El héroe anónimo del crimen de San Xoán

e. v. pita VIGO / LA VOZ

VIGO

«No tengo perdón». El jurado declaró culpable a José Luis Luna de un asesinato consumado y otro frustrado, un intento de homicidio contra dos policías y tenencia ilegal de armas. El exconvicto se siente víctima de un sistema carcelario «que no reeduca sino que hace máquinas del mal»
«No tengo perdón». El jurado declaró culpable a José Luis Luna de un asesinato consumado y otro frustrado, un intento de homicidio contra dos policías y tenencia ilegal de armas. El exconvicto se siente víctima de un sistema carcelario «que no reeduca sino que hace máquinas del mal» M.Moralejo

«Cuando alguien hace algo bueno tiene sus consecuencias y cuando hace algo malo, también», dice el joven que persiguió al asesino de Chapela, que pide discreción

14 abr 2019 . Actualizado a las 10:44 h.

«Cuando alguien hace algo bueno tiene sus consecuencias y cuando hace algo malo, también trae consecuencias». Esa es la reflexión del vecino de Chapela que persiguió al pistolero que asesinó de un tiro a quemarropa a un joven en la playa de Arealonga en la noche de San Xoán del 2017 y casi mata a otro. Le siguió por una carretera, con miedo a que también le pegase a un tiro a él, hizo aspavientos con los brazos a un coche patrulla para identificar al sospechoso y les avisó: «¡Cuidado, va armado!». Cuando arrestaron a José Luis Luna, «me eché a llorar» y corrió a abrazar a los agentes sollozando. Un funcionario lo confirmó en el juicio: «Eso no lo olvidaré nunca». Los dos patrulleros de la comisaría de Vigo capturaron a Luna cuando metía la mano en su bandolera para disparar rápido su revólver amartillado y con cuatro balas en la recámara y fueron condecorados por servir más allá de su deber.

En el juicio celebrado esta semana en la Audiencia también hubo varios reconocimientos para el héroe anónimo de San Xoán que ayudó a capturar al asesino. Cuando este testigo terminó su declaración en el juicio ante el jurado, el fiscal se despidió de él y le dijo con solemnidad oficial: «Gracias por su valor».

Por su parte, el abogado de la familia del fallecido Álvaro Daniel Beltrán también elogió el «civismo» del ciudadano que persiguió al criminal y pidió en la sala que sea condecorado con una medalla. El mismo letrado calificó de «héroe» al joven y contrapuso su noble conducta con la del pistolero. Reprochó al exconvicto José Luis Luna, vecino de Teis de 46 años, que desaprovechase la oportunidad de reinsertarse y cometiese un asesinato a sangre fría y a traición y le reventase el corazón a su víctima con el revólver más potente del mercado, un Astra 357 Magnum. La policía hizo una prueba y la bala blindada atravesó limpiamente dos cilindros de algodón.

Frente a la actitud del villano, incapaz de convivir en sociedad, el abogado de la acusación elogió la conducta ejemplar del joven que arriesgó su vida y la de otros testigos. En medio de la confusión, alguien telefoneó a la policía cuando sonaron los disparos. Conocía el peligro y se alejó para no atraer la atención del pistolero, que acababa de matar a un joven y fallado otro tiro a un testigo que le desafió. Otro amigo se fijó en que el asesino se sentó en un portal muy tranquilo y luego se marchó con otro hombre que le apremió: «¡Escápate!».

Por su parte, el testigo que persiguió al criminal lo paró primero por la calle para preguntarle de dónde era o si quería un taxi. Su plan era entablar una charla cordial mientras lo entretenía. La conversación duró poco y el pistolero echó a andar por la acera. El joven lo siguió, a veces escondido por miedo a que se girase. Durante un largo tramo de la avenida de Vigo, no le perdió el rastro. Al ver al coche patrulla, hizo señas y señaló al criminal.

Héroe contra villano. Ese fue el argumento de blanco y negro que la acusación particular expuso al jurado para que comprendiesen que Luna, que alegó ser una víctima del sistema tras una dura vida carcelaria y de drogadicción, no estaba loco, ni ebrio ni drogado y que esa noche tenía plena capacidad de distinguir entre el bien y el mal. El fiscal también advirtió al jurado: «Si le dan una atenuante estará en la calle en cinco años y se cargará a otros dos. Esa noche salió a matar».

Su perseguidor rehúsa comentar el hecho de que ahora todos lo consideren un héroe y de que incluso lo propongan para una medalla. Prefiere el anonimato y pasar página. Lo más prudente es ser discreto. No tiene miedo pero nadie sabe qué amistades puede tener el criminal fuera de la cárcel después de que el jurado lo haya declarado culpable. «Quiero olvidarme del tema, vivo una situación difícil, cualquiera puede ponerse en mi lugar», se excusa.

Un abogado que lo conoce lo resume así: «Es buena gente».