El primer eslabón de la fábrica de campeones

Xosé Ramón Castro
x. r. castro VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Antes palista y ahora técnico, Jesús Costas se encarga de moldear a los sucesores de Perucho y compañía

01 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay personas que parecen predestinadas a una actividad determinada. Si naces al lado del mar, si tu casa está pegada a la sede del club y tu padre es el presidente, todavía más. Fue lo que le sucedió a Jesús Costas Santomé con el piragüismo y el Ría de Aldán, en donde entró con ocho años y allí sigue con 42. Primero como palista, llegó a ser campeón de España en k-1 500 metros, y ahora como entrenador de los más pequeños en un club en donde los ídolos están colgados de la pared y lucen la misma indumentaria que los futuros campeones. Jesús los vio crecer a todos e incluso llegó a entrenar en alguna ocasión a Carlos Pérez Perucho.

«Llegué al piragüismo como todos los chavales de la zona. Comenzamos a jugar con la piragua y al final te acabas enganchando», comenta Suso Costas, que vivió su punto álgido en el 92 con el título de campeón de España y al curso siguiente, y en el 95 hizo doblete en la Copa de España en 500 y 1.000 metros, siempre en solitario, en el K-1. Después siguió entrenando hasta los 20 años, tuvo un bienio sabático por motivos laborales pero se reenganchó y cuando el club precisó un técnico para los más pequeños dio el paso. «Hacía falta un entrenador, me ofrecí a echarles una mano y luego me ofrecieron quedarme con el cargo». Ahora por su mano pasan los alevines, benjamines y prebenjamines (con edades comprendidas entre los 8 y los 13 años), la base en donde comenzar a formar a los talentos del mañana y por el momento las cosas no van nada mal. «Tuvimos un año muy bonito porque ganamos la liga provincial y el gallego», resume el entrenador, que tiene a su cargo cerca de medio centenar de jóvenes piragüistas.

En su tarea de formación Costas Santomé cuenta con un aval importante, que en su día vio crecer a los David Cal, Teresa Portela y Carlos Pérez, entre otros. «Viví en primera persona toda su etapa de crecimiento y hasta entrené con ellos en alguna ocasión, el que más con Perucho. En unas Navidades, con 17 años, yo estaba en el centro de tecnificación de Pontevedra y el club me ofreció entrenar con ellos. Perucho entonces era infantil. En el verano siguiente volví a entrenarlos».

Los tres son el referente y el espejo en donde ahora se miden los más pequeños. «Aprovechamos que esta gente forma parte de la historia del club. Para los niños es increíble que alguno de ellos se acerque y les diga algo. Son sus ídolos. Ven colgados sus pósteres en la pared y de vez en cuando se ven con ellos en el club». Perucho ya ha salido el piragua en más de una ocasión con los más pequeños, Teri Portela le dio una charla en su día y David Cal, aunque ahora en la diáspora, también se ha dado una vuelta por la zona 0 del piragüismo en Galicia.

Pero los sucesores no surgen de la noche a la mañana. Jesús detecta talento que deben moldear sin saltarse ninguna etapa. En estos momentos, el responsable de la sección, y con la colaboración de sus ayudantes Óscar Menduíña y Noelia Moledo, está inmerso en un cambio de metodología. «Este años intentamos cambiar. Antes, nada más llegar los niños, les dábamos unas piraguas un poco más anchas que se llaman cayucos y que no suelen caer e íbamos tirando así mucho tiempo, igual un mes entero antes de saltar a la piragua, pero este año cambiamos por completo y cuando viene el niño lo que hacemos es mandarlo en cayuco el primer y el segundo día para que sepa más o menos lo que hay, aunque antes le damos unas explicaciones en tierra de cómo se debe coger la pala, lo esencial para saber andar en piragua, y al tercer día ya comenzamos a meterlos en piragua normal, primero sin asiento porque es más fácil, y una vez que vemos que van bien ya le metemos el asiento y a base de caer mucho y tener constancia aprenden a andar en piragua». A razón de tres entrenamientos a la semana: jueves, sábados y domingo, saliendo al mar en función de la climatología.

Y una vez que el alumno se estabiliza en la piragua, llega la hora de competir en los diferentes torneos. Todo como un juego y un aprendizaje. Lo de la especialización queda para más adelante en la fábrica de campeones.