El presidente de los peluqueros de la provincia exige una mayor profesionalización del sector y una bajada del IVA
06 abr 2019 . Actualizado a las 22:50 h.París siempre ha sido la capital de la moda y la estética. Esa impronta queda reflejada en Marcos Atrio, el presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Peluquería y estética (APEP), que nació a orillas del Sena (1975), aunque pronto cambió este río por el Miño. Su tío, Antonio González, era presidente de la asociación de peluqueros y Marcos siguió la estela y llegó a Vigo con 15 años con afán de hacer un curso de peluquería masculina y formarse en este campo. Hace cuatro años Marcos tomó las riendas de una asociación que cuenta con 70 locales inscritos.
La peluquería masculina está experimentando un bum y la estética vintage impera en los establecimientos donde modernos profesionales ofrecen una imagen más dinámica que la de los locales de antaño. Ahora los hombres vuelven a cuidarse con esmero la barba y la cabellera. «Los que marcan tendencia son los futbolistas, sobre todos los jugadores del Real Madrid y del Barcelona. Ronaldo o Sergio Ramos son los que más influyen. La gente pide sus cortes de pelo. No hay ningún jugador del Celta que marque tanto en las decisiones de estética como ellos», asegura el presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Peluquería.
Atrio vela por todos los establecimientos del sector, que se enfrenta a numerosos problemas. Lamenta la subida del IVA del 8 al 21 % que se produjo hace años y se muestra escéptico sobre su posible bajada. La asociación negocia el convenio colectivo y procura también cursos de formación. En esta faceta compite con las marcas de productos, que muchas veces imparten clases para que los profesionales los recomienden y vendan en sus establecimientos. Los asociados tienen que pagar una cuota reducida de 25 euros por un salón. El precio de la afiliación incluye a todos los empleados.
El convenio colectivo ha sufrido una modificación porque muchos establecimientos tenían personal contratado por debajo de los 900 euros. Al subir el salario mínimo interprofesional «hemos tenido que subir los sueldos». Atrio explica que «hace mes y medio nos reunimos con la CIG. La subida generó un problema para muchos».
En las peluquerías existen aprendices en formación y luego empleados de distintas categorías profesionales: oficiales de primera, segunda y tercera categoría. Los de tercera y segunda categoría se han unificado en una sola. Los de primera cobran un poco más, 30 euros por encima de los del escalón inferior. Antes de la subida del salario mínimo los sueldos de un oficial de tercera podían rondar los 750 euros. «Ahora hemos tenido que subir 150 euros al mes. Además, los dueños de los locales tienen que pagar más por la Seguridad Social», señala. Por estos gastos algunos no pueden tener personal contratado y trabajan en solitario, como le ocurre a él mismo. Pero también pertenecen a la entidad provincial grandes salones y cadenas, como Jorge Rubín. «Aunque él juega en otra liga», señala Atrio en referencia al peluquero redondelano reconvertido en empresario y distribuidor de una enorme gama de productos cosméticos.
Atrio siente envidia de otros países. Asegura que en España cualquiera puede abrir un salón de peluquería. «No está regulado como en otros países. Sería necesario que se exigiese una titulación y experiencia para poder atender al público y aplicar ciertas técnicas y productos». El cuero cabelludo y la piel son delicados. Es necesario que haya mucha asepsia y limpieza y unos protocolos de actuación para evitar problemas con secadores y productos químicos. «Si abres una peluquería y le aplicas un tinte a alguien y le quemas el pelo, se convierte en un asunto serio y te pueden meter en un lío», subraya este profesional que vive en Vigo pero tiene su establecimiento en al alameda de Chapela, donde el alquiler del local resulta más asequible que en la ciudad. «Si cometes un error y careces de solvencia y de un seguro se te puede caer el pelo, nunca mejor dicho», apostilla.
Hablando de caídas del pelo, asegura que cuando esta se produce hay poco que hacer. «La causa suele ser genética. Existen productos para detener la caída o ralentizarla, pero no hay manera de evitarla», relata. Lo que si está en auge es el modo de paliarla con los implantes de pelo. Hay gente que viaja exprofeso a clínicas de Turquía para hacerse estas intervenciones. «En España son más caras, depende del número de cabellos que se quieran implantar pero una actuación amplia sale por unos 8.000 euros, pero dice el resultado es de mayor calidad que en Turquía.
Atrio advierte que resulta complicado ser autónomo. Muchos pagan el mínimo, 280 euros de cuota. Pero con este dinero las perspectivas para una buena jubilación son escasas, así que algunos optan por aumentar su cotización para evitar ser ancianos indigentes.
«Hemos tenido que subir los sueldos 150 euros al mes para adaptarnos al salario mínimo»
«Los futbolistas del Real Madrid y el Barcelona son los que marcan tendencia»
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