El acoso racista de un exlegionario obliga a una familia africana a dejar su bar

E. V. PITA VIGO / LA VOZ

VIGO

M. MORALEJO

La dueña nigeriana traspasó su cafetería tras recibir amenazas de muerte de un cliente ebrio

25 abr 2019 . Actualizado a las 14:04 h.

La dueña nigeriana de una cafetería y su esposo tuvieron que traspasar el local ante el acoso racista al que era sometida la encargada por parte de un cliente ebrio que, supuestamente, la amenazó de muerte por negarse a servirle una copa. El juicio se celebró ayer y el acusado, un exlegionario ceutí con discapacidad, alegó que «yo no amenazo con matar, mato directamente para que no me denuncie» y la prueba de que es inocente es que la denunciante «está aquí y no apareció descuartizada».

El juicio se celebró ayer en el Juzgado de Instrucción número 5 de Vigo por un supuesto delito leve de insultos y otro de amenazas. La abogada de la denunciante reclama que el acusado sea castigado con dos multas de 900 euros cada una.

El bar donde ocurrieron los hechos está en la calle Emilia Pardo Bazán, en la zona de la Carretera Provincial. Hubo varios incidentes entre el 6 y 7 de febrero y después, unas semanas después. El cliente es un vecino de un edificio cercano. El implicado entró ebrio en el local y la regente nigeriana se negó a servirle alcohol porque no se tenía en pie. «Solo te sirvo agua», le dijo la dueña. El hombre se enfadó y la llamó «negra, vete a tu país» de forma vejatoria y la insultó. En el juicio, el acusado matizó que, en realidad, le dijo «Nigeria negra», en el sentido de que en ese país africano «apenas nacen blancos».

Un cliente salió en defensa de la mujer y recibió un empujón del hombre ebrio, que lo tumbó al suelo y le zurró. El otro no le denunció.

Dado que los incidentes siguieron en días sucesivos, la mujer pidió auxilio a la policía. El rival la acusó de ser la traficante de heroína del barrio, razón por la cual los agentes registraron la cafetería en busca de drogas sin ningún resultado.

La mujer logró una orden de alejamiento de ese individuo pero ella dice que él la burlaba y entraba y salía para provocarla. Él replica que acudía a saludar a amigos y que cumplió el mandato judicial.

La denunciante también se queja de que el hombre le hizo gestos de cortarle el cuello y de que la llamaba de noche al teléfono fijo del bar para decirle que sabía si se quedaba sola en la cafetería. El asedio se hizo tan insoportable que la mujer y su marido traspasaron su bar y se marcharon del barrio por miedo a él. Según su abogada, ese hombre tiene antecedentes violentos. «Dicen que soy un asesino pero y ¿dónde está el cadáver?», replicó el denunciado. Negó ser racista porque «tuve novias marroquíes, rumanas y nigerianas» y añadió que es andaluz y lo quieren en todos los bares por su buen carácter y porque «los del sur somos distintos de los del norte».

El juicio quedó visto para sentencia. La jueza se centró al interrogar a los clientes en si habían oído amenazas. Uno dijo que sí y el otro solo oyó insultos racistas. La denunciante africana recalcó: «Estoy muy orgullosa de mi color, no hace falta que nadie me recuerde de dónde vengo».