El Octavio, a punto de desaparecer tras su descenso a autonómica

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rober amado

El club no presentó el concurso de acreedores y está ante sus últimos días

10 abr 2019 . Actualizado a las 11:14 h.

El Octavio vive sus días más grises que, además, apuntan a ser los últimos del histórico club vigués de balonmano. Solo seis años después de abandonar la máxima categoría, y habiendo sufrido otro descenso posterior a de Plata a Primera Nacional, el pasado fin de semana certificaban matemáticamente una nueva pérdida de categoría que les abocaría a autonómica. Sin embargo, todo apunta a que el club no va a pasar por ese trance porque su continuidad está en serio entredicho.

Fuentes próximas al club indican que la situación es límite y que el equipo ha caído en tal dejadez que hace que a día de hoy sea insostenible. Las carencias que padecen, llegando a realizar en coches particulares los desplazamientos más largos y padeciendo en el día a día unas condiciones que califican como precarias, han hecho que el primer equipo haya ido perdiendo efectivos hasta tener que competir con un buen número de juveniles de primer año. En los últimos tiempos, el primer objetivo del equipo era poder presentarse y el segundo perder por menos de veinte goles.

La mala situación del primer equipo se había ido contagiando también al resto de categorías, especialmente a los juveniles. Pero el Octavio cuenta también con conjuntos alevines, infantiles y cadetes que tampoco tienen futuro a día de hoy si se confirma la desaparición del club, que llegó a competir en Europa en los años 90 y que está considerado como uno de los históricos del balonmano gallego y español.

Meses atrás se habló de que el club iba a presentar el concurso de acreedores y los propios responsables del la entidad -con los que ayer intentó contactar este periódico sin éxito- confirmaron que estaban en trámites para solicitar el preconcurso. Al parecer, nunca llegó a hacerse.

El cuerpo técnico y los jugadores que quedan siguen trabajando con la única idea de terminar la temporada, asumiendo que el fin de la misma será también el del club vigués. La sensación que se respira en la entidad es que ha dejado de haber una gestión del Octavio, que sigue funcionando por inercia cada vez en unas condiciones más precarias y con una falta de apoyos que le ha conducido hasta aquí. En los últimos meses, además, algunas de las personas que habían formado parte de la directiva en un intento por salvar el club también han terminado por desvincularse asumiendo que no había solución posible.

En el partido del pasado fin de semana, el Octavio se presentó con nueve jugadores sénior y seis juveniles, la mayoría de ellos de primer año y sin experiencia apenas en la categoría. El día a día está condicionado por el número decreciente de jugadores que van a entrenar, variable según el día y con habituales ausencias. Los desplazamientos se han convertido en una odisea tanto por el transporte como por el número de integrantes disponibles, al haber también cada vez menos dispuestos a viajar. No están exentos tampoco de lesiones.

Sin masa social

A día de hoy, el Octavio es un club sin masa social ni arraigo. A los partidos acuden únicamente los allegados de algunos jugadores. Y precisamente han sido algunos padres los que han intentando también luchar para mantener el club, pero sin éxito.

Por todo lo anterior, quienes hoy siguen formando parte del Octavio transmiten la sensación de que se trata de un barco a la deriva e incluso están impacientes por que la temporada se termine y poder finiquitar un proyecto que, al menos en las actuales circunstancias, entienden que carece de futuro.