Vigo es una ciudad de estrellas

VIGO

La Biblioteca Nacional guarda una publicación con las etiquetas de los hoteles de Vigo de entre los años 1930 y 1960, cuyas piezas originales se venden ahora en Internet hasta a 70 euros

30 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando George Borrow pasó por Vigo a mediados del siglo XIX en su viaje de documentación para escribir su mítico libro de La Biblia en España, le recomendaron que se instalase en la pensión La Vizcaína, en la actual plaza de la Constitución. Pocos establecimientos hosteleros más había.

Pero con el derribo de las murallas en 1861, Vigo crece, se consolida como puerto de embarque hacia América y escala de los grandes paquebotes procedentes de centro Europa. La demanda de establecimientos hoteleros hizo que la oferta creciese exponencialmente en las siguientes décadas. La editorial Seix Barral dio cuenta de ello con una colección de grabados y fotografías de las etiquetas que los hoteles regalaban a sus huéspedes para sus colecciones o para que las pegasen en sus maletas. A lo largo de 51 láminas la publicación da cuenta de los hoteles existentes en Vigo y su área, así como en otros puntos de la provincia, y que hoy es guardada por la Biblioteca Nacional en uno de sus ejemplares.

Muy pocos de los hoteles representados en el citado muestrario de etiquetas siguen vivos. El Lisboa, ahora rebautizado como Zénit Lisboa, el América, el Junquera y el Universal, recuperado por la cadena AC, son los únicos que continúan con las puertas abiertas, y también los más antiguos de Vigo.

Atrás quedan marcas locales conocidas como el hotel Continental, el Gran Hotel o el Alameda. Y otros ya en muy pocas memorias como el Buenos Aires, el Compostela, Prieto, Estoril, Palace, Cendón, Unión y Europa, Pajariño, Nuevo País o Gran Lar, además del Reveca de A Cañiza o el Gran Hotel y el Avelino, ambos de Mondariz Balneario.

Las etiquetas reproducen desde el simple nombre del establecimiento, a la fachada del edificio en los casos más llamativos arquitectónicamente, como el Universal o el Continental, o lemas en los que se ensalzaban las comodidades del local. «Hotel Buenos Aires. En lo más céntrico de la ciudad. Habitaciones a todo confort». «Hotel bar restaurante Pajariño. Espléndidos dormitorios con vistas a la mejor bahía del mundo». O «Hotel Pazo Santa Tecla. Instalado en la cumbre del monte. Cuartos de baño generales e individuales».

Y no solo las estrellas de sus propios establecimientos fueron aportados por los hoteles a Vigo, sino que un establecimiento de la ciudad, el Palace Hotel ?luego renombrado obligatoriamente como el Palas? fue en 1930 merecedor de la primera estrella Michelín que se adjudicó en Galicia. Otros hoteles de la ciudad merecieron de la recomendación de la guía culinaria: el Continental (de 1910 a 1966); el Moderno (1911-1966); Colón ((1911-1913), o el Europa (1911-1920) fueron los primeros.

El Cendón, de la calle Isabel II, junto al cine Fraga, fue merecedor de una copla de la Sociedad Cultural Recreativa y Musical de Burela, en honor a sus gambas.

El hotel Moderno era reflejado en la prensa del primer tercio del siglo pasado por ser uno de los escenarios preferidos de Hermann Becker para escalar por su fachada como hombre-mosca.

Y los hoteles de Vigo figuraron mucho después, en los años setenta, en las guías-recomendaciones de periódicos como Die Zeit, que aconsejaba el entonces nuevo Nilo por el precio de sus habitaciones, 300 pesetas. Pero el reflejo cotidiano más frecuente de la red hotelera local nacía de charlas que vendedores y supuestos expertos ofrecían en sus salones. En el Palace de Príncipe se ofrecía a menudo peletería alemana, o métodos para combatir la hernia, también en el Prieto. Revisiones de especialistas médicos y maquinaria diversa, en casi todos.

Muchas de esas etiquetas de hoteles vigueses se venden ahora en portales de coleccionistas desde 4 a 70 euros cada una, dependiendo de su estado.

