A Pedra quiere derribar los puestos y convertirse en un mercado abierto

manu otero VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Los titulares de tiendas votarán en asamblea. La zona «está muerta», dice la asociación

10 abr 2018 . Actualizado a las 07:44 h.

Una distribución similar a la de El Corte Inglés o un complejo al uso. Esa es la idea que maneja la asociación de comerciantes de A Pedra para revitalizar el icónico mercado del Casco Vello, en el que apenas se mantiene un par de puestos abiertos después del último golpe judicial contra la venta de ropa falsificada y del posterior fracaso, el año pasado, de reconversión del conjunto en outlet. «Esto es un punto estratégico, la gente viene sola, sin publicidad, pero ahora mismo está muerto», asume el presidente de la asociación, Alfonso Méndez.

El renacer de este espacio pasa, según el colectivo de vendedores, por «tirar todo abajo y crear un espacio abierto en el que luzca bien la ropa», propone Méndez. Para llevar a cabo este revolucionario planteamiento es necesario llegar a un acuerdo entre los titulares de los puestos que permita el derribo de las paredes del interior del mercado, donde cada concesionario vendía sus productos, y crear un mercado abierto en el que los clientes puedan pasear y observar la mercancía con comodidad.

Para la jornada de hoy está prevista una reunión de la junta directiva del mercado, en la que propondrán la convocatoria de una asamblea extraordinaria y urgente para decidir de una vez por todas el futuro de esta emblemática plaza. «En quince días debería estar todo resuelto», espera el representante de los comerciantes. La propiedad de los puestos es del Concello, que los cedió en régimen de concesión individual a los actuales gestores. El propio presidente de los comerciantes tiene bajo su control nueve de los 36 puestos de los que se compone el mercado. Sin embargo, todos ellos están cerrados. «Me fui de allí porque estar solo es inviable», dice Méndez, apenado por el rumbo que ha tomado el espacio estos años. No obstante, desde la asociación son conscientes de la dificultad de llevar a cabo su propuesta por la división que reina entre los titulares de puestos. «Hay dos bandos», admite el presidente, que responsabiliza a sus contrarios de «estar anclados al pasado y no aportar soluciones», que a su entender solo pasan por reabrir o vender.

El modelo de negocio que sugieren es parecido al que intentaron poner en marcha hace un año. La venta de ropa de marcas de prestigio nacionales e internacionales de temporadas pasadas y descuentos y precios atractivos.

Sin embargo, Alfonso Méndez tampoco cierra la puerta a ideas más innovadoras o relacionadas con el turismo. «Si alguien quiere vender artículos de Sargadelos o trajes gallegos, no hay problema», matiza el representante de los vendedores de A Pedra. Aun así, sugiere un sector que sería todavía más beneficioso: la hostelería. Aunque es consciente de que la conversión de los puestos en restaurantes o cafeterías es «muy difícil» en todos los aspectos.

«Llevo aquí desde el 1994 y nunca vi una situación. Hay que aguantar»

Beatriz Sánchez, titular desde el año 1994 del comercio Yessi Spanish Fashion, centrado en la venta de ropa de marcas españolas, es de las que resisten abiertas en A Pedra. «No recuerdo nunca una situación así, con tan poco ambiente», afirma la vendedora, que se trasladó hace dos años a uno de los locales exteriores de la primera planta. En el puesto de al lado resiste otra vendedora, aunque la única que abre todos los días es ella. A pesar de lo frustrante que es que haya días sin que un solo cliente entre a curiosear. «Esto da para sobrevivir malamente, los impuestos hay que pagarlos igual, pero hay que aguantar», sostiene con firmeza y sin querer oír hablar de bajar la persiana. « Eso es lo que no queremos», remarca.

A pesar de que el desánimo está cundiendo entre los pocos vendedores que quedan, Beatriz piensa seguir «al pie de cañón todos los días». Aunque los turistas «entren, vean y salgan». «Es una pena, pero yo estoy aquí, tengo fe en que tiremos para adelante, pero nos está costando», proclama.

Sánchez agradece la fidelidad de sus clientes. «Los tengo fijos, que les gusta el producto, pero no vienen todos los días», explica. «Los precios son muy asequibles», añade la vendedora para atraer a más compradores.