Txoko a la gallega

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

El Buen Vivir fue la primera vinoteca de Vigo y la única en la que los clientes pueden cocinar y comer

10 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Vinotecas hay muchas, pero como El Buen Vivir no hay ninguna otra. Primero, porque su concepto de tienda bar tiene unas características especiales. La clientela acude a este establecimiento porque sabe que va a encontrar referencias distintas que las que tienen las grandes distribuidoras. Y porque además de comprar botellas para llevar, tienen la posibilidad de degustarlas en el local pero a precio de tienda, y acompañarlas con algo de picoteo. Además, la característica que hace único a este negocio es que se puede alquilar su cocina con comedor, lo que lo convierte en un espacio ideal para encuentros y celebraciones de grupos, como en un txoko vasco. Eso sí, es mejor que haya buenos cocineros entre los comensales ya que serán ellos los que se ocupen de los fogones. La buena noticia es que no tienen que recoger ni fregar los platos. De traer los ingredientes para comer se encargan los clientes y de los de beber, la vinoteca, como es natural, pero con la ventaja de que se cobran a precio de tienda.

La moañesa Pilar González es la responsable del local. Ella se encarga de elegir los mejores vinos y la garantía es doble: la experiencia que acumula y el amor que siente por su trabajo.

El Buen Vivir abrió en 1991 en el número 31 de la calle Alfonso XIII, pegado a la estación de trenes de Urzaiz, y ahora inicia una nueva etapa en la que el txoko adquiere mayor relevancia tras una transformación del espacio al que se añadirá un estufa de pellets. Pero la relación de Pilar con la hostelería comienza mucho antes. «Yo empecé en Vigo como ayudante de cocina con Toñi Vicente en su restaurante, Síbaris. Tenía 22 años y allí estuve, aprendiendo mucho, hasta que se fue a Santiago», recuerda. Fue entonces cuando empezó la andadura de la vinoteca y para ello, hizo una inmersión total en el sector. «Yo sabía de la buena cocina, pero de vinos, poco. Ni bebía ni tenía formación en el tema, pero empecé a hacer cursos de cata y me enganché a la primera. Descubrí un mundo impresionante, el de los sentidos, sobre todo el olfato. Me apasionó desde el minuto uno», reconoce. «A lo largo de 26 años he abierto tantas botellas que solo oler el corcho ya me dice muchas cosas. El corcho te habla y te dice cómo está el vino», asegura.

Además de estudiar en la Escuela de Hostelería, la moañesa también aprovechó sus comienzos al lado de una de las primeras maestras de la alta gastronomía gallega moderna, para ejercitarse a su lado. «En Síbaris fui cocinera, repostera y algún tiempo, aunque poco, estuve en la sala», precisa.

El Buen Vivir combina dos universos. González recuerda que la parte de atrás del local, donde está la cocina y un comedor amplio con capacidad para unos 20 comensales, que se alquila para comidas o cenas a un mínimo de 10 a razón de 8 euros por persona, nació inspirado en los txokos vascos, enfocado al consumo de vino, al maridaje y a la tertulia. «Esa esencia sigue porque aquí no tenemos televisión, es un ambiente tranquilo, relajado, que invita a estar compartiendo un tiempo de ocio y conversación en espacio donde puedes estar como en casa». Ella misma se siente así. Es su hogar.

El Buen Vivir tiene también un mostrador donde despacha un surtido de delicatesen: conservas, embutidos de Zamora y Salamanca, aceites, chocolates, sales... que también están disponibles para venta al público o para consumir allí mientras se disfruta de una botella. A veces los clientes deciden incorporar esa oferta al menú, como entrante.

En otras ocasiones, Pilar González regresa a la cocina si le piden que haga algún plato para empezar, como unas croquetas o unos chipirones encebollados. Pilar González asegura que es difícil encontrar algo en su tienda que no haya sido probado y valorado previamente antes de comprar. Son vinos seleccionados, luego ya entra el gusto personal de cada uno, pero trabajamos directamente con las bodegas, escapamos de las más comerciales y masificadas y buscamos pequeños bodegueros con poca producción, que trabajan con otro mimo.

Por otra parte, la vinoteca organiza periódicamente catas y maridajes y se anuncia a través de una red social súper efectiva: el boca a boca y el listado de clientes. No falla. Algunos son tan fieles que acuden cada semana desde hace más de 20 años.