Aún no se ha llegado a las 3.900 habitaciones que auguró el Plan Xeral

El último Plan Xeral de Urbanismo vigués auguraba en el año 2006 que la ciudad pasaría de 2.600 a 3.900 habitaciones una vez que se desarrollase la guía de ordenación urbana que acabó siendo suspendida judicialmente. Doce años después, el número de habitaciones se ha reducido incluso, debido al cierre de establecimientos como el hotel Samil y otros de menor tamaño que no han sido relevados por los nuevos hoteles, casi todos de menor dimensión y plazas disponibles.

Según el Instituto Nacional de Estadística, Vigo tiene en la actualidad 64 hoteles activos, trece menos que en el año 2005. El número de habitaciones disponibles es de 2.337 y el de plazas habilitadas de 4.253, prácticamente el mismo que hace trece años, como también apenas ha variado el volumen de trabajo que generan, con 458 puestos estables.

Los proyectos para aumentar la oferta no han faltado en los últimos años. Se planteó como parte integrante de un complejo alrededor del estadio de Balaídos cuando Horacio Gómez presidía el Celta. También otro de corte empresarial se diseñó para el parque de Liñeiriños, junto a la parcela que se reservaba ya a mediados de la década pasada para Ikea. Uno más se pinto en el Plan en la antigua parcela de Campsa en Guixar en forma de torre, o también junto a la estación de tren de Urzaiz, donde al final sí se abrirá un establecimiento en la calle Colón. Y otro espectacular con forma de pirámide llegó a ser presentado en bocetos y dibujos para ubicarlo en García Barbón, acompañando a las alturas de las torres que albergan el Círculo de Empresarios.

Jaime Pereira, presidente de la Asociación de Hoteles de Vigo, considera que pese a los proyectos fallidos la ciudad cuenta con demanda como para garantizar la pervivencia de los establecimientos existentes y albergar alguno más, como será el nuevo hotel Samil. «Durante 2017 y 2018 la curva de crecimiento de clientes ha seguido una línea ascendente, ligera y sin ascensos agudos, pero crecimiento al fin y al cabo», señala para remarcar la importancia de que se consolide el mercado hotelero vigués y su ocupación.

Al hotel Samil solo le queda el esqueleto

La piqueta ha dado cuenta ya de los anexos del hotel Samil mientras el edificio abierto a finales de los años sesenta ha sido despojado en los últimos días de toda su carpintería y tabiquería interior, ventanas y demás elementos exteriores. En breve se llevará a cabo la demolición del complejo que registró en el 2003 su última reforma a manos de la cadena Hoteles Lao Garriga para poder seguir manteniendo la categoría de cuatro estrellas, la mayoritaria en el sector en Vigo.

La mole de hormigón de siete alturas que llegó a alojar a los deportistas y artistas de primer nivel que pasaron por la ciudad en los años setenta, será relevado por otro complejo hotelero, que desde el Concello se asegura será más respetuoso con su entorno.

El inmueble estuvo abandonado durante tres años hasta que lo adquirió en subasta pública el empresario coruñés Manuel Jove. Su precio fue de 2,6 millones de euros frente a los 2,1 millones marcados de partida. El proyecto requerirá de la inversión de 20 millones de euros. La previsión es inaugurarlo en otoño del 2020 a cargo de la sociedad limitada unipersonal Attica 21 Hoteles. Tendrá cuatro estrellas y dispondrá de 125 habitaciones repartidas en varios bloques. Como máximo, las construcciones tendrán cuatro alturas. Contará con una amplia piscina descubierta, un spa y una sala de convenciones para albergar congresos y poder mantener un elevado nivel de ocupación a lo largo de todo el año. Reservará además un espacio para adecuar un aparcamiento de 102 plazas.

La demolición del antiguo hotel se prolongará durante cuatro meses y costará 100.000 euros. Los anteriores gestores del hotel se vieron obligados a cerrar en los últimos inviernos debido al bajo nivel de ocupación fuera de la época estival y por las pérdidas acumuladas.