El Rápido liquida el derbi a la carrera

L.G.C. VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Dos goles en veinte minutos tumbaron a un Pontevedra que solo revivió al final

14 ene 2018 . Actualizado a las 19:43 h.

¿Y si se pudiese soñar con el play-off? En Bouzas mantienen los pies en el suelo y saben que primero hay que atar la permanencia, pero lo que ha hecho el recién llegado a Segunda B ya es para quitarse el sombrero. Con una plantilla hecha con apreturas y con un técnico sin demasiado bagaje en la categoría, se ha plantado en la jornada vigésimo primera en la quinta plaza, por delante de los equipos filiales del Celta o el Atlético de Madrid, y con la promoción a tan solo un punto. Y eso, con un partido menos.

Ayer el Pontevedra de Luismi se convirtió en la primera víctima del Rápido en el 2018. A la carrera, en menos de veinte minutos, los de Borja Jiménez finiquitaron un partido que los granates intentaron revertir en la segunda mitad, pero sin tener la claridad necesaria en los últimos metros. Porque una vez que el Bouzas se pone por delante en el marcador, remontar es casi misión imposible.

Ocho minutos tardaron los aurinegros en hacer leña del árbol caído pontevedrés. Balón a la espalda de la defensa, cerca del costado derecho, Carlitos lo recoge con maestría y dispara al segundo palo sin que Edu pueda hacer nada. Diez minutos y un gol. El escenario perfecto para los anfitriones, que en su segundo tiro a portería encontraron el segundo. Saque de esquina para los aurinegros y Trigueros, de cabeza, remata a placer para colocar el 2-0.

Para un equipo como el Pontevedra, que percibe en el cogote el aliento de la zona de descenso, rehacerse de los dos goles era un trago amargo. Y pudo se peor si Edu no hubiese frenado el tiro del debutante Kaxe, o si no hubiese metido la puntera para abortar un remate de Carlitos justo antes de marcharse a vestuarios. Los pontevedreses apenas se limitaron a sobrevivir en la primera mitad y sus tímidas apariciones ofensivas no suponían demasiado peligro para los vigueses. Un balón que Berrocal no pudo rematar, ya que se le adelantó Brais, fue de lo poco que los granates enseñaron en ataque. Cortar la sangría defensiva que tenían en el costado zurdo ya era labor suficiente.

Se alteran los roles

El Pontevedra, obligado por las circunstancias, dio un paso adelante en el segundo tiempo. No le quedaba otra. Luismi recurrió a Mouriño y Álex González para intentar tener más la pelota y la decoración cambió. Los visitantes tuvieron más balón y el Rápido, sin complejos, se lo cedió, pero los capitalinos apenas eran capaces de acercarse al área de Brais. Con el centrocampismo, los de Bouzas estaban cómodos y Deivid y Carlitos volvieron a tantear al meta Edu, esta vez sin éxito.

Fue Kevin el primer granate en poner en alerta a los de Borja Jiménez. Enganchó un rechace cerca de la frontal y disparó poniendo a prueba los reflejos de Brais. El partido encaraba el último cuarto de hora y el Pontevedra empezaba a dar señales de vida. Merodeaba por el área aurinegra y se veía a un equipo con más intención, aunque afectado por la inocencia, o quizás la precipitación, en los metros finales. Probó fortuna Jimy con un centro que acabó en manos de Brais y Álex González tuvo un tiro demasiado rasito.

Le quedaba un último arreón a los granates, y llegó con el descuento amenazando. Mouriño estrelló contra el larguero un tiro de falta y el córner posterior tampoco cogió portería. Era el epílogo de un partido que se había decidido en veinte minutos, y que demuestra que al Rápido no le incomodan ni los parones.