El elenco de actores se completa con Cristina Abad, Clara Alvarado y Emmanuel Medina
09 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Afundación pone fin a su temporada de teatro con la representación de El funeral, de Manuel M. Velasco, a las 20.30 horas, en el Teatro Afundación (Policarpo Sanz, 13). Concha Velasco y Antonio Resines, junto con Cristina Abad, Clara Alvarado y Emmanuel Medina protagonizan esta producción teatral sobre un surrealista velatorio. Las entradas se pueden adquirir en la web Ataquilla.com a partir de 16,20 euros más los gastos de gestión.
Aunque hace unos meses, Concha Velasco dejó entrever que esta podría ser su última obra antes de retirarse, ahora, la actriz vallisoletana ha negado tener esa tentación y ya habla de otra pieza teatral.
Es una buena oportunidad para ver a Antonio Resines sobre las tablas de un teatro, género artístico en el que suele incidir menos que, por ejemplo, en el cine o la televisión.
Por su parte, Cristina Abad, saltó de la serie de televisión Acacias 38 a los teatro. Clara Alvarado tiene mucha más experiencia interpretativa tanto en teatro como en cine y televisión. El teatro es el campo donde más ha trabajado hasta ahora el joven actor que completa el elenco, Emmanuel Medina.
La obra hablar de Lucrecia Conti, la actriz más importante del cine, el teatro y la televisión de España, que ha fallecido y los espectadores asisten al gran velatorio que el Ministerio de Cultura ha organizado en su honor en un teatro para que el público pueda despedirse de su admirada estrella.
Sus nietas Ainhoa y Mayte ponen orden porque las muestras de cariños son inmensas. También aparece Miguel, un primo lejano cuyo parentesco real es desconocido. Todo cambia cuando los asistentes quedan encerrados en el teatro porque el fantasma de Lucrecia se aparece para despedirse a lo grande.
Nadie da crédito a lo que sucede. El fantasma tiene asuntos que resolver incluso con su propio representante, Alberto Luján, que trata de contener como puede a la prensa que se agolpa fuera. La noticia está apareciendo en todos los medios de comunicación, y todos los programas de televisión están enviando unidades móviles al teatro para conectar en directo con Lucrecia, o lo que queda de ella.
No hay precedentes de algo así y Lucrecia va a aprovechar al máximo este momento en el que por fin se le presta la atención que merece para solucionar, viva o muerta, todos sus problemas profesionales y personales: desde aceptar una serie de televisión en la que hace de muerta, dejar que le hagan un muñeco para el Museo de Cera de Madrid o decirle a una de sus nietas si puede ennoviarse con un chico al que todos le ven cierto parecido familiar. Todo eso ocurre mientras está pendiente de que el público no pase hambre en este ratito de encierro y ofreciéndoles un maravilloso espectáculo.