El ciclista parapléjico por una trampa en Vigo: «En el aire ya vi la piedra»

E.V.Pita VIGO / LA VOZ

VIGO

E.V.Pita

Juzgan a cuatro comuneros de Valadares acusados de poner obstáculos en el monte Alba

12 jun 2018 . Actualizado a las 11:58 h.

Al joven ciclista Diego González se le empañaron los ojos cuando un grupo de cinco abogados, tres magistrados y un fiscal se bajaron del estrado y lo rodearon de pie para mostrarle las imágenes del escenario del accidente que lo dejó parapléjico y lo postró en silla de ruedas. Debía reconocer en el mapa el camino por el que él había circulado a 25 kilómetros por hora bajando una cuesta del monte Alba, en Vigo, el 4 de septiembre del 2014. Una gran roca de 200 kilos de peso estaba cruzada en el camino y, al chocar contra ella, sufrió un grave accidente. Para la Fiscalía, esa piedra fue colocada como una trampa por algunos comuneros de Valadares para obstaculizar el paso de los ciclistas por sus tierras. Ellos lo niegan.

El juicio por un delito de lesiones imprudentes graves arrancó ayer en la Audiencia Provincial de Pontevedra. La clave está en el mapa que los abogados le mostraron a Diego González porque la defensa de los comuneros sospecha que el deportista se desvió del camino oficial para cruzar un tramo monte a través y hacer un salto por un cortado o talud natural de un metro de altura.

Oscar Vázquez

Un letrado presionó al accidentado para que reconociese que había tomado un desvío fuera de la ruta de paso. El deportista replicó que ese talud formaba parte de un camino natural, que él se salió dos metros antes para coger el salto. No era rampa ni salto provocado artificialmente. Es un detalle clave sobre el que girará el juicio contra los cuatro implicados en el mantenimiento del monte comunal de Valadares. Incluso a las aseguradoras les interesa ese desvío en el mapa porque sus pólizas cubren accidentes en circuitos oficiales. 

Oculta tras una curva

«Había una alternativa para coger el cortado. Esa piedra no se veía, la vi encima, con la rueda delantera en el aire, y no pude evitarla. Estaba oculta en mi trayectoria, en una curva ciega, vas ciego hasta que llegas», relató el ciclista al tribunal. El deportista relata que hizo muchas veces al mes esta bajada desde el monte Alba. «Cuando llegué a la altura del lugar de Cubiles, di un salto y había una piedra muy grande justo donde iba a caer: choqué, salí despedido contra un muro y me golpeé la cabeza. Tardé unos segundos en asimilar la situación», explicó. Iba solo. Tras el golpe, sacó su móvil de la mochila y pidió auxilio al 112, a la policía y a su amigo Bruno, que conocía el terreno y al que le indicó su ubicación. «Bruno me tranquilizó mientras me metían en la camilla», contó ayer en la Quinta Sección de la Audiencia. A raíz del accidente, González, que trabajaba de peón especialista de la automoción en Redondela, lleva cuatro años inmovilizado. Hace poco se casó con su pareja y compraron una casa que no está plenamente adaptada a sus necesidades de movilidad. La esposa obtuvo flexibilidad laboral para atenderle.

Los acusados, tres comuneros y un condenado a trabajos en beneficio de la comunidad, negaron haber puesto trampas en el monte. Insisten en que ellos limpiaron el camino de rocas y leña, que dejaron apartados en el monte, fuera de las zonas de paso. Afrontan una petición de dos años y medio de cárcel y del pago de 832.000 euros.

«Nosotros retiramos las piedras, no las colocamos», dice el vicepresidente

El vicepresidente segundo de la mancomunidad de montes de Valadares, José Cabezas, apodado Piño, era el encargado de la conservación y el mantenimiento de 295 hectáreas de monte por parte de las cuadrillas que actuaban para retirar escombros. Negó haber colocado ninguna piedra en el monte. Cabezas alegó que su cuadrilla tenía que retirar el 4 de septiembre unas piedras del camino para facilitar el paso de un agricultor con su tractor a su finca y recolocar un mojón, así como aprovechar para talar allí unas acacias, una especie invasora. El día del accidente, bajó de casa a la oficina y se enteró de que había un herido grave. Alguien le acusó de colocar trampas y luego jactarse del accidente porque a los ciclistas les gustaba saltar piedras, lo que él negó. «Yo no coloqué nada, hacía un año que yo no pasaba por allí. Nosotros retiramos piedras, no las colocamos», replicó. Desmintió quejas vecinales ni molestias por el tránsito de ciclistas. Van muchos más motoristas.

Los demás acusados, entre ellos el capataz, insisten en que movieron piedras y leña ese día. pero las recolocaron en zona de monte y más abajo del lugar del accidente, conocido como la Casa de los Conejos, antiguo criadero. Comentan que antes del suceso vino a hablar con ellos una pareja en un coche porque el hombre quería trabajar de peón forestal, pero no lo contrataron. También pasaron dos ciclistas.

En la vista previa, la Audiencia anuló el contenido de las escuchas telefónicas como prueba.