La viguesa que asalta el podio del trail tras 20 años de inactividad

Míriam Vázquez Fraga VIGO / LA VOZ

VIGO

CEDIDA

A punto de alcanzar los 40 comenzó a competir en el 2015 y acaba de sumar a su palmarés
el Ultra Sanabria

09 oct 2018 . Actualizado a las 11:31 h.

Aroa Sío (Vigo, 1979) salió «de la nada» para encadenar un podio tras otro en pruebas de trail de larga distancia. Este fin de semana la atleta viguesa sumó el Ultra Sanabria a una lista creciente de victorias que empezó a escribir hace solo dos años y medio, cuando se inició en esta disciplina. Se ha acostumbrado a estar «a la altura o por encima de atletas que llevan diez o quince años», destaca, y que en muchos casos han sido incluso profesionales.

Su caso tiene poco que ver con los demás. Sío fue atleta en su juventud, de los once a los diecisiete años. Hasta que «no podía ir a la playa porque tenía las piernas pesadas o había que dejar de ir de fiesta porque al día siguiente había entrenamiento o competición». Era la época de disfrutar de los amigos y divertirse y optó por «pasar» del deporte. Empezó así una etapa de dos decenios «de inactividad total» y en gran parte de ese tiempo fumando un paquete diario de tabaco. Comenzaron a aparecer los problemas respiratorios y, de alguna manera, decidió recorrer el camino inverso: dejar el tabaco y retomar el la actividad física.

«Para no recaer en el mal hábito, me centré en el deporte», recuerda. Al principio iba al gimnasio un par de días a la semana, pero el Trail Montes de Vigo, en el que repite este año, lo cambió todo. «Me inscribí para tener un objetivo y un aliciente que me ayudara a no volver a fumar, pero no tenía nada que ver con lo que yo imaginaba», rememora. Aroa se preparó corriendo por el paseo del Lagares. «Tonta de mí, entrenaba en llano y creía que iba preparadísima. En el cortafuegos de Coruxo ya me di cuenta por qué todo el mundo iba tan peripuesto, con tacos y chalecos». Sufrió de lo lindo, pero ganó.

Después de esa carrera, y tras sentir en los días posteriores «como una agujeta gigante por todo el cuerpo», se prometió que no volvería, que aquello no era para ella. «Lo había pasado mal y yo quiero correr para disfrutar. Pero lo cierto es que no iba bien preparada», admite. Estuvo meses dando evasivas a los compañeros que la animaban a volver a competir, hasta que a base de insistencia consiguieron el objetivo: «Y ya me enganché».

Desde entonces ha participado en competiciones por toda España e incluso algunas en el extranjero. Al principio nadie la conocía y en cada prueba a la que iban se quedaban alucinados: «Conseguí hacer podios nada más empezar». Y eso se tradujo en que varias marcas se interesaran en ella y en que de unas carreras, a través de invitaciones, salieran otras. «Es un deporte caro y a día de hoy, gracias a mis patrocinadores, los trails me salen a coste cero».

Sí le sale bastante más caro en lo que se refiere al esfuerzo. Pero segura que compensa. «Soy muy competitiva, me pico bastante. Pero si no pudiera luchar por las victorias competiría igual porque es como una terapia. Me dicen que siempre estoy sonriendo y es porque disfruto de lo que hago», analiza. Compagina el deporte con su familia -es madre de una niña- y con su trabajo, pero tiene la firme convicción de que si se quiere, se puede. «Si hace falta me levanto a las seis de la mañana para entrenar o me acuesto tarde para poder hacerlo. Es cuestión de organizarse», reivindica.

La memoria del cuerpo

Preguntada por el secreto de sus buenos resultados, Aroa señala que hay varios factores que influyen. Pero a su pasado como atleta en su juventud le atribuye un papel clave. «Al haber hecho atletismo de joven, el cuerpo tiene memoria. El fondo estaba dormidito, pero estaba y lo activé», recuerda. A mayores, agradece que la genética le acompañe y revela que cuida mucho sus hábitos alimenticios. Un buen plan a cargo de su entrenador hace el resto.