Miembros de la Orden y Mandato dan la cara por Miguel Rosendo

VIGO

Alejandro Martínez

Niegan que sea una secta y se sienten desamparados por la Justicia, que no les ha querido escuchar

15 mar 2018 . Actualizado a las 18:18 h.

«Pertenecer a Orden y Mandato fue una de las cosas más maravillosas. Hemos aprendido a dar a cambio de nada y estamos agradecidos de inculcar a nuestros hijos unos valores humanos que hoy en día enriquecen su vida». Así han defendido esta mañana a Miguel Rosendo un grupo de antiguos miembros de esta antigua asociación pública de fieles anulada por el Obispado. El fundador de la Orden y Mandato lleva tres años en prisión acusado de abusos sexuales y de crear una organización criminal. La instrucción ha terminado y el caso está próximo a juicio. 

Esta mañana han comparecido miembros para manifestar su indignación por las acusaciones de pertenecer a una secta,«lo que ha repercutido gravemente en nuestras vidas y ha afectado a la integridad de nuestros hijos, que han sufrido acoso y discriminación, así como peligrado nuestros puestos de trabajo».

Al igual que en días pasados han realizado sacerdotes y antiguas consagradas, hoy también han reiterado que «nunca jamás observamos ni experimentamos ningún tipo de comportamiento inmoral, autoritario, humillante ni vejatorio por parte de Feliciano Miguel Rosendo, siendo un buen amigo, con todo lo que esta definición implica, una persona normal, con el don de ayudar a los demás con generosidad».

Culpan a un sacerdote del Opus Dei, Javier de Vega, de haber orquestado la desaparición de la Orden y de que fuera tildada como una secta. Pasó de ser su asistente eclesiástico a mostrarse irrespetuoso de la noche a la mañana.«Dijo que iba a destruir la orden y que jamás seríamos un instituto religioso, que iría a degueyo a por nosotros. Lo pusimos en conocimiento del obispo, que nos pidió silencio, prudencia y oración». Pero han decidido romper ese silencio para que se sepa la verdad y critican la actitud del obispado «que utilizó el voto de obediencia para que las consagradas no pudieran hablar para que contaran lo que pensaban». Algunos miembros cambiaron su versión autoproclamándose víctimas.«No entendemos porque no lo denunciaron en el juzgado», dijeron esta mañana. Las denuncias se apoyan en el informe de un detective «que falta a la verdad, porque a la prensa dice una cosa y en el juzgado otra». Las familias que apoyan a Miguel Rosendo están convencidos de que las acusaciones son falsas y no se apoyan en ninguna prueba.«Todos esos que acusan cuentan que dicen que dijeron, pero no presenciaron nunca nada», han dicho en un comunicad que han leído esta mañana.

Los miguelianos se sienten desamparados por la justicia. Critican que no se les ha dejado hablar para defender la integridad moral de Miguel Rosendo, que la instrucción judicial estuvo más de un año parada por bajas médicas de la jueza, mientras el fundador veía en la cárcel cómo se le denegaban sus solicitudes de salir en libertad.

Esta mañana se han escuchado testimonios espontáneos de personas que conocieron y trataron a Miguel.«Era una persona que pensaba en los demás antes de en sí mismo. Nos ha enseñado lo que era amar. Esa forma de amar ha inspirado a mucha gente para realizar un cambio en sus vidas», dijo por ejemplo José Antonio Muñoz.«No somos seguidores de Miguel. Miguel es un amigo. Somos seguidores de Jesús», dijo también Mari Carmen López.«No he vivido una vida paralela, ni en otra dimensión. He vivido una vida normal en la iglesia, en la sociedad y en el mundo. Hay un hombre inocente en prisión preventiva desde hace tres años y tres meses. Es una verguenza», añadió Rosa González.