Las mujeres orquesta del Caselas

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Tres jugadoras del equipo de balonmano de Salceda son también directivas y entrenadoras

20 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Iris Sestelo (29), Aida Suárez (26) y Antía González (26) son tres mujeres que tocan todos los palos en el balonmano. Las tres vieron desaparecer al club de Salceda en el que comenzaron a jugar siendo niñas. Y teniendo aquello muy presente, ahora luchan con todas sus fuerzas para que el nuevo proyecto que se puso en marcha hace nueve años no siga ese camino. Lo hacen ejerciendo al mismo tiempo de jugadoras del equipo sénior, entrenadoras de las escuelas deportivas, directivas de la entidad y hasta de árbitras.

La culpable de que Aida y Antía hayan adquirido responsabilidad en la directiva, ambas como vocales, es Iris, la presidenta. Ella es una de las supervivientes de la junta anterior, donde también había muchas jugadoras y que tras años al frente necesitaba un descanso. «Pódese dicir que as liei eu», dice Sestelo. Y asume que en el caso del Caselas ha sido una necesidad que las deportistas se hayan puesto al frente. «De non ser por iso, non se refaría o clube. As xogadoras tomaron a iniciativa. E temos moi presente o que pasou, que chegou un momento no que quedamos sen equipo porque as rapazas ían marchando e non había unha base», algo que ahora es su gran prioridad.

Las tres coinciden en no tener duda alguna de que la de directivas es la faceta que menos les llena. Pero es imprescindible para la continuidad del club y eso es lo que las estimula para seguir adelante, eso y la «pasión» por el balonmano que comparten, apuntan. «Los fines de semana son bastante complicados, hay que organizarlo todo muy bien para que no coincidan nuestros partidos con los de los equipos a los que entrenamos», apunta Aida, que como directiva asume ese tipo de gestiones y otras más mundanas como «llevar las llave si hace falta abrir el pabellón» aprovechando que reside cerca.

Otro aspecto en el que coinciden las tres en que el tener jugadoras en la directiva supone ventajas importantes para el funcionamiento del club, aunque también hay aspectos en los que hay que ser muy cuidadosas. «Por un lado es muy beneficioso, porque sabes cómo funciona todo, las necesidades deportivas que hay y estás muy implicada», dice Antía. Pero ella misma recuerda que esa implicación puede ser un arma de doble filo: «Al final no puedes pretender pedirle responsabilidades como directiva a tus propias compañeras que tienes al lado en la pista. Eso puede crear malos rollos y también es bueno que vean otras caras», afirma.

De todas maneras, celebran que por ahora se complementan a la perfección y las cosas «están funcionando». Todo fruto de una voluntad que hace que las tres ejerzan también de árbitros. «A federación non manda árbitros para os partidos das máis pequenas, así que temos que amañar como podemos», comenta Iris. Antía reconoce que al principio no se encontraba nada cómoda, pero no se le pasó por la cabeza no colaborar también en esa faceta: «Si tenemos partido y después juega el equipo de una compañera, ya te quedas a pitarlo. Yo soy un poco despistada y no se me daba muy bien, pero intento poner atención», cuenta.

Además, a Antía no le convencía tampoco la faceta de entrenadora. «De primeras dije que sí más que nada por colaborar, por aquello de que siempre hace falta gente que ayude o si no las cosas se quedan en nada», recuerda. Ahora, sin embargo, disfruta al máximo de una faceta que también sus dos compañeras de cuádruple tarea en el Caselas están encantadas.

En el caso de Iris, los más pequeños son, de hecho, su mayor motivación. «A primeira vez que eu fun a un campionato fóra de Galicia foi sendo sénior, pero as compañeiras de máis idade recordaban facelo de nenas con antigo clube». Si aguantan el actual ritmo compaginándolo con sus trabajos -una es ingeniera y las otras trabajadoras sociales- es para luchar por que se repita. «Gutaríame que vivisen o que nós xa non puidemos», recalca Sestelo.

En la categoría en que ellas compiten, Primera Gallega, hay algún otro caso de jugadora polifacética, pero sin llegar al extremo de ellas tres. «As nosas fins de semana vivímolas para o balonmán. Entras no pavillón a primeira hora da mañá e non sabes cando vas saír, pero quen algo quere, algo lle custa», resume.