Metalships ultima la contratación de un buque pesquero para Rusia

Soledad Antón García
soledad antón VIGO / LA VOZ

VIGO

Oscar Vazquez

El corte de chapa del que construirá para Groenlandia no se iniciará hasta mayo

05 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El segmento de buques de pesca parece que va a convertirse en la nueva especialidad de Metalships ante el hundimiento del de apoyo a plataformas petrolíferas, su principal apuesta de negocio en las últimas décadas. El astillero de Teis está ultimando la contratación de un segundo arrastrero, en este caso para un armador ruso, que vendrá a sumarse al que construirá para una naviera groenlandesa y que entró en vigor el pasado mes de diciembre. La factoría se garantiza así más de dos años de carga de trabajo, no solo para los poco más de 90 empleados que integran la plantilla, sino para más de 250 trabajadores de empresas auxiliares del sector.

Claro que hasta mayo la única actividad con que tendrá que conformarse es la de reparación, ya que hasta ese mes no empezarán a cortar chapa. Fuentes próximas a la empresa aseguran que hasta esa fecha el proveedor no les garantiza la llegada de los primeros bloques metálicos.

Aunque no han trascendido las especificaciones técnicas del pesquero que negocian con Rusia, parece que podrían ser similares a las del groenlandés, un arrastrero de 80 metros de eslora y 17 de manga, con casco reforzado para faenar en aguas heladas, las mismas a las que tendría que enfrentarse el buque ruso. Habilitado para albergar a una treintena de tripulantes, dispondrá de una capacidad de congelación de algo más de un centenar de toneladas diarias. El coste está presupuestado unos 50 millones de euros.

Fue en septiembre del 2014 cuando Metalships entregó a la ingeniería norteamericana MacDermott el Lay Vessel 108, el último buque de nueva construcción que ha salido de sus instalaciones. Regresó a ellas en noviembre del mismo año, pero solo para realizar pequeñas obras en la cubierta con el fin de adaptarla a la normativa australiana en materia de estándares sobre seguridad. Este fue el primer barco que se contrató en España tras la supresión del tax lease.

La reparación es el nicho de negocio con el que durante estos años de sequía de contratos Metalships ha podido no solo esquivar la regulación de empleo, sino incluso tener que recurrir a trabajadores de empresas auxiliares. El hecho de no disponer de un segundo dique flotante le ha obligado a renunciar en más de una ocasión a trabajos de mejora y mantenimiento, ya que los armadores suelen fijar unos plazos cortos para esas labores con el fin que los barcos estén inoperativos el menor tiempo posible, y si una factoría tiene sus instalaciones llenas eligen otra.

Pero el trabajo de reparación es difícil de predecir. Metalships apenas tiene contratado en este momento labores de chorreo (limpieza con sistema de arenado) de un cementero noruego, lo cual no significa que la próxima semana puedan entrar varios buques.

Por ejemplo, estaba previsto que se encargarán de la reparación del quimiquero Alsterstern, que entró a remolque en Vigo el pasado viernes tras quedarse a la deriva 48 a unas 70 millas al oeste de Ons. Al final, parece que la avería no es tan complicada como se temió en un principio y la compañía armadora ha decidido que sea la propia tripulación la que intente repararla.

El astillero sigue buscando comprador para el antiguo yate de Fernández Tapias

Hace más de medio año que Metalships remató la construcción del Maybe, el yate encargado en su día por Fernando Fernández Tapias, Fefé, a la Factoría Naval de Marín, y para el que sigue buscando comprador. El empresario de origen vigués canceló el contrato en el 2010 tras sucesivos retrasos en la construcción del buque, cuyo nombre inicial era Nufer (su mujer se llama Nuria Fernández). Cuando cerró el astillero marinense el buque, con el 80 % de la obra hecha, pasó a manos de uno de sus principales acreedores, Abanca, que se lo vendió a Metalships.

El yate, de 59 metros de eslora, llevaba meses al abrigo de una gran lona blanca que lo preservaba no solo de miradas, sino también de cualquier inclemencia. El temporal que desde el jueves arrecia en toda Galicia rasgó dicha lona, dejando al aire buena parte de la embarcación.

Diseñado por la firma Cubens Naval Architects, en sus cinco cubiertas dispone de seis camarotes con capacidad para 12 pasajeros, además de los destinados a la tripulación. Tiene también gimnasio, sauna, piscina, sala de cine y helipuerto. Puede alcanzar una velocidad máxima de 17 nudos y cuenta con una autonomía de hasta 5.000 millas náuticas, en este caso sin sobrepasar los 12 nudos. El buque fue el pasado otoño una de las atracciones del salón del sector en Montecarlo, el Mónaco Yatch Show, pero ningún potencial comprador se mostró dispuesto a pagar los 32 millones de euros en los que lo valora el astillero.