El matrimonio se retira con bronce

Míriam Vázquez Fraga VIGO / LA VOZ

VIGO

CEDIDA

Meilán y Alamancos, pareja dentro y fuera del tapiz, dejan el taekuondo con una medalla mundial

22 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Once años después, Nerea Alamancos y Samuel Meilán, del Tao vigués de taekuondo, volvieron a colgarse una medalla mundialista del mismo color que la de entonces, un bronce que supone en realidad el broche de oro a sus carreras. La pareja, que lo es tanto dentro como fuera del tapiz, se conoció gracias a un deporte que ha marcado sus vidas, pero que ahora han decidido dejar en lo que a competición se refiere. Se propusieron hacerlo con una medalla y el lunes regresaron a casa desde China con el objetivo cumplido.

«Es una recompensa a todo el esfuerzo que pasamos en los últimos años y sobre todo en los últimos meses», dice Alamancos. Y enseguida menciona a Martina, la hija de cuatro años de la que Samuel y Nerea tuvieron que separarse diez días para poder competir en Asia. «A nuestra edad seguir compitiendo ya supone renunciar a la vida personal y familiar, estar muchos fines de semana sin ella...», cuenta. De ahí que hayan decidido que era el momento de parar definitivamente. «En enero cumpliré 35 y nuestros objetivos en la vida han cambiado. Perdíamos mucho tiempo de estar con la niña y acordamos que íbamos a por la medalla como despedida», revela Samuel.

La lograran o no, la decisión estaba tomada y Nerea admite que sintió «presión». Nada que ver con el bronce de sus inicios. «Hace once años fuimos allí a ver qué pasaba, ni nos planteábamos el podio. Fue completamente inesperado. Ahora nos exigíamos hacerlo bien, sabíamos que podíamos llegar y queríamos dar lo máximo», expresa. También para Samuel ha sido muy diferente. «Entonces yo era más inconsciente, no le das tanto valor a lo conseguido ni lo disfrutas igual. Ahora, después de tantos años experimentando lo difícil que es competir, lo saboreas más», detalla.

Entre una medalla y otra han pasado muchas cosas aparte del nacimiento de su hija. Pareja entonces y ahora -llevan quince años juntos- no siempre lo han sido como taekuondistas. «Nuestras circunstancias personales fueron cambiando. Nerea se fue a estudiar a Madrid, dejó de competir unos años y yo también lo hice», recuerda. Los dos regresaron hace tres o cuatro años y en pareja hace solo uno. Tuvieron que ponerse al día, pero ambos destacan que la complicidad y el entendimiento que hay entre ellos lo hacen todo más fácil hasta el punto de que «con una miraba ya sabes lo que hacer. Es así».

Durante el Mundial, en el que Meilán logró a mayores una medalla individual, tuvieron que enfrentarse a los mejores, los asiáticos. Fueron jornadas maratonianas, como explican ambos: «Tenemos que hacer en cada ronda dos ejercicios sincronizados con la máxima potencia y mejor estética. De un grupo de diez competidores con Corea y China, las favoritas, pasamos a semis terceros». Una vez ahí accedieron a la final cuartos, colándose por delante de ellos Irán, a la postre vencedora contra pronóstico.

Los dos subrayan que las circunstancias de esta medalla le dan un sabor más dulce. Por ser la última y por haberla logrado juntos una vez más. «Fue increíble meternos entre los asiáticos y volver a vernos ahí los dos después de once años, la hace más especial», indica Samuel. Nerea reconoce que soñaban con ello, pero que aparte se habían preparado a conciencia. «Habíamos trabajado mucho y hemos creído en nosotros. Si no te lo imaginas y confías, no va a llegar».

De vuelta en el avión, reconocen, comenzaban a ser conscientes de que la decisión que tanto meditaron de retirarse comienza ya a ser efectiva. Samuel seguirá dando clases en el Tao, donde Martina ya ha empezado a tener contacto directo con el taekuondo, y Nerea también quiere continuar vinculada, aunque todavía no sabe cómo. Una cosa está clara: «El taekuondo ha marcado nuestras vidas y le debemos todo lo que tenemos hoy».