunas amigas de antes y otras que ha ido conociendo por el camino en la aventura de ir detrás de Pablo Alborán allá donde actúe. Cristina pidió dos días libres en el trabajo y se vino en coche desde su ciudad y es de las que ha ido a tantos conciertos del malagueño, que ya no sabe a cuántos. Pero recuerda que por ejemplo, en la anterior gira, fue a más de diez. La joven reconoce que el gasto que conlleva querer estar lo más cerca posible de su ídolo (entradas, desplazamientos, hoteles...) es tan alto que prefiere no hacer las cuentas, pero no es de las peores. «Hay gente que lo sigue también si va a Estados Unidos y Latinoamérica y eso sí que yo ya no puedo hacerlo», lamenta.

Almu, de Vigo, que tiene dos hijos y un marido al que hoy le toca hacerse cargo de los niños turnándose con los abuelos, cuenta que ya tiene entradas para Barcelona, donde ya han comenzado a acampar las fans acérrimas, y para Lisboa, donde se libra de las esperas porque tiene tickets con derecho a asiento. Ella trabaja por la mañana y por eso cubre los turnos de tarde, después de ocuparse también de sus dos pequeños. Ella., como Uxía, de Cangas, tienen asumido que las tachan de locas, pero no les importa. «Locos están también los que se van por el mundo a las finales de fútbol y a la gente le parece normal. O las peñas que siguen a los equipos por el país. El nuestro es un sacrificio que merece la pena y lo más importante es que no molestamos a nadie», argumenta. Alguna se ha saltado alguna clase para cumplir su parte, pero la mayoría se las arreglan sin faltar a nada.       

Bajo la entrada principal del Ifevi se apilan nueve tiendas de campaña bajo una marquesina minúscula que les sirvió de única protección de la lluvia, el frío y el viento que arrearon fuerte estos días. De todas formas, las campistas están muy agradecidas porque la gerencia del instituto ferial les deja usar los baños.   

Lo mejor de estla organización de fans es que saben que al final, su esfuerzo será recompensado. La organización de los conciertos de Pablo Alborán las tiene en cuenta a la hora de la apertura de puertas. Anotan a los grupos de larga estancia y pasan antes que el resto. Así se aseguran ver a su ídolo más cerca que las demás. «es que si está lejos terminas viéndolo en una pantalla y para eso, no vengo», justifica Laura.

Siempre hay fans que llegan días antes para coger sitio en los conciertos de Pablo Alborán, pero esta vez fueron más días de lo habitual y con unas condiciones meteorológicas pésimas,. Así que el malagueño, que dicen que es tan riquiño, tan majo, tan accesible, podría pararse a saludarlas y agradecerles tener unas seguidoras que no todo el mundo se merece. «En Alicante lo hizo», apunta Cristina.