«Isto quedou completamente desolado»

Carlos Punzón, Mónica Torres MONDARIZ

VIGO

Lucía Vidal / Emilio Cerviño

Los comuneros de Gargamala lamentan que no les permitieran hacer cortas en los dos últimos años

08 oct 2018 . Actualizado a las 15:54 h.

Mientras aún se combaten las últimas lenguas de fuego en Mondariz, donde un incendio arrasó esta pasada madrugada 150 hectáreas, los comuneros de la parroquia de Gargamala han empezado a pisar el monte arrasado por las llamas en la tardes del domingo y durante la pasada madrugada.

Su voz es un claro reflejo de lo que se van encontrando. «Isto quedou completamente desolado», dice Benito Alonso, secretario de la Comunidad de Montes de Gargamala, mientras sus botas levantan el humo que esconde la tierra ennegrecida por las cenizas. «Esta todo negro», añade mientras va dejando atrás las casas del barrio de O Barro, que ayer contuvo la tensión mientras vio el fuego lindar con algunas de sus propiedades. 

«O vento extendeu o lume moi moi rápido, pero ó mesmo tempo tirou del cara arriba do monte e cando cambiou, levouno cara a unha ladeira. Estivo cerca, pero al final as casas non correron perigo», dice con un suspiro mezcla de valor y lamento. 

Ese pesar lo hace extensivo a los reparos que la comisión de montes de Gargamala asegura que viene haciendo a la Xunta desde hace dos años. «Levamos pedindo dende o 2016 autorización para facer cortas na parte do monte conveniado, pero non tivemos nunca contestación», asegura Alonso, que añade que el monte se encontraba muy sucio hasta ayer, fruto, dice, de la falta de autorización para talar. «Ágora xa quedou limpo. Non quedou nada».

Testimonios

Argimiro Vilas, vecino de Sabaxán y que fue trabajdor forestal en la zona, aseguró que «está claro que aproveitaron que facía moito vento para plantar lume e isto estaba cheo de maleza, por iso ardeu todo». Este vecino, testigo de la noche en vela que pasó la parroquia de Mondariz, criticó el estado del bosque explicando que nunca había visto tan llena de maleza la zona. A este motivo y al viento achaca la rapidez con la que se propagaron las llamas.