Profesor Williams, 90 años de magia

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

El vigués Guillermo Rodríguez Meijide recibe un homenaje como el ilusionista más veterano de Galicia

06 abr 2018 . Actualizado a las 13:06 h.

Cada jueves, los magos que forman parte de la Asociación Viguesa de Ilusionismo se reúnen en el Café de Mario, en la calle Caracas. Allí se intercambian conocimientos, se pasan trucos, se cuentan anécdotas o, simplemente, pasan un buen rato hablando de su afición. Uno de ellos es Guillermo Rodríguez Meijide, un vigués nonagenario que es el pionero del ilusionismo en la ciudad. El veterano mago cumplió 90 años el pasado 1 de abril y sus colegas han querido rendirle un homenaje.

Ayer tenía en el café la cita de cada jueves a la que nunca falla, pero el hombre no sabía que le esperaban con más sorpresas en la chistera de las habituales. Sus amigos se sacaron de la manga unas cuantas maniobras de prestidigitación para que no sospechase nada. De repente salió de detrás de su oreja una placa con su nombre en la que se le reconoce como presidente de honor y mago con más solera de Galicia. Una tarta, champán «y un juego de manos que aluciné», cuenta Guillermo tras la sorpresa. «No me lo esperaba, estoy emocionado», dice.

Allí, a Guillermo nadie le conoce por ese nombre. Él es, desde hace muchos años, el profesor Williams, que se puso cuando empezó a actuar y que le sonaba bien, a gran artista. En realidad lleva décadas con el show, pero nunca se ha dedicado a la magia de forma profesional. El sueldo se lo ganaba trabajando en un banco. Y lo cierto es que las cuentas se le dan muy bien y forman parte de sus números, valga la redundancia. Dicen que si le preguntas qué día de la semana era, por ejemplo, el 27 de marzo de 1966, lo sabe al instante.

El vigués Guillermo, el profesor Williams, comenzó de niño a iniciarse como Harry Potter en un tiempo en el que el plástico no existía y se fabricaba él mismo sus aparatos, como los aros chinos que se enlazan. «Me dedico a esto desde los 12 años, cuando estudiaba bachillerato. Veía a los magos en los circos y me atraían más que los payasos por su misterio», recuerda. A los 20 años ya era todo un experto. «Yo tuve la suerte de coger una época de oro porque casi no había magos y hoy sobran, yo no es que fuera muy bueno, pero era el único», reconoce con humor

Entre las múltiples especialidades que hay en esto del ilusionismo, al profesor Williams lo que mejor se le da es la magia de escenario, que es la más habitual y requiere grandes dotes de comunicador para quien la ejercita, y la magia de cerca, para público reducido y distancias cortas. Para actuar, el vigués sale siempre vestido con esmoquin y su chistera.

A lo largo de su trayectoria ha asombrado a públicos en escenarios como el del Teatro García Barbón y en decenas de locales y asociaciones. Además fue una de los fundadores de la Sociedad Española de Ilusionismo, donde se codeaba con magos tan mediáticos como Juan Tamariz.

Según cuentan compañeros suyos en la asociación como Manuel Agudo, «él es una persona muy generosa que nunca se guarda sus saberes. Los comparte y siempre ha ayudado a los más jóvenes», explica. Sobre todo se refiere Manuel a los tiempos en los que no existía Internet ni los tutoriales en los que se pueden aprender de casi todo. «Él tenía sus libros de magia y se los dejaba a quien los necesitase», asegura. Para el especial homenaje llegaron ayer más adictos a la magia que los habituales.

Se acercaron al acto más de 30 ilusionistas de toda Galicia para compartir con el patriarca el momento mágico y emotivo. De repente pasaron 90 años en un soplo. Visto y no visto.