El Poder Judicial busca elaborar un perfil de asesino machista con el caso de López de Neira

e. v. pita VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

Un sociólogo de Madrid entrevistó a familiares del acusado meses antes del juicio porque era singular que fuese un agresor sin denuncias

26 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El Observatorio de Violencia Doméstica y de Género, adscrito al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), estudia los pormenores del caso del crimen de López de Neira porque tiene varios factores que lo hacen único, lo que podrían ayudar a identificar las señales o marcadores que hacen saltar la alarma. Se trata de un joven vigués que mató de una brutal paliza a su exnovia brasileña en el dormitorio de ella en el 2015 sin que hubiese denuncias previas de malos tratos, que es lo más llamativo. Según el forense, los golpes le separaron la cara del cráneo. Esta misma semana fue condenado in voce a 20 años de cárcel después de que el jurado lo declarase culpable de asesinato con las agravantes de alevosía, ensañamiento y parentesco.

El caso le interesa tanto a la oficina del Poder Judicial que estudia el maltrato que incluso envió a un sociólogo de Madrid a entrevistar hace unos meses a una familiar del acusado para conocer su entorno y otros detalles que no trascendieron. Todo apunta a que los investigadores sociales buscaban pistas para conocer la personalidad y vida cotidiana del implicado pues creen que podría aportar pistas sobre este tipo de comportamientos. Buscan elaborar un perfil de este tipo de asesinato, detectar un patrón común e identificar las señales de riesgo para detectarlas a tiempo en casos similares.

Al Observatorio le llamó la atención que el crimen fuese impredecible, desde el punto de vista policial y judicial, porque no había denuncias previas. Nada indicaba a la Administración que el implicado iba a explotar con un brote de ira o que golpease a la víctima noqueada e indefensa.

En otros casos, la Justicia lleva un seguimiento del maltratador a través de su historial delictivo. Primero, la víctima le denuncia por insultos y vejaciones, acosos y palizas. Si hay reincidencia, el juzgado de violencia de género identifica el riesgo y dicta órdenes de protección y alejamiento.

Gracias a los estudios previos, los juzgados de violencia doméstica ya tienen un protocolo para frenar la escalada de tensión en el hogar. Por eso, dictan el alejamiento. Son casos de libro muy estudiados con pautas para reducir el peligro. El juez sabe cuándo debe dotar de escolta a la mujer y protegerla con vigilancias.

Todo lo contrario ocurrió en el caso de López de Neira, ya que fue una violencia latente y silenciosa. Nadie detectó riesgos. El implicado, de 33 años, hacía una vida normal, trabajaba y carecía de problemas familiares. Durante año y medio de convivencia con la víctima, de 46 años, él corrió con muchos gastos pero entró en bancarrota, perdió sus ahorros, se endeudó y surgieron las riñas. Habían tensión porque ella, que se dedicaba a la prostitución, ya no quería seguir con la relación. La ruptura fue un mes antes del crimen pero él siguió visitando a su exnovia en su apartamento aunque no podía dormir allí ni tenía llaves. El estudio psiquiátrico lo calificó como «normal» y el psicológico detectó que estaba enamorado, dependía emocionalmente de ella y sufría por una relación «tormentosa» que lo estresaba y lo deterioraba como persona. En prisión, recuperó la normalidad. La defensa alegaba que, obcecado, sufrió un arrebato de celos tras verse humillado.

Por contra, las acusaciones ven un claro trasfondo en el que reconocen el típico patrón de asesinato machista por posesión. Es el viejo drama de que «la maté porque era mía» o «porque yo pagué por esto, hago lo que quiero